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MALDITAS MATEMATICAS

PAVEL1602024 de Febrero de 2015

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INTRODUCCIÓN….

La historia nos habla acerca de una niña llamada Alicia que estaba en la banca de un parque estudiando matemáticas, y que se empezó aquejar, de un momento a otro salió un hombre alto y le dijo que las matemáticas eran muy divertidas y donde los explica cómo era contar las ovejas anteriormente, que ella no logra entender pero es más sencillo de lo que ella se imagina, luego, “El agujero del gusano”, en el que ya Alicia le pidió que le narrara otro cuento, no porque le gustaran las matemáticas sino porque le gustaban los cuentos después fueron a un agujero y le dijo que lo acompañase.

Alicia dijo que era el país de las maravillas donde ella se dio cuenta y el dijo que él era el autor de esta y hace el matemático procedió a presentarse y que su nombre era Charles Dongón pero le explico que el nombre de Lewis Carroll era su seudónimo que usaba cuando escribía cuentos y poemas.

Pasado un tiempo allí Alicia se enfrento a una serie de acertijos que le brindaron a ella lecciones aprendió a multiplicar, entendió el funcionamiento e importancia de los números primos…..

LAS MATEMÁTICAS NO SIRVEN PARA NADA…

La historia se centra en una niña de nombre Alicia que se encuentra en un parque protestando en voz alta ¡Malditas matemáticas! ¿Por qué tengo que perder el tiempo con estas ridículas cuentas en vez de jugar o leer un buen libro de aventuras?

En ese momento y como si fuese un instante de detrás de unos matorrales salió un curioso personaje: era un individuo larguirucho, de rostro melancólico y vestido a la antigua.

Cuestionando lo que la niña había pronunciado le dice ¿He oído bien, jovencita? ¿Acabas de decir que las matemáticas no sirven para nada? preguntó entonces el hombre con expresión preocupada.

A lo que Alicia le respondió Pues sí, eso he dicho. ¿Y tú quién eres? ¿El hombrecito le explicó que era un matemático y también un poeta él le comento que si sabía que si no hubiese matemáticas en el mundo no sabríamos contar; Alicia le respondió que si lo sabía pero le pidió que no le hablara de matemáticas en este momento y muy astuto el hombrecillo le pregunto cuántos años tienes ella dijo 11, el hombrecito le pregunto que el año anterior cuantos tendría a lo que Alicia le respondió que diez ¿Lo ves? Sabes contar, y ése es el origen y la base de todas las matemáticas. Acabas de decir que no sirven para nada; pero ¿te has parado alguna vez a pensar cómo sería el mundo si no tuviéramos los números, si no pudiéramos contar? Sería más divertido, seguramente respondió Alicia.

De nueva cuenta el hombrecillo cuestiono a Alicia preguntándole si sabe cómo se escribe el número once. Pues si contestó Alicia, y escribió 11 en su cuaderno. Muy bien. ¿Y por qué esos dos unos juntos representan el número once? Pues porque si. Siempre ha sido de esta manera respondió Alicia pero el hombrecillo le replico nada de eso. Para los antiguos romanos, por ejemplo, dos unos juntos no representaban el número once, sino el dos y, escribió un gran II en el cuaderno.

Después de varios intentos de explicarle a Alicia para que sirven las matemáticas el hombrecillo algo enfadado le recrimino que era bastante caprichosa ya que Cambiaba constantemente de opinión.

A lo que Alicia respondió que ¡Sólo había cambiado de opinión una vez!

EL CUENTO DE LA CUENTA

El hombrecito le empezó a contar la siguiente historia intentando que con esta Alicia empezara a interesarse más por las matemáticas y dice así:

Había una vez, hace mucho tiempo, un pastor que solamente tenía una oveja, empezó como sólo tenía una, no necesitaba contarla: si la veía, es que la oveja estaba allí; si no la veía, es que no estaba, y entonces iba a buscarla... Al cabo de un tiempo, el pastor consiguió otra oveja. La cual ya era más difíci , pues unas veces las veía a ambas, otras veces sólo veía una, y otras no.

Alicia pensó que sabía cómo continua la historia e interrumpió diciendo, luego el pastor tuvo tres ovejas, luego cuatro..., y si seguimos contando más ovejas me quedaré dormida.

Efectivamente, el rebaño del pastor iba creciendo poco a poco, y cada vez le costaba más comprobar, pero cuando tuvo diez ovejas hizo un descubrimiento sensacional: si levantaba un dedo por cada oveja y no faltaba ninguna, tenía que levantar todos los dedos de las dos manos. Vaya tontería de descubrimiento comentó Alicia.

Más adelante cuando el pastor tuvo más de diez ovejas se valió de la idea de contar con piedras lo que le vino muy bien para descansar las manos, pues en vez de levantar los dedos para la primera decena de ovejas, empezó a usar piedras en vez de levantar dedos iba metiendo piedras en el cuenco de barro, y cuando llegaba a diez vaciaba el cuenco y metía una piedra en el cuenco de madera, y luego volvía a llenar el cuenco de barro hasta diez. Si al final tenía, por ejemplo, cuatro piedras en el cuenco de madera y tres en el de barro, sabía que había contado cuatro veces diez ovejas más tres, o sea, cuarenta y tres.

¿Y cuando llegó a tener diez piedras en el cuenco de madera? Pregunto Alicia

Le respondió el hombrecillo; hecho mano de un tercer cuenco, de metal, metió en él una piedra que valía por las diez del cuenco de madera y vació éste. O sea, que la piedra del cuenco de metal valía por diez del cuenco de madera, que a su vez valían cada una por diez piedras del cuenco de barro. Lo que quiere decir que la piedra del cuenco de metal representaba cien ovejas respondió Alicia.

Una vez obsoleto este sistema de conteo en vez de usar cuencos y piedras de verdad, empezó a dibujar en la tablilla unos círculos que representaban los cuencos y a hacer marcas en su interior. Pero pronto se dio cuenta de que las rayas, si las hacía todas verticales, no eran muy cómodas, pues no resultaba fácil distinguir, A medida que iba familiarizándose con los nuevos números, los escribía cada vez más deprisa, sin levantar el lápiz del papel

A simple vista parecía tan fácil para Alicia, pero este conocimiento constituye un gran avance en la historia de la matemática en sus orígenes.

Mediante este ejemplo le explicó cómo surgió el sistema de numeración decimal posicional y la importancia en la vida diaria

EL AGUJERO DE GUSANO

Alicia cuestiono la forma de la explicación de los números y sin darse cuenta que de alguna manera ella ya estaba atrapada de lo interesante que suelen ser las matemáticas pidió que le cuente otro cuento para así poder entender más acerca de estas.

El hombrecillo le respondió puedo hacer algo mejor que contarte otro cuento te invito a dar un paseo por el País de los Números.

¿Está muy lejos? Aquí mismo. Sígueme.

La condujo a una madriguera que se encontraba en la tierra entre los matorrales de los que había salido unos minutos antes. Sin pensárselo dos veces, Alicia lo siguió.

Qué raro que haya una madriguera tan grande en el parque», pensó la niña mientras entraba tras él debe de ser un conejo gigante; aunque en realidad no creo que haya conejos sueltos por aquí.

De pronto el hombre se detuvo. Alicia llegó junto a él y vislumbró en el suelo un agujero de aproximadamente un metro de diámetro, se dio cuenta de que era un agujero de gusano, debe de ser un gusano muy grande comento Alicia pero el hombrecillo le respondió ¡No hay ningún gusano! Este agujero se llama así porque atraviesa el espacio-tiempo igual que los túneles que excavan las lombrices perforan la tierra.

Pero la curiosidad, que en Alicia era más fuerte que el miedo e incluso que la pereza, la llevó a tocar el borde del remolino con la punta del pie, para ver qué consistencia tenía.

Curiosamente, no tenía miedo, ni la mareaba la vertiginosa rotación, ni sentía ese vacío en el estómago que notaba cuando en la montaña rusa se precipitaba hacia abajo.

De pronto, tan bruscamente como había comenzado, cesó el blando abrazo del remolino y cayó con gran estrépito sobre un montón de hojas secas.

Alicia no sintió el menor daño y se puso en pie de un brinco. Miró hacia arriba, pero estaba muy oscuro. Le pareció ver sobre su cabeza, a varios metros de altura, un círculo giratorio algo menos negro que la negrura envolvente. Hacia delante, sin embargo, se veía un punto de luz, que era el final de un largo pasadizo. Lo recorrió a toda prisa, y desembocó en un amplio vestíbulo, iluminado por una hilera de lámparas colgadas del techo.

EL PAÍS DE LOS NÚMEROS

El pasadizo llevaba al más hermoso jardín que Alicia jamás había visto. Rodeada de alegres flores y arrullada por el rumor de las frescas fuentes, sintió una alegría tan intensa que casi se le saltaron las lágrimas.

Mi verdadero nombre es Charles Dodg-son, para servirte dijo él, con una ligera inclinación de cabeza. Lewis Carroll es el seudónimo que usaba cuando escribía cuentos y poemas. Puedes llamarme Charlie... Ven, vamos a ver qué hacen esos muchachos.

¿Algún problema, muchachos? —preguntó el escritor. Pues sí contestó Siete. La Reina de Corazones quiere que en cada rosal haya rosas de varios colores... Y varias de cada color prosiguió

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