Mujeres Medievales.

Nombre: Bryan David López Rivera.

Libro: Mujeres Medievales, por Eileen Power.

Universidad de Antioquia.

El libro Mujeres medievales escrito por  Eileen Power tiene como objetivo exponer las diferentes representaciones de la mujer en la edad media y, de alguna manera, refutar aquel mito de que la mujer en esa época solo era una trabajadora del hogar. Conduciéndonos así, en un sube y baja de adoración, sujeción e igualdad hacia la mujer.

Power nos plantea la condición de la mujer desde tres aspectos, la teoría, la vida diaria y los aspectos legales, de este modo el escrito nos dirige hacia un carrusel, el cual consta de diferentes imágenes de la mujer en la sociedad medieval, asimismo, Power considera las perspectivas medievales características acerca de la mujer,  haciéndonos saber en qué consistían dichas ideas y cuáles fueron las fuentes de las que surgieron éstas.

Power  nos guía hacia su propósito inicial argumentándonos que la  mujer en la edad media no tenía únicamente el papel de ama de casa, como lo menciona en su escrito, “es completamente falso (pese a haber sido afirmado en algunas oportunidades) que la mujer en la Edad Media fuese —por regla general— un trabajador doméstico al que no se le pagaba y no un asalariado.”^[1] Así que la mujer tenía actuaciones diversas e importantes en la sociedad medieval, aunque se puede aclarar que.

A medida que descendemos en la escala social, el rol de la mujer no declina. Por el contrario, su actividad, si está sola, y su importancia en la vida familiar, si es casada, es aún mayor a causa de la modestia, o más bien el apremio de sus ingresos y posesiones. En los asuntos más elevados de la sociedad, militares, diplomáticos, políticos, profesionales, etc., la mujer (excepto en ciertos casos muy excepcionales) apenas influía en los acontecimientos; no obstante, en lo que se refiere a la vida económica de las naciones, jugaba un papel igualitario junto al hombre.^[2]

De esta forma, Eileen Power intenta indicarnos que las mujeres no solo tienen un rol puntual en la edad media, si no que también “juega” durante todo este periodo a ser oprimida, tratada como escoria, (principalmente por el dogma de la iglesia, los cuales hacen uso de las escrituras para justificar aquella visión pecadora que se tenía de la mujer, y la aristocracia que sigue de fiel manera ese dogma. Ésto no solo lo podemos evidenciar en  los capítulos primero y tercero del libro de Eileen Power, también  lo podemos ver  en el libro de G. Holmes^[3], el cual nos permite comprobar que la autora concuerda con otros autores distintos a los ya usados en su bibliografía) excluida de los gremios, de algunos trabajos y de la educación. A pasar a ser amada, a ser una musa de inspiración para la poesía, a ser productiva, comerciante, terrateniente, mano derecha de su esposo en su respectivo trabajo, carnicera, pintora, forjadora, entre otros muchos oficios. (Capítulo segundo y tercero.)

Eileen Power basa sus argumentos y los justifica en una cantidad considerable de fuentes historiográficas, como; libros, cartas y testamentos, también nos plaga de múltiples ejemplos, que la hacen enormemente convincente, (y como no, si una gran cantidad de autores, diferentes a los usados en su escrito, concuerdan con su planteamiento, como lo evidenciaremos ulteriormente) logrando maravillosamente su meta principal, mostrándonos que la mujer tenía más de un cometido en la sociedad medieval. Pero también podemos contrastar sus argumentos con otros libros y fuentes para darle aún más valor  a su ya valioso aporte, y así constatar con otros autores el argumento de Eileen Power. Como lo es el libro ”Mujeres trovadoras de Dios”, escrito por G, Epiney-Burgard y E. Zum Brunn, que nos permite probar de una manera avasallante, que en la Edad Media podemos encontrar a mujeres  de letras, las cuales no siguen aquel rol característico  que se les suele dar a las mujeres de este periodo.

No es menos cierto que si los escritos de estas mujeres asombraron a sus contemporáneos, y nos asombran todavía, se debe también a que tan enraizados en un fondo de sólidos conocimientos. La obra casi enciclopédica de Hildegarda, que vivió en un monasterio desde los siete u ocho años, es un testimonio suficiente. En la época feudal, las mujeres de la nobleza seguían estudios a muy alto nivel, casi igual que el de los hombres. Y en el siglo siguiente, las beguinas de las que aquí tratamos, así como Beatriz, al parecer todas ellas procedentes de las clases altas, están dotadas de una notable cultura tanto literaria como espiritual. Por importante que sea, como veremos luego, el aspecto literario de sus escritos, la obra principal de estas mujeres consistió en reformar la Iglesia corroída por los cismas, la esclerosis, la simonía, el desecamiento  intelectual, y en instaurar nuevas formas de vida cristiana. La primera de estas tareas, la obra de reforma, fue más específicamente la de Hildegarda; la segunda, la de renovación e incluso de innovación, caracterizo el movimiento de las beguinas.”^[4] 

Además de éstas, podemos hallar también en otros escritos, mujeres fascinadas por la filosofía,^[5] de igual modo, mujeres que estaban sumamente interesadas en descubrir el verdadero significado de las escrituras bíblicas y de mujeres las cuales eran inmensas lectoras.^[6]Además, podemos encontrar notables mujeres comerciantes^[7] e increíblemente, como mujeres podían brindar su voto a los cruzados y participar de una forma pasivo-activa en las muy nombradas cruzadas.^[8] Y, sin duda alguna, también cabe mencionar las actuaciones de mujeres increíblemente preponderantes de la época, como; Eloísa, Hildegarda de Bingen, María de Champagna, Blanca de Castilla, Matilde de Magdeburgo, Catalina de Siena y Juana de Arco, entre otras, las cuales llenaron una época del Medioevo que, sin ellas, hubiera tenido un rostro muy distinto del que efectivamente tuvo.^[9]

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