NUEVOS ACERCAMIENTOS A LOS JOVENES Y LA LECTURA

El libro esta separado en cuatro jornadas;

la primera jornada, se titula "Las dos vertientes de la lectura" Michèle Petit traza las coordenadas en las que se va a mover y se aleja tanto de los discursos "antiguos", que añoran "una lectura que permita delimitar, moldear, dominar a los jóvenes", como de los "modernos" que, dan por muerta la cultura del libro y proclaman el triunfo de lo audiovisual y la inutilidad de preocuparse por la lectura. Distintos testimonios recogidos durante una investigación en zonas rurales le permitieron constatar que la lectura nos permite escapar, separarnos de la fila y seguir nuestro propio camino. Así, habla de la libertad del lector y de la posibilidad de ejercer el espíritu crítico, clave de una ciudadanía activa. Al final de esta primera parte la autora se coloca "del lado de los lectores" y explica cómo se acercó a su investigación, cuáles eran sus inquietudes, su marco teórico

y el equipo con el que trabajó. Entre sus conclusiones, Petit señala que el lector no es pasivo sino que lleva un trabajo productivo cuando reescribe, desplaza el sentido, hace lo que se le ocurre, desvía, reutiliza y se aleja de los usos correctos de los textos. En ese recorrido, el lector entra en diálogo con el texto y las palabras del autor hacen surgir sus propias palabras. En cuanto a la experiencia con la lectura literaria, Petit sostiene que los escritores con sus palabras ayudan a los jóvenes de los sectores pobres a encontrarse con ellos mismos, a pensarse a sí mismos y a modificar un poco sus destinos, dado que el encuentro con la literatura posibilita la elaboración de un espacio y un tiempo interior.

"Lo que está en juego en la lectura hoy en día" es el título de la segunda jornada, en la que la investigadora enfatiza que la verdadera democratización de la lectura es poder acceder a voluntad a la totalidad de la experiencia de la lectura, en sus diferentes registros. Aquí Petit cita diversos testimonios de los chicos y chicas entrevistados quienes, desde situaciones de desventaja (hijos de emigrantes, habitantes de barrios marginales, etcétera), han vivido la lectura como un medio para acceder al saber y al conocimiento; una forma de apropiarse de la lengua; una ayuda para construirse a sí mismos; un lugar propicio para habitar la ensoñación, lo imaginario, y disfrutar del placer que ese espacio produce; un modo de conjugar la pertenencia

a diversas culturas (la de origen y la actual, en el caso de la inmigración, y la de origen y la dominante, en los procesos coloniales) con toda su diversidad y particularidades y, por último, una manera de ampliar los círculos de pertenencia, esto es, ser ante todo un ser humano más allá de límites territoriales y las nacionalidades y salir del aislamiento, de lo local a lo universal como una apertura hacia

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