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RESUMEN DEL LIBRO DE BRAILOVSKY


Enviado por   •  28 de Noviembre de 2019  •  Resúmenes  •  2.049 Palabras (9 Páginas)  •  540 Visitas

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RESUMEN DEL LIBRO DE BRAILOVSKY:

Creemos que las pedagogías de hoy se platean todo el tiempo cuestiones sobre como reformar o transformar la educación  tradicional. Cambiando aspectos problemáticos en la realidad de cada educando teniendo en cuenta sus particularidades, creencias y culturas.

La escuela tradicional, que alentaba el aprendizaje memorístico y repetitivo, leer por leer, donde el único papel activo era el del docente, donde no había espacio para el error, está  evolucionando. Se asoman nuevos horizontes, la escuela nueva asume los compromisos de un gran cambio.  Su método pedagógico apunta a un pensamiento ético-critico en los educadores y educandos. En este cambio, se valoran los saberes previos, las singularidades, las formas de aprender, se aprueba el ensayo y error.
La enseñanza es dos cosas a la vez. Por un lado es una relación. Hablamos de relación de enseñanza cuando nos referimos a aquello que sucede entre quienes se involucran en un encuentro alrededor de algo tan intimo y profundo como el saber, las creencias, y las vivencias, etc. Pero al mismo tiempo la enseñanza es un sistema político y social que transciende en muchos sentidos estas relaciones.  A la enseñanza le cuesta ser ambas cosas a la vez, ya que algunas exigencias del sistema parecen contradecir lo que piden las singularidades: “el sistema exige calificaciones numéricas, las relaciones (educando-educador) piden vocación de saber y deseos de aprender”.

Todos los educando son sujetos en construcción en la búsqueda de un destino propio, es por esto que en las aulas se produce la magia entre personas desconocidas que se vuelven intimas por un rato, no hace falta saber casi nada del otro, quien es, como es. Se trata de un encuentro íntimo y publico a la vez, se encuentra atravesado de rituales y modos de estar que hacen más enriquecedora la conversación y celebra el conocimiento. Desde el aula, el mundo se vuelve un lugar posible de ser habitado desde distintas posibilidades e invita a estar por unas horas en otra vida y otro mundo que no es el que nos ha tocado.
Conversar va mas allá de hablar con el otro, conversar es cuidar al otro ya que supone la destrucción de esa imagen determinada y prefijada, rompe con las etiquetas. La mirada del otro cambia nuestra mirada, la palabra del otro cambia nuestra propia mirada.
La magia del aula, es una magia conversacional, que sucede en el tiempo que la escuela libera.
Docentes preparados para conversar: haberse preparado a conciencia en el lugar del interlocutor, haber hecho el necesario ejercicio de preparación para sincronizar con un grupo, construir juntos un espacio y habitarlo. Es importante remarcar que para construir este espacio de conversación es necesario renunciar a cualquier forma de certeza absoluta, a la verdad cerrada, renunciar a la creación de espacios cómodos y sin preguntas.

Cuando hablábamos de conversación también hablábamos de cuidado. En una conversación, es importante la atención y en un sentido amplio puede decirse que cuidar se trata de una serie de gestos donde se destaca la idea de enfocar la atención en el otro, brindarse, esperar, dar tiempo y también proteger. El acto de educar contiene también la práctica del cuidado. Hay tres rasgos importantes del cuidado que lo unen a la educación. En primer lugar, el cuidado constituye un sustento ético imprescindible de las prácticas educativas, en las que el adulto interviene para brindar seguridad. Cuidar a los niños del mundo que existe afuera de los muros protectores de la escuela. Pero también, al educar, protegemos el mundo de estos sujetos, educándolos.
En segundo lugar, el cuidado puede ser visto como una práctica de conservación. Cuidar es conservar.  El cuidado como práctica. El termino se emplea como detención, alerta o de amenaza. Pero el cuidado educativo no tiene nada que ver con este cuidado, es el cuidado de un porvenir que merece ser resguardado.

La experiencia del encuentro, de la conversación, del cuidado. La experiencia como pieza escurridiza de la vida escolar.
La experiencia supone un destino abierto. Dar lugar a la experiencia es permitirse caminar sin rumbo, sin demasiadas predeterminaciones. Cuando decimos “EXPERIMENTAMOS”, nos estamos dando cuenta del tránsito por una vivencia, en tiempo presente.
En la escuelas, suele hablarse de registrar experiencias o socializar experiencias cuando se procura evitar que se queden en el campo domestico, cuando se quiere que los alumnos  se abran al conocimiento de otros, que se entable una relación comunicacional entre el docente y sus pares.

Se puede pensar esta relación pedagógica entre confianza y saber: confianza en el saber del maestro, que es en buena medida lo que lo hace maestro, y confianza en el saber del alumno, en tanto solo podrá aprender si se cree en sus posibilidades.
La cuestión de la confianza abre interrogantes tales como: cuanto debo saber acerca de mis alumnos, cuánto debo conocerlos.  Vivimos en el mundo de la incertidumbre (con una confianza desesperada)  el cual impone la “necesidad de confiar”, pero no porque constituya una entidad confiable sino porque, si no se confía, se derrumba. Esa es la confianza desesperada: confianza en que la confianza es lo único que nos queda.
El recién nacido no puede elegir, su situación inicial lo deja librado al total cuidado del otro y no tiene ninguna posibilidad de sobrevivir más que confiándose al otro. Esa confianza es la que inicialmente lo humaniza.
En cuanto a la confianza en las posibilidades de los alumnos, Cornu plantea que la confianza, si bien puede surgir del habito y la costumbre, tiene también un componente de riesgo, la alteridad. Confiar en alguien produce efectos en la relación que hemos entablado con ese alguien, por eso creeríamos que confiar no es solo ponerse en manos del otro: es también poner algo en las manos del otro, para que haga algo con eso. La capacidad del alumno de apropiarse del saber esta también en manos del maestro, y su instrumento es la confianza.
La confianza en el alumno y sus posibilidades es un gesto ético. Frigerio habla de la igualdad de las inteligencias como una ficción teórica, que estructura la vida escolar. El maestro será quien confíe en la capacidad de sus alumnos para aprender a desconfiar del saber vulgar.
La confianza es también indisociable del tiempo. Si confiar es, “comportarse como si el futuro fuera incierto “(Luhmann), entonces la confianza es por definición un fenómeno temporal, como lo son los recuerdos o las promesas. Y como todo proceso temporal, debe pensarse en forma diacrónica, enclavado en la historia de cada relación de confianza. En este punto, la confianza no “es”, sino que “esta”. O “está siendo”. Es importante remarcar la diferencia entre “ser de confianza y “estar en confianza”.
Ser de confianza equivale a tener algún tipo de prestigio que acredita ese carácter confiable.  Sentirse en confianza, en cambio, refiere a cierta forma de encuentro y trato: tratarse con confianza.
La perdona “de confianza” es alguien a quien consultar. Las personas “en confianza” son quiene pueden conversar honestamente. Alguien” de confianza” llega por recomendación. Los encuentros “en confianza” son hijos de la sintonía, existen cuando se activa algo del orden de lo gestual que permite a cada uno reconocerse en la mirada y las palabras del otro.
Quien aspira a “ser de confianza” ostenta una imagen de credibilidad, medible mediante encuesta de opinión. Quien aspira a estar “en confianza”, en cambio, cuida las relaciones y asume responsabilidades.
Ante quien es “de confianza” nos sentimos seguros, en buenas manos y dejamos al otro hacer lo que sabe hacer. Junto a quienes estamos “en confianza” nos sentimos cómodos y hacemos algo en conjunto sin atender al desempeño, transitando la experiencia.
Por último, la confianza es indisociable de la alteridad. Porque confianza y desconfianza no son cualidades de los individuos, sino que suceden entre los individuos. Nadie es confiado o confiable porque si.  Confiar nos enfrenta a la pregunta respecto de cuanto control ejercemos sobre el otro. Y la vida escolar, con sus listas de asistencia, boletines de calificaciones, y grillas horarias, da muchas oportunidades de enfrentarse a esa pregunta. La experiencia escolar se trata también de estar sujeto a reglas. Podemos suponer, entonces, que la confianza acompaña una actitud respecto de las regulaciones escolares.
La confianza en la relación pedagógica debería poder evolucionar hacia cierta forma de confianza mutua en la que haya una reciprocidad.
La  confianza es una experiencia muy  cercana al lenguaje. Confiar habilita la conversación. Confiar es crear una cofradía donde pueden vivir los secretos, esos textos íntimos cuya guarda compartida define muchas veces a la amistad.

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