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Seminario Una piñata llena de memoria.

angelica ricoEnsayo14 de Septiembre de 2016

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Tecnológico de Monterrey

Angélica Rico Garza

Matrícula 612667

Dr. Raúl Verduzco

Seminario crítica literaria II

3 de diciembre de 2013

La rememoración del pasado fragmentado como elemento de búsqueda e reinterpretación del presente en Una piñata llena de memoria

La memoria es una de las capacidades humanas en la que se almacenan experiencias pasadas que pueden ser recordadas en el presente. Se puede decir que el pasado influye en las actitudes y acciones del presente, y el llegar a comprenderlo ayuda a continuar en base a lo vivido previamente; sin embargo, ¿Qué sucede cuando los recuerdos se encuentran fragmentados? Y ¿Cómo es su influencia en el presente?

La tesis en cual se basará este análisis es que en la novela Una piñata llena de memoria, la rememoración de un pasado fragmentado se relaciona directamente con la reinterpretación y búsqueda de una continuidad en la memoria presente. Para esto se analizarán los conceptos de memoria, rememoración y su vínculo con la relación pasado-presente; posteriormente, se analizarán la estructura de la obra y los tres personajes principales: Jaime Rafael, Carlota y la voz letrada en base los conceptos ya mencionados, esto para profundizar a través del análisis, los puntos de fragmentación de la memoria de los personajes, y la posible continuidad que parecen buscar para replantear su presente o trascender en él.

El concepto de memoria

La memoria es la capacidad para retener información del pasado, con el fin de poderla reconstruir en el presente (Sutton 1), pero no sólo sirve como medio de recuerdo, sino como una forma para conducirse y tomar decisiones en el presente y sobre todo, para poder construir una identidad propia. El ser humano puede recordar eventos, objetos, conceptos y personas, esto le brinda la capacidad de acumular conocimiento tanto para desarrollar tareas diarias, como para aprender de lo vivido en el pasado, y así continuar con un mejor presente.

Bergson categorizó el concepto de la memoria en dos aspectos: La memoria del cuerpo, “que no es otra cosa que la disposición de mecanismos motores arreglados para funcionar a la primera llamada” (García 75) tal como se memoriza una lección, una canción o poema. En este aspecto, se puede decir que “la memoria de un evento pasado en el presente está actuando sobre el presente. No es sólo en el presente. Se actualiza” (Miquel 1161), pues cada vez que se accede a esta memoria, se recuerda cómo se hace la acción para poder ejecutarla en el presente. Por otra parte, la memoria del espíritu es “la conservación pura y simple” (García 76), pues no se origina ni conserva de manera mecánica, a diferencia de la memoria del cuerpo, y si bien alguna vez se recuerda algo que se creía totalmente olvidado, es porque no estaba olvidado realmente, más bien se encontraba en oculto en la conciencia y es por medio de situaciones del presente como se puede “venir a la mente” e influir en el momento del recuerdo.

La memoria del espíritu se entiende como “memoria creativa” (González 35), en donde la acciones son más que mecánicas, pues si bien los recuerdos actúan sobre el presente, no se limitan sólo a la repetición del recuerdo, sino que permiten acciones aún más complejas, en donde interviene la parte emocional vinculada a ese recuerdo.

La memoria del cuerpo, también llamada memoria hábito, cuestiona “el cómo”, y se adquiere mediante la repetición mecánica de una misma actividad o concepto  (Bergson 89); esta es comúnmente observada en procesos como lavarse los dientes o tocar el piano. En ese tipo de memoria, al evocar el hábito, no se representa el pasado, sólo se actúa (92); es decir, una persona, al lavarse los dientes, no recuerda la forma o la situación en la que aprendió a hacerlo cada vez que realiza la acción, sólo la ejecuta de manera casi automática.

En la memoria del espíritu, o en la memoria personal, los recuerdos evocados se vinculan con las emociones experimentadas durante el suceso que se recuerda, lo que le da al recuerdo un sentido único; un ejemplo de esto se puede observar claramente cuando un grupo de personas, una familia o grupo de amigos, viven una experiencia particular, en todos ellos queda el recuerdo de esa experiencia, pero las emociones sentidas por ellos pueden diferir, haciendo que el recuerdo de cada uno de ellos sea en cierta forma, distinto. El punto principal en este tipo de memoria, es la forma en cómo se remite a los recuerdos, los sentimientos o emociones involucrados que sucedieron en ese hecho recordado o que se experimentan al momento de evocarlo (Sutton 2).

De acuerdo a Bergson una de las diferencias entre la memoria del cuerpo y la del espíritu, se encuentra en la duración, pudiendo ser en ésta última, arbitraria, pues nada le impide abarcarla de una vez de manera total como en un cuadro (275). Puede acortarse o alargarse de acuerdo a lo que se desee. Otra diferencia entre ambas memorias es la precisión, siendo menor en la del espíritu pues si bien en la memoria espíritu se puede extender la duración de la evocación de un recuerdo, es muy difícil que se pueda recordar absolutamente todo lo que incluyó el suceso, es decir, se recuerda lo que realmente se considera relevante en él o lo que deja una huella. Es más fácil recordar a través de los sentimientos que provocaron el suceso que recordar todos los objetos que había en el lugar en donde este se dio; sin embargo en la memoria del cuerpo esto resulta más fácil debido a que el recuerdo se alimenta de manera constante creando un hábito, por lo que resulta más fácil recordar las partes y usos de un artefacto que se emplea a diario, pues el recuerdo es más preciso y generalmente no evoca ningún sentimiento; a menos que se haya inculcado bajo un contexto específico (si fue enseñado bajo presión, con enojo, paciencia, etc.). En este caso también tomaría parte la memoria del espíritu influiría en gran medida en el aprendizaje y repetición del hábito, pues estaría relacionado con un sentimiento o emoción que pudiera modificar la percepción y evocación de ese recuerdo.

De acuerdo al modelo de la memoria desarrollado por Aristóteles, ésta puede ser pasiva o activa; la primera se limita sólo al registro y almacenamiento de experiencias, en cambio en la activa se envuelve la transformación creativa de la experiencia, más allá de la reduplicación de imágenes (Casey 15). La diferencia entre ambos tipos de memoria es que en la pasiva es más bien mecánica y la activa aborda la parte emocional y sirve para generar un vínculo pasado-presente a fin de replantearse lo vivido, comprender y construir el presente.

Se puede decir que la memoria del cuerpo y la proposicional son pasivas, debido a que en éstas se reproduce mecánicamente una acción sin cuestionarse por qué o cómo fue que se aprendió a realizar dicha acción. El registrar y almacenar experiencias puede ser percibido como un hábito en el que sólo se registra la acción en términos objetivos y conceptuales dejando de lado el aspecto que emocionalmente pudo haber girado en torno a ella. Por otra parte, la memoria del espíritu, es más bien activa, pues no sólo se abordan las emociones de los actos pasados, sino que éstos en conjunto sirven para cuestionar, comprender y reafirmar el sentido de identidad; es decir, el pasado no sólo sirve para ser recordado, sino también como un punto de partida para la construcción del presente.

De acuerdo a Bergson, el conjunto de experiencias pasadas condicionan el estado actual, sin ser necesario el determinante, por lo que el pasado también se manifiesta en el carácter aunque no siempre sea de manera explícita, “taken together, these two conditions assure to each one of the past psychological states a real, though an unconscious, existence” (Bergson 191).

Casey distingue tres tipos de memoria activa: El recordatorio, el reconocimiento y la rememoración. El recordatorio implica traer algo que debe realizarse en el presente, sin que exista una relación entre la persona y el recuerdo (94); por otra parte, el reconocimiento se da cuando se conoce a una persona en el pasado y al encontrarla nuevamente, la memoria funde lo percibido de esa persona en el pasado, con lo que percibe de ella en el presente.

La rememoración es un proceso activo debido a que para rememorar se necesita de un Yo voluntario y en algunas ocasiones un Yo y un Otro que se relacione directamente con el recuerdo en cuestión; es decir, no se necesita de un elemento externo para traer el recuerdo a la mente, como en el caso del recordatorio.

De acuerdo a Casey, la rememoración cuenta con cuatro características:

  1. Recordar es revivir el pasado. Esto no significa que la acción se vuelva a representar de manera idéntica a como se realizó en el pasado, más bien es volver a entrar a ese mundo pasado, no precisamente del modo como fue en su momento, “but as they are now rememberable in and through reminiscence" (107). La reminiscencia se puede lograr aun cuando no se cuenten con imágenes precisas del pasado, pues el objetivo es recordar y no restablecer el pasado en el tiempo presente.
  2. Reminiscentia. Si bien el recuerdo puede ser evocado de manera voluntaria, existen factores externos que pueden propiciarlo, de manera que éstos actúan como inductores más que como recordatorios, pues éstos últimos llevan hacia una acción o a un recuerdo más específico:

 “What counts here is not the accuracy with which they reproduce or suggest the past (as it would in the very different context of historical reconstruction); instead, it is their special aptitude for arousing a reminiscent state of mind that matter” (Casey 110).

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