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Análisis de películas biográficas sobre pintores (Rembrandt, Miguel Ángel, El Greco)


Enviado por   •  3 de Abril de 2019  •  Reseñas  •  3.372 Palabras (14 Páginas)  •  395 Visitas

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“Vanidad de vanidades, todo es vanidad”

Crítica a la película “Rembrandt” (1936), de Alexander Korda

La película de Alexander Korda narra de manera biográfica la vida del pintor Rembrandt Harmenszoon van Rijn (más conocido como simplemente Rembrandt) a partir del año 1642 en Holanda.

La obra comienza, como ya hemos comentado, en 1642, época en la que el pintor se encuentra en la cima de su carrera. Se nos presenta en un primer momento a Rembrandt en una escena costumbrista, en la que está seleccionando lo colores para su próxima obra y toma todos los que le parece sin reparo alguno en el coste (recordemos el elevado precio de los pigmentos en esa época) pues estaba preparando una de sus obras más conocidas: Ronda de Noche. Del mismo modo, aparece un florista al que Rembrandt encarga llevar todos los ramos que tiene a su mujer Saskia.  Ella nunca aparece en escena ya que se da a entender que ella fallece poco después, lo que se insinúa como uno de los factores que oscurece el estilo del artista. No obstante, posteriormente se le ve trabajando y actuando como si esta muerte no le hubiera afectado tanto.

Poco después accedemos a la escena de presentación del cuadro frente a la compañía de arcabuceros, donde se muestra a toda la burguesía mofándose de la obra y negándose a pagar a Rembrandt. Pese al pensamiento general, la escena no representaba verdaderamente un pasaje nocturno sino que es el efecto que quedó como consecuencia del deterioro del óleo. Este descubrimiento es relativamente reciente; es por ello que en la película se exacerba erróneamente el aspecto lúgubre y oscuro del cuadro.  Comienza entonces el verdadero desenlace de la película en la que se narra toda la etapa final de la vida del pintor.

Rembrandt cambia tras la muerte de Saskia y el fracaso de su obra. Su cabeza se llena de interrogantes y cuestionamientos hacia los valores imperantes de la época: el dinero, la honra, la oficialidad. Considero un gran acierto el modo en el que Korda relata el fallecimiento de la mujer, que no se muestra explícitamente, y es por eso que logra verdaderamente aproximarse a la idea de un fantasma, un recuerdo que acecha a Rembrandt a lo largo de toda la película como lo hizo en la realidad a lo largo de toda su vida. En relación a este tema, me gustaría recalcar también el gran protagonismo que se les concede a las mujeres en la película, donde se les otorga un rol principal así como interesantes diálogos, algo impropio de la época pero no por ello menos destacable.

Esta transformación que sufrirá la mentalidad del pintor le llevará a una mala época económica como consecuencia ya no sólo de la transformación de su estilo pictórico, sino también de peleas con sus marchantes o su rechazo a representar temas oficiales. También le llevará a abandonar la ciudad y retornar a su pueblo natal, Leine, donde se le desprecia. La gente del pueblo lo trata con desdén debido a cierta envidia, y a una pretenciosa ignorancia.

La película finaliza su narración en 1669, pero no se remite a aspectos biográficos, sino más bien a cómo debía de contemplar en ese momento el pintor su contexto. Mientras Rembrandt brinda en una taberna, haciendo un discurso sobre la ignorancia y la vanidad, todos los jóvenes de su alrededor ríen sin que parezcan comprender una sola palabra. Se representa al artista con mayor estabilidad tanto económica como mentalmente, sin embargo sabemos por su biografía que en ese momento acababa de fallecer su último hijo Titus un año antes; lo que resulta algo incoherente con su comportamiento. No obstante quisiera destacar la escena final, en la que Rembrandt se mira al espejo y repite las palabras sobre la vanidad. Parece que él mismo se está haciendo una crítica de esta manera, pues debemos recordar la grandísima cantidad de autorretratos que el artista realizó, que ascienden a más de cuarenta.

Korda ejemplifica en el comportamiento de Rembrandt un discurso propio también de otros contemporáneos suyos (como Velázquez): la reivindicación del pintor como figura creadora y artista en vez de un artesano, y la necesidad por tanto de que este sea concedido de libertad a la hora de realizar su obra. El guión acompaña en todo momento ya que se esfuerza en convertir las palabras de Rembrandt en una especie de prosa poética, reforzando esta idea de que ser artista es una forma de contemplar el mundo, y no la dominación de la técnica.

Por otra parte, me resulta curioso el hecho de que la fotografía parece algo descuidada, en el sentido en el que creo que potencialmente podría haberse conseguido una estética mucho más próxima al claroscuro que caracteriza a los últimos trabajos de Rembrandt. Trabajando la iluminación quizá de manera más consciente, por ejemplo mediante el claroscuro,  el director podría convertido a la película en una misma metáfora introspectiva ya no sólo sobre el pintor sino también sobre su obra. No obstante, considero que la parte autobiográfica está muy bien tratada y no se excede en la cantidad de datos sino que pretende verdaderamente mostrar el pensamiento del pintor. Cabe destacar también la ambientación de la película ya que los muebles son originales de la época del artista, contribuyendo a la sensación de estar contemplando la Amsterdam del S.XVII mediante una ventana del tiempo.

Finalmente hay que destacar indudablemente el papel de Charles Laughton. Su brillante interpretación consigue hacer creer al espectador que se encuentra verdaderamente ante Rembrandt, al que parece haber entendido perfectamente como figura en todos los aspectos de su carácter y también en su evolución como personaje, pero sobre todo, como artista.


“Dios lo puso ahí, la escultura se limitará a sacarlo a la luz”

Crítica a la película “El Tormento y el Éxtasis” (1965) de Carol Reed

Carol Reed relata la historia de las tormentosas relaciones entre Miguel Ángel y el Papa Julio II durante el proceso de elaboración de la Capilla Sixtina, en Roma, a principios del periodo artístico conocido como el Cinquecento.

Tras una introducción documentalista de las obras más importantes de Miguel Ángel (el mausoleo de los Medicci, el David, la cúpula de San Pedro, etc.) rápidamente se nos presenta una escena en la que Bramante y Miguel Ángel conversan mientras se le ve a él esculpiendo una de las pietás que decorarían la tumba del Papa Julio. Poco después se nos dará a conocer la figura de su santidad, de quien entendemos rápidamente su fuerte carácter que colisiona con el del artista.  Entonces se le informará de la ardua tarea sobre la que oscilará toda la historia: la pintura del techo de la Capilla Sixtina.

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