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Crecimiento productivo en la renta


Enviado por   •  2 de Abril de 2023  •  Tareas  •  2.824 Palabras (12 Páginas)  •  38 Visitas

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Crecimiento de la productividad, convergencia y bienestar: Lo que muestran los datos a largo plazo –                             By WILLIAM J. BAUMOL*

* Universidad de Princeton, Princeton, NJ 08544, y Universidad de Nueva York. Expreso mi profunda gratitud a la División de Ciencia y Tecnología de la Información de la National Science Foundation, la Exxon Education Foundation, el Joint Council on Economic Education, el Fishman-Davidson Center for the Study of the Service Sector y el C. V. Starr Center for Applied Economics por su generoso apoyo a la investigación en la que se basa este documento. También estoy muy en deuda con Edward Wolff, Wayne Farel, Robert Dorfman, Sidney Ratner y Mariza Stipec por su ayuda en diversas partes del trabajo. Las valiosas sugerencias de varios revisores anónimos ayudaron a limitar los errores de este historiador económico aficionado. También aprendí mucho del excelente trabajo de Abramovitz (1985) sobre el tema. Por encima de todo, tengo una enorme deuda con Paul David por sus ánimos y por sus perspicaces y útiles comentarios que guiaron la revisión final de este trabajo. Párrafos enteros han salido de su pluma.

  • Se analizan los datos de Maddison de 1870-1979, que muestran el crecimiento sin precedentes históricos de la productividad, el producto interior bruto per cápita y las exportaciones, así como la notable convergencia de las productividades de las economías de mercado industrializadas, convergencia aparentemente compartida por las economías planificadas, pero no por los países menos desarrollados. Se examina la relación del retraso de la productividad con la "desindustrialización", el desempleo y la balanza de pagos. Los datos sugieren una visión moderada de la ralentización del crecimiento de la productividad en Estados Unidos y de su retraso con respecto a otros países.

Por muy refinado y elaborado que sea el análisis, si se basa únicamente en la visión a corto plazo seguirá siendo... una estructura construida sobre arenas movedizas. Jacob Viner [1958, pp. 112-13].

En los últimos años ha resurgido el interés de los economistas y del público en general por las cuestiones relacionadas con el crecimiento económico a largo plazo. Han vuelto a surgir dudas y temores sobre el futuro, suscitados en este caso por la prolongada ralentización del crecimiento de la productividad desde finales de la década de 1960, la aparente erosión de la competitividad de las industrias estadounidenses en los mercados mundiales y el espectro de la "desindustrialización" y el desempleo estructural masivo. Estas preocupaciones han conseguido reorientar la atención hacia los fenómenos de la oferta a largo plazo, que antes eran una preocupación central de los economistas en el Occidente industrializado, antes de ser dejados de lado en la crisis de la Gran Depresión y el consiguiente triunfo de las ideas keynesianas.

La ansiedad puede llamar la atención, pero no es necesariamente una ayuda para pensar con claridad. A pesar de todo el interés que suscita actualmente el tema del crecimiento económico a largo plazo y las políticas dirigidas ostensiblemente a estimularlo, no parece estar muy extendido el reconocimiento de que un análisis económico adecuado de estas cuestiones exige un estudio minucioso de la historia económica, aunque sólo sea porque en ella se encuentran las pruebas pertinentes. Los historiadores económicos han proporcionado el material necesario, en forma de ideas brillantes, potentes análisis y una sorprendente profusión de datos de larga duración. Sin embargo, ninguno de ellos ha recibido la atención que merece por parte de los economistas en general.

Para dramatizar el tipo de reorientación que puede sugerir la información a largo plazo, imaginemos una predicción convincente según la cual, durante el próximo siglo, el crecimiento de la productividad de Estados Unidos permitirá triplicar el PNB per cápita al tiempo que se reduce casi a la mitad el número de horas del año laboral medio, y que esto irá acompañado de un aumento de siete veces en las exportaciones. Se trata de un pronóstico muy optimista. Pero ninguna de estas cifras es ficticia. De hecho, el Reino Unido se encontró con esta evolución en 1870, justo cuando su liderazgo económico empezaba a erosionarse.

Este documento esboza algunas implicaciones de los datos disponibles a largo plazo sobre productividad y variables afines, algunas provisionales, otras señaladas previamente por historiadores económicos y otras que arrojan una luz un tanto sorprendente sobre la evolución de los países industrializados desde la Segunda Guerra Mundial. Una de las principales observaciones que se desprenden de estos datos es la notable convergencia de la producción por hora de trabajo entre los países industrializados. Casi todas las principales economías de libre empresa se han acercado al líder, y existe una fuerte correlación inversa entre el nivel de productividad de un país en 1870 y su tasa media de crecimiento de la productividad desde entonces. Los datos de la posguerra sugieren que el fenómeno de convergencia se extiende también a las economías "intermedias" y a las de planificación centralizada. Sólo los países menos desarrollados y más pobres no muestran esta tendencia.

También se pondrá de manifiesto que, a lo largo del siglo, la tasa de crecimiento de la productividad estadounidense ha sido sorprendentemente estable y, a pesar de los temores expresados con frecuencia, no hay indicios recientes de una ralentización a largo plazo del crecimiento de la productividad total de los factores o de la productividad laboral en Estados Unidos. Y aunque, salvo en tiempos de guerra, durante la mayor parte de un siglo las tasas de crecimiento de la productividad de Estados Unidos han sido bajas en relación con las de Alemania, Japón y otros países, es posible que esto no sea más que una manifestación del fenómeno de convergencia, que exige que los países que antes estaban rezagados crezcan más rápidamente. Así pues, el documento tratará de disipar estos y otros malentendidos aparentemente extendidos entre quienes no han estudiado historia económica.

Los no especialistas pueden sorprenderse de los periodos tan largos que abarcan las series temporales de Beveridge, Deane, Kuznets, Gallman, Kendrick, Abramovitz, David y otros. Los índices de precios y salarios reales de Phelps Brown-Hopkins abarcan siete siglos. Maddison, Feinstein (y sus colegas) y Kendrick cubren la productividad, la inversión y otras variables cruciales durante más de 100 años. Obviamente, las magnitudes de las cifras anteriores son más que cuestionables, como no dejan de advertirnos sus compiladores. Sin embargo, el carácter cualitativo general de las trayectorias temporales es persuasivo, dada la amplia coherencia de las estadísticas, su aparente lógica interna y el cuidado puesto en su recopilación. En este documento, el periodo utilizado variará en función del tema y de la disponibilidad de datos. En la mayoría de los casos, se examinará algo cercano a un siglo, utilizando principalmente los datos proporcionados por Angus Maddison (1982) y R. C. 0.  Matthews, C. H. Feinstein y J. C. Odling-Smee (1982-en adelante, M-F-O).*

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