EXTREMISMO MICRO-MACRO
kristoforoSíntesis3 de Septiembre de 2014
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EXTREMISMO MICRO-MACRO Hasta hace relativamente pocos años, una de las principales divisiones dentro de la teoría sociológica estadounidense del siglo XX ha sido el conflicto entre teorías (y teóricos) microscópicas extremas y teorías (y teóricos) microscópicas1 extremas y, lo que es quizás más importante, el conflicto entre los que han interpretado de este modo las teorías sociológicas (Archer, 1982). Estas teorías e interpretaciones extremas de las teorías han tendido a dar la imagen de que existía un profundo y ancho abismo entre las teorías micro y las macro y, en términos generales, de que existía conflicto y desorden (Gouldner, 1970; Wardell y Turner, 1986a; Wiley, 1985) en la teoría sociológica. Aun cuando es posible interpretar (y muchos lo han hecho) a los teóricos clásicos de la sociología analizados en el primer capitulo de este libro (Marx, Weber, Durkheim, Simmel) como extremistas macro o micro, la perspectiva más defendible en la actualidad, o al menos la que orientará este capítulo, es que todos compartían una preocupación central por el vinculo micro-macro. Se puede considerar a Marx como fundamentalmente interesado por la influencia coercitiva y alienadora de la sociedad capitalista sobre los trabajadores (y los capitalistas) individuales. Weber puede ser considerado como fundamentalmente preocupado por la difícil situación del individuo dentro de la jaula de hierro de una sociedad formalmente racional. El interés central de Simmel era la relación entre la cultura objetiva (macro) y la cultura subjetiva (micro o individual). Y la preocupación central de Durkheim era el efecto de los hechos sociales en un nivel macro sobre los individuos y la conducta individual (por ejemplo, el suicidio). Si aceptamos estas descripciones de las preocupaciones centrales de los teóricos clásicos,
1 Aunque el uso de los términos mico y macro puede sugerir que estamos analizando una dicotomía, somos conscientes en todo momento del hecho de que existe un continuum que va del extremo micro al extremo macro.
puede armarse que gran parte de la teoría sociológica estadounidense de la última mitad del presente siglo se ha caracterizado por la ausencia de la preocupación por este vínculo y el predominio de los extremistas micro y macro, es decir, por el predominio de teorías y teóricos que asignaron una importancia extrema ora al nivel micro, ora al macro. Así, las teorías analizadas en la Segunda Parte de este libro tendieron al extremismo micro o macro. En el extremo macro se sitúan el funcionalismo estructural, la teoría del conflicto, algunas variantes de la teoría neomarxista (especialmente el determinismo económico y el marxismo estructural) y muchas formas de estructuralismo. En el extremo micro se sitúan el interaccionismo simbólico, la fenomenología, la etnometodología, la sociología existencial, la sociología conductista y la teoría del intercambio. Entre los extremistas macro más destacados del siglo XX se cuentan Par- sons (1966) con su «determinismo cultural»;2 la teoría del conflicto de Dahrendorf (1959), con su interés por las asociaciones imperativamente coordinadas; y el macroestructuralismo de Peter Blau, que viene resumido en su orgullosa de- claración: «Soy un determinista estructural» (1977a: x). El extremismo ma- croestructural también procede de otras fuentes (Rubinstein, 1986), como la teoría de redes de White, Boorman y Breiger (1976), la ecología de Duncan y Schnore (1959), y el estructuralismo de Mayhew (1980). Pocos son más extremistas que Mayhew, quien hace comentarios tales como: «En la sociología estructural la unidad de análisis es invariablemente la red social, y nunca el individuo» (1980: 349). En el extremo micro podemos identificar a una buena parte del interaccio- nismo simbólico y la obra de Blumer (1969a), quien parece que solía tener en mente el funcionalismo estructural cuando calificó el interaccionismo simbólico de teoría sociológica exclusivamente centrada en los fenómenos micro (para una interpretación totalmente diferente de la perspectiva de Blumer, véase el Capítulo 12). Un caso más claro de extremismo micro nos lo proporciona la teoría del intercambio y George Homans (1974), quien buscó una alternativa al funcionalismo estructural y la encontró en la orientación extremadamente micro del conductismo skinneriano. Luego está la etnometodología y su preocupación por las prácticas cotidianas de los actores. Garfinkel (1967) atacó el enfoque macro del funcionalismo estructural y su tendencia a convertir a los actores en «idiotas juiciosos». MOVIMIENTO HACIA LA INTEGRACION MICRO-MACRO Si bien el extremismo micro-macro ha caracterizado gran parte de la teoría sociológica del siglo XX, puede apreciarse durante la década de los años ochenta, especialmente en la teoría sociológica estadounidense, un movimiento de retirada 2 Incluso Jeffrey Alexander, destacado defensor de Parsons, admite el «prejuicio colectivista» (1987: 296) de Parsons; véase también Coleman (1986: 1310). Sin embargo, mientras Parsons influyó principalmente en la teoría colectivista, también es posible encontrar en su obra una poderosa teoría integradora micro-macro.
del extremismo micro-macro y de acercamiento al consenso general de que la preocupación central debe ser la integración (la síntesis o el vínculo) de las teorías micro y las macro y/o los niveles de análisis social. Esto supuso un cambio drástico con respecto a la década de los años setenta, cuando Kemeny afirmó: «Se presta tan poca atención a esta distinción, que los términos "micro" y "macro" no suelen aparecer en los índices analíticos de los trabajos sociológicos» (1976: 731). Puede afirmarse que, al menos en este sentido, los teóricos estadounidenses de la sociología han redescubierto el proyecto teórico de los primeros maestros. Aunque estos desarrollos son característicos de la década de los años ochenta, hubo en años anteriores otros trabajos aislados que abordaron directamente la cuestión del vínculo micro-macro. Por ejemplo, a mediados de la década de los años sesenta, Helmut Wagner (1964) analizó la relación entre las teorías micro y macro. A finales de la década, Walter Wallace (1969) examinó el contihuum micro-macro, pero este examen desempeñaba un papel secundario en su análisis y fue calificado de «complicación» en la taxonomía básica de la teoría sociológica que elaboró. A mediados de la década de los años setenta, Kemeny (1976) pidió que se dedicara más atención a la distinción micro-macro, así como a los modos en los que se relacionaban lo micro y lo macro. Pero ha sido la década de los años ochenta la que ha sido testigo de un florecimiento de los trabajos sobre la cuestión del vínculo micro-macro. Collins afirmó que la obra sobre este tema «promete ser un área significativa de avance teórico en los próximos años» (1986a: 1350). Eisenstadt y Helle, en su intro- ducción a su obra de dos volúmenes, uno dedicado a la macroteoría (Eisenstadt y Helle, 1985a) y otro a la microteoría (Helle y Eisenstadt, 1985), concluyeron que «la confrontación entre la teoría micro y la macro pertenece al pasado» (1985b:3). De modo similar, Münch y Smelser, al término de la antología The Micro-Macro Link [El vínculo micro-macro] (Alexander et al., 1987), afirmaron: «Los que han defendido controvertidamente que un nivel es más fundamental que el otro... están equivocados. Prácticamente todos los que han contribuido a este volumen han insistido correctamente en las interrelaciones entre los niveles micro y macro» (1987: 385). Por otra parte, aun cuando su intención era superarlo, el extremismo micro- macro del siglo XX influyó y distorsionó estos esfuerzos integradores de los años ochenta. La mayoría de los sociólogos que trabajan en pos de la integración se acercaron a ella desde perspectivas teóricas micro o macro, y estas perspectivas constituyeron camisas de fuerza que limitaron sus esfuerzos integradores. Si bien esto constituye un grave problema, hay indicios en la actualidad que nos sugieren que este problema está siendo superado. Entre las obras que se sitúan cerca del extremo microteórico encontramos los esfuerzos de Hechter (1983a, 1983b; véase también Wippler y Lindenberg, 1987) y Coleman (1990) basados en la teoría de la elección racional; el de Collins (1981a; 1987a; 1987b), centrado en las «cadenas rituales
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