La Organización Siempre En Aprendizaje
chrisrebelde1 de Octubre de 2013
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Explorando entre las aptitudes, habilidades, conocimientos y disposiciones con las que debe contar el STRATEGOS para llevar adelante su función principal, es decir la concepción y ejecución profesional de la Estrategia.
La importancia de los detalles. Bien haría el hombre en comprender de manera definitiva que el conjunto del universo que lo rodea está compuesto por una multiplicidad infinita de pequeñas cosas. Muchas cosas pequeñas otorgan vida a lo Grande, sin embargo esto último no da vida a nada pequeño y, en esencia, carece de vida en sí mismo. Todo el universo está formado por pequeñas y simples cosas, maravillosas pero minúsculas partículas que crean estructuras y fenómenos mayores.
El “camino de la construcción” de todas las cosas transita de lo pequeño a lo grande. Nunca tiene un sentido inverso. Cualquier cosa que el hombre desee construir debe partir por un pequeño detalle, por una cosa pequeña. Y en tanto a ella se le sumen otras y otras más, el cuerpo grandioso toma forma. Por este camino transita la vida de las personas, la vida de las organizaciones, las obras, el éxito (así como el fracaso), la felicidad, la amargura, etc. Todo transita de lo pequeño a lo grande, de los detalles al conjunto.
“Si yo pudiera volver a vivir mi vida...”. Al final de la vida, cuando el hombre se siente sinceramente incapaz de imaginar y desear un futuro remoto, entiende con claridad que toda su existencia está explicada y justificada tan sólo por “momentos”. Allí percibe ésa dramática realidad de haber vivido y disfrutado tan poco. Allí se da cuenta que la carrera en pos de lo grandioso ha consumido como fuego voraz el “tiempo pequeño”, el valioso detalle.
La tensión, ésa tormenta amenazante de la ansiedad, mata los pequeños momentos. La tensión nos otorga la solidez que tiene un pedazo de tela extendida bajo presión: un golpe pequeño y débil la rasga por completo. Curiosamente, entre el estado “relajado” y sereno encuentra el hombre más solidez para enfrentar las adversidades. De esta forma se asimilan mejor los golpes, se los procesa y se los trata.
“Si yo pudiera volver a vivir mi vida son pocas las cosas que conozco que tomaría en serio...”. Es verdad que resulta increíblemente difícil entender la relatividad que las cosas tienen. En medio del afán cotidiano cada minuto de vida parece el minuto final de un juego en el que se empeña todo. Las cosas que en contexto no pudieran ser más absurdas cobran dimensiones superlativas. En todo esto existe un error fundamental que le quita calidad y tiempo a la vida y a sus pequeños componentes.
Peter Drucker aconsejaba “tomar en serio el trabajo pero no tomarse muy en serio uno mismo”. Creo que aquí se encuentra una reflexión fundamental. ¡Tome las cosas con calma y no las haga suyas con mucha intensidad!, el día de mañana llega con nuevas respuestas y aire fresco.
“Si yo pudiera volver a vivir mi vida tendría más dificultades reales y menos imaginarias...”. El hombre es el único animal sobre este planeta que tiene el don de poder “imaginar” lo que será el futuro. Pero este magnífico regalo que por una parte le sirve para ser agente activo en la definición de su futuro, es también dolorosa vara cuando se asocia a lo que “el futuro le puede deparar a él mismo”.
El hombre dedica más tiempo del que pudiera estar consiente a “imaginar problemas” que el futuro puede depararle si ciertas condiciones actuales no tomaran la forma que, “en teoría”, podría evitarlos. Y esta disquisición atormenta y destruye momentos. Esta es, probablemente, una de las cosas más estúpidas que el ser humano hace, porque a partir de ella multiplica “de oficio” sus problemas. Suma “problemas imaginarios” a problemas reales y en este conjunto pierde.
Ahora bien, si en este preciso momento usted separa los que efectivamente
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