Levi Strauss - raza y cultura

Generalmente pensamos en el progreso como una línea recta y muchas veces vemos a las poblaciones como las tribus de África o del amazonas como pueblos “salvajes”, “barbáricos”, “que se quedaron en el pasado” pero lo cierto es que esa es una postura etnocentrista. Levi Strauss nos lo plantea en el libro con una metáfora de tren; un tren que va a la misma velocidad, pero en sentido contrario nos parecerá mas corto así como resultar borroso, provocando que seamos incapaces de notar detalles específicos así como tampoco podríamos notar los rostros de los pasajeros.

Esto lo lleva al planteamiento de que el progreso de una comunidad no debería ser visto desde un punto de vista estático, que se observa principalmente en los restos de estas comunidades antiguas. Las culturas se han elaborado en las propiedades particulares del medio y pensar que los comportamientos que tenían o siguen teniendo deben ser controlados o no permitidos es una postura ingenua, Levi-Strauss busca refutar ese pensamiento en el folleto.

Dentro del folleto nos podemos encontrar como Levi-Strauss contando como los conquistadores españoles intentaban averiguar si los indígenas poseían un alma, diseccionándolos con crueldad mientras que los indígenas vigilaban los cadáveres ahogados de los prisioneros para ver si se pudrían. Al intentar rehusar la humanidad a aquellos que parecen como los más "salvajes" o "bárbaros" de sus representantes, no hace más que copiarles una de sus actitudes típicas, una cosa que remarca curiosamente el auto es como la religión y los grupos fraternales se pronuncian contra este atentando contra la diversidad, aunque rápidamente la tacha de decepcionante para el espíritu.

El autor divide a las culturas en tres categorías: las que son sus contemporáneas, pero que se encuentran situadas en otro lugar del globo; las que se han manifestado aproximadamente en el mismo espacio, pero que la han precedido en el tiempo; en fin, las que han existido, a la vez, en un tiempo anterior al suyo y en un espacio diferente de aquel en el cual se sitúa.

Se ha visto que estos tres grupos pueden ser conocidos muy desigualmente. En el caso del último, y cuando se trata de culturas sin escritura, sin arquitectura y con técnica rudimentarias, se puede decir que no podemos saber nada de ellas y que todo lo que se trata de presentar a este respecto se reduce a hipótesis gratuitas. Por el contrario, es extremadamente tentador buscar establecer, entre las culturas del primer grupo, relaciones que equivalgan a un orden de sucesión en el tiempo. De las civilizaciones desaparecidas no conocemos más que ciertos aspectos, y estos son tanto menos numerosos cuanto más anticuada sea la civilización considerada, puesto que los aspectos conocidos son sólo aquellos que han podido sobrevivir a las destrucciones de los tiempos.

El procedimiento consiste pues en tomar la parte por el todo, en establecer, por el hecho de que ciertos aspectos de dos civilizaciones ofrezcan similitudes, la analogía de todos los aspectos. Hasta una época relativamente reciente, los Taimanianos, los Patagones, poseían instrumentos de piedra tallada, y ciertas tribus australianas y americanas los fabricaban aún. Pero el estudio de estos instrumentos nos ayuda muy poco a comprender el uso de los útiles de la época paleolítica. Una de las interpretaciones más populares, entre las que inspira el evolucionismo cultural, trata las pinturas rupestres que nos han dejado las sociedades del paleolítico medio como figuraciones mágicas ligadas a los ritos de caza.

Cuando el autor nos habla de la edad de la tierra pulida, nos habla de como esta corresponde a tres periodos distintos (paleolítico inferior, paleolítico medio y paleolítico superior) lo cual ha llevado a la conclusión no de un desarrollo estático si no de variaciones. Una vez más, todo esto no tiende a negar la realidad de un progreso de la humanidad, pero nos invita a concebirlo con más prudencia. El desarrollo de los conocimientos prehistóricos y arqueológicos tiende a desplegar en el espacio formas de civilización que estábamos inclinados a imaginar como escalonadas en el tiempo.

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