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flucker7 de Junio de 2014

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Hernando de Soto: La nueva clase media nació en Ayacucho

De cómo la lucha del campesinado contra Sendero Luminoso se vincula al surgimiento de los sectores capitalistas emergentes

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(Foto: Juan Ponce / Archivo El Comercio)

HERNANDO DE SOTO

Un terrorista, un campesino, un microbusero, un hayista y un samurái que la olieron y no la vieron; izquierdistas tránsfugas, militares y policías, todos olvidados por la memoria oficial, balanceándose sobre una torre derrumbada, gestaron –sin proponérselo– una economía política y las nuevas clases medias del Perú. Inspirado en las abducciones de Raúl Romero, la creatividad de Rolando Arellano y la rigurosidad de Alfredo Torres.

Entre 1990 y 2012, la nueva clase media peruana creció cuatro veces más rápido que la del resto de América Latina. ¿Por qué? Porque es un movimiento emancipador que hace medio siglo está en metamorfosis: De clases bajas a migrantes, y después a informales, sector del cual han emergido la nueva clase media y la minería informal.

La nueva clase media intuye que hay inversión gracias a que le ganó dos guerras seguidas a Sendero. Y si el actual modelo político-económico subsiste es porque respeta las actividades económicas de los emergentes y facilita su ascenso hacia la clase media. Y esta última tiene más autoestima que sus pares del continente porque sabe que su emancipación no le fue regalada, sino que se la ganó a pulso. Recordemos cómo se gestó:

1 Adiós igualdad hacia abajo. Las clases bajas abandonan tradiciones de trabajo entre conocidos y de considerar como virtudes la igualdad hacia abajo y la pobreza compartida. Migran hacia mercados en expansión para cooperar con peruanos desconocidos, en la patria grande, donde escalar clases no es mal visto.

2 Antes que Chile y la Confiep. En los 60 los migrantes llegan y desarrollan una economía libre pero informal, 10 años antes que en Chile y sin dictador. Se rebelan contra la “permisología” y exigen moneda estable 20 años antes que Hayek y Friedman visiten Lima, 25 antes que nazca la Confiep y 30 antes de la reinserción del Perú en el sistema financiero global.

3 Mártires de la clase media naciente. En 1981 (A), los campesinos se rebelan contra Sendero Luminoso (SL), que quiere colectivizar sus parcelas y prohibir los mercados. SL no reparó en que gran parte de las parcelas ya eran privadas por consenso entre los campesinos y que estos querían ser clase media. SL los castigó y entre 1981 y 1983 asesinó a unos 4.600.

4 Primera insurgencia antiexpropiación. En defensa de los valores de la clase media incipiente, en 1984 (C) unos 20 mil campesinos ayacuchanos se organizan ilegalmente en comités de defensa antisubversiva (Decas); pasan a la ofensiva y en 1986 (D) recuperan buena parte de sus valles, obligando a SL a refugiarse en las alturas.

5 Segundo martirologio. En 1986 SL retorna a los valles, mejor organizado y con gran financiamiento. Sigue asesinando campesinos, en 1990 recupera lo perdido y se expande al 60% del territorio nacional (E).

6 Lima no la ve. Solo 15% de los limeños creía que SL ganaría la guerra. A la mayoría le preocupaban más la desintegración económica y la pérdida de autoridad. Para SL, Lima era de interés “complementario”, por eso no desplegó más del 2% de su violencia sobre ella.

7 EE.UU: “Sendero puede ganar”. EE.UU. evalúa que el gobierno está por ser vencido (F). La Corporación Rand informa que el Perú está “al borde del colapso” y que “SL puede ganar”. En el Departamento de Estado se vaticina una posible matanza igual a la de Pol Pot en Camboya (casi 3 millones de muertos).

8 Campesinos sí la ven. En 1988 los campesinos ya tenían claro que la raíz de sus problemas era la ilegalidad de sus organizaciones. Ser ilegal en tiempos de guerra suponía graves problemas. No tenían una protección legal. No podían portar armas, combatían solo con lanzas, hondas, cuchillos, y algunos con escopetas artesanales. No era posible para el Estado contar con información para distinguirlos de los terroristas. Crecía así el resentimiento contra el Estado.

9 La trampa categórica. Los campesinos tenían razón pero el Estado no podía apoyarlos abiertamente. ¿Cómo podía el Estado aliarse con ilegales? Kant hubiese definido esto como una “trampa categórica”. Ella consistió en que se colocaba en un fichero dos categorías distintas: los ilegales buenos (que recurrían a medios ilegales para desarrollar actividades legítimas) y los ilegales malos (narcos, criminales y terroristas). Para usted, amigo lector, es evidente que Sendero –no los campesinos– le declaró la guerra al Perú; que unos eran los agresores y los otros los agredidos; que unos deseaban integrarse al sistema legal y otros deseaban destruirlo; que unos eran campesinos “no leídos” –como ellos mismos se llaman– mientras que SL estaba conformado por profesores. Pero no importa que usted entienda la diferencia. En los 80 todos eran estigmatizados por igual.

10 Ajedrez para romper la trampa. Romper la trampa categórica significaba sacar a los ilegales buenos del fichero criminal y aceptar que no todos podían llegar a ser legales a la misma velocidad. Se necesitaba que las nuevas reglas de juego incluyeran a los distintos comportamientos que hasta entonces se habían castigado.

El derecho de los 80 era como el juego de damas, que impone el mismo movimiento a todas las piezas en el tablero. Un juego excluyente. A diferencia de Sendero –que pedía patear el tablero–, los campesinos querían jugar pero algo como ajedrez, un juego que permite el movimiento disímil de piezas distintas.

¿Sería capaz la sociedad leída de entender que a veces, cuando el derecho pierde vigencia, los “no leídos” tienen razón? ¿Se daría cuenta de que para aislar a SL había que arrebatarle su potencial base social?

11 Uchuraccay y el alto costo de jugar damas. En 1983 (B), cuando el presidente Belaunde creó la comisión investigadora del Caso Uchuraccay para aclarar el asesinato de ocho periodistas en ese pueblo, los campesinos del Trapecio Andino batallaban contra SL, reclamando que el Perú formal les enviara al menos una señal de aliento. El Informe Uchuraccay se quedó corto. En su página 17 dice: “¿Es posible hacer aquellos distingos jurídicos, clara y precisamente establecidos por nuestra Constitución y nuestras leyes, ante hombres que viven en las condiciones de primitivismo, aislamiento y abandono de Uchuraccay? ¿Es posible, a hombres que viven en el estado anímico de esos comuneros en los días que preceden a la matanza, ilustrarlos con exactitud y discernimiento sobre las sutilezas de un sistema jurídico que, en la práctica, está a menudo contradicho por las prácticas cotidianas y tradicionales de la vida comunal?”.

Esta reflexión define al derecho peruano como claro, preciso, sutil y totalmente reñido con el “primitivismo” de los campesinos. Estupendamente bien escrita, conmocionó al Perú y dio la vuelta al mundo, pero cerró aun más la trampa categórica.

12 Uchuraccay y las ventajas de jugar ajedrez. Lo que sí sabemos, porque los hemos seguido, es que luego de tres décadas los habitantes de Uchuraccay han probado que de primitivos no tienen nada. Varios han ascendido a la clase media y hoy son empresarios del comercio y del transporte en Huanta, de metalmecánica en Tambo, mayoristas de granos en Huaychao, dueños de radios en Lima, funcionarios públicos en Ayacucho, profesores en ciencias sociales aquí y allá. Esta gestación de la clase media también se dio en el resto del país: los llamados primitivos integran los sectores sociales que más han crecido en los últimos años. De hecho, mientras que la tasa de crecimiento del PBI per cápita entre 1990 y 2002 es el doble que la del resto de Latinoamérica, la tasa de crecimiento de la clase media cuadruplicó la de la región en el mismo período.

La creación de la nueva clase media significa que en algún momento después de Uchuraccay los “primitivos” empezaron a romper la trampa categórica, que el Estado dejó de lado las damas, que el Perú decidió jugar ajedrez y dispuso las piezas para poner en jaque al terror.

13 Guzmán reconoce el jaque. Abimael fue el primero en percatarse de que estaba siendo derrotado por organizaciones campesinas recategorizadas. A mediados de los 90, admitió que “el problema se expresa en una inflexión… han ocupado algunos puntos y nos han desalojado”. Cada vez que entraba en algún lugar, era confrontado y rechazado por una clase media emergente que él llamó “fuerzas armadas reaccionarias por mandato”. En efecto, desde fines del 91 las Decas se habían sextuplicado, convirtiéndose en una fuerza de 120.000 hombres que, junto a los 30.000 efectivos de las FF.AA., combatió y derrotó a SL como fuerza militar y opción política.

Para él, el acceso rápido de los campesinos a la propiedad formal, a la empresa y al comercio exterior era “parte del control de la población y recursos de la guerra de baja intensidad que pretende movilizar a las masas para sus planes de pacificación… O sea los hombres y armas los pone la masa, ellos no ponen nada”. Seguramente refiriéndose al punto G del gráfico.

Según Guzmán, todo obedeció a un plan cuyo eje fue el Convenio Antidrogas con EE.UU. y que, a través de tratados internacionales y reformas internas, “… apunta contra la guerra popular y busca aniquilarla […] Ha sido concebido e implementado por Hernando de Soto agente directo del imperialismo

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