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Perspectivas alternativas sobre la política de estabilización


Enviado por   •  18 de Diciembre de 2018  •  Apuntes  •  10.984 Palabras (44 Páginas)  •  223 Visitas

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18 Perspectivas alternativas sobre la política de estabilización

La función del banco central es retirar la jarra de sangría justo en el momen- to en que empieza la fiesta.

William McChesney Martin

Lo que necesitamos no es un hábil conductor monetario del vehículo económi- co que mueva continuamente el volante para adaptarse a las irregularidades imprevistas del camino, sino un mecanismo que impida que el pasajero mone- tario que va en el asiento de detrás como lastre se abalance hacia delante y dé un volantazo que amenace con echar al automóvil fuera de la carretera.

Milton Friedman

¿Cómo deben responder los responsables de la política económica al ciclo econó- mico? Las dos citas anteriores –la primera de un antiguo presidente de la Reserva Federal y la segunda de un destacado crítico del Fed– muestran la diversidad de opiniones sobre cuál es la mejor respuesta a esta pregunta.

Algunos economistas, como William McChesney Martin, consideran que la economía es inherentemente inestable y que la demanda y la oferta agregadas experimentan perturbaciones frecuentemente. A menos que las autoridades eco- nómicas utilicen la política monetaria y fiscal para estabilizar la economía, estas perturbaciones provocarán fluctuaciones innecesarias e ineficientes en la produc- ción, el paro y la inflación. Según el dicho popular, la política macroeconómica debe «navegar a contracorriente», estimulando la economía cuando esté en rece- sión y frenándola cuando esté recalentada.

Otros economistas, como Milton Friedman, consideran que la economía es estable por naturaleza y acusan a las malas decisiones económicas de las grandes fluctuaciones que a veces se observan. Sostienen que la política económica no debe tratar de «sintonizar perfectamente» la economía. Los responsables de la po-

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lítica económica deben admitir, por el contrario, su limitada capacidad y sentirse satisfechos con no causar ningún daño.

Este debate, que ha persistido durante décadas, tiene numerosos protagonistas que han expuesto diversos argumentos para defender sus posturas. Cobró especial relevancia cuando las economías de todo el mundo se sumieron en una recesión en 2008. La cuestión fundamental es saber cómo hay que utilizar la teoría de las fluctuaciones económicas desarrollada en los capítulos anteriores.

En este nos hacemos dos preguntas inspiradas en este debate. En primer lugar, ¿debe la política monetaria y fiscal tratar activamente de estabilizar la economía o debe permanecer pasiva? En segundo lugar, ¿deben tener libertad los respon- sables de la política económica para responder a discreción a los cambios de la situación económica o deben comprometerse a seguir una regla fija?

18.1 ¿Debe ser la política económica activa o pasiva?

Los responsables de la política económica consideran que la estabilización econó- mica es una de sus principales competencias. Como hemos visto en los capítulos anteriores, la política monetaria y la política fiscal pueden ejercer una poderosa influencia en la demanda agregada y, por lo tanto, en la inflación y en el paro. Cuando el Parlamento o el Gobierno consideran la posibilidad de introducir un cambio en la política fiscal o cuando el banco central estudia un cambio de su po- lítica monetaria, lo primero es dirimir de qué manera el cambio previsto irá en la inflación y el paro y si será necesario estimular o contener la demanda agregada. Aunque los gobiernos gestionan desde hace tiempo la política monetaria y fis- cal, la idea de que deben utilizar estos instrumentos para tratar de estabilizar la economía es más reciente. En Estados Unidos, la Employment Act (ley de empleo) de 1946 fue una ley que marcó un hito y en virtud de la cual el Gobierno de este país fue declarado responsable por primera vez de los resultados macroeconó- micos. Establece que «fomentar el pleno empleo y la producción... es una de las directrices y competencias permanentes del Gobierno federal». Esta ley se redactó cuando aún permanecía vivo el recuerdo de la Gran Depresión. Los legisladores que la redactaron creían, como muchos economistas, que si el Gobierno no in- tervenía activamente en la economía, algunos acontecimientos de consecuencias devastadoras, como la Gran Depresión, iban a ocurrir de manera sistemática.

Para muchos economistas, los argumentos a favor de una intervención activa del Gobierno son claros y sencillos. Las recesiones son periodos de elevado paro, baja renta y aumento de las dificultades económicas. El modelo de demanda y ofer- ta agregadas muestra que las perturbaciones de la economía provocan recesiones. También muestra que la política monetaria y fiscal puede evitar (o al menos ate-

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nuar) las recesiones resultantes de estas perturbaciones. Desde este punto de vista, sería un despilfarro no utilizar estos instrumentos para estabilizar la economía.

Otros, en cambio, critican los intentos de los gobiernos de estabilizar la econo- mía. Sostienen que estos no deben intervenir en la política macroeconómica. A pri- mera vista, esta idea puede parecer sorprendente. Si nuestro modelo muestra cómo puede evitarse o reducirse la gravedad de las recesiones, ¿por qué quieren estos críticos que los gobiernos se abstengan de utilizar la política monetaria y fiscal para estabilizar la economía? Para averiguarlo, examinemos algunos de sus argumentos.

Retardos en la aplicación y en los efectos de las medidas económicas

La estabilización económica sería fácil si los efectos de la política económica fue- ran inmediatos. Gestionar la política sería como conducir un automóvil: bastaría con que las autoridades económicas ajustaran sus instrumentos para mantener la economía en la senda deseada.

Sin embargo, gestionar la política económica se parece más a gobernar un gran barco que a conducir un automóvil. Un automóvil cambia casi inmediatamente de dirección cuando se gira el volante. En cambio, los barcos cambian de dirección mu- cho después de que el piloto haya ajustado el timón, y una vez que el barco comien- za a girar, continúa girando mucho tiempo después de que el timón haya retornado a su posición normal. Un principiante probablemente gire excesivamente el timón y cuando se dé cuenta del error, reaccionará excesivamente girándolo demasiado en el sentido opuesto. El resultado puede ser un rumbo inestable; el principiante responderá a los errores anteriores haciendo correcciones cada vez mayores.

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