Transtornos de deficit atencional. La importancia de la detección temprana
Juliana RodriguezInforme18 de Noviembre de 2025
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Uno de cada 10 niños tiene trastorno de déficit atencional
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Si su hijo es apodado como “terremotito”, su conducta enérgica e impredecible lo marea, o su carácter distraído le provoca preocupación, puede que tenga déficit atencional. La complejidad de este síndrome requiere de un diagnóstico y tratamiento temprano, para evitar complicaciones que trunquen la vida de los afectados.
El 21 de junio se conmemora el Día Latinoamericano del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), con el fin de concientizar sobre este síndrome que afecta, tanto a nivel conductual como cognitivo, a niños y adultos, y que se caracteriza por la deficiencia atencional, la hiperactividad y la impulsividad.
Si bien no se ha identificado una causa única de este desorden, existe una vulnerabilidad neurobiológica y determinado contexto que facilitan la presentación del cuadro clínico.
En Chile, un estudio liderado por la doctora Flora de la Barra indicó que el 10,3% de los niños -de entre 4 a 18 años- padece algún tipo de déficit atencional. Los hombres concentran el 9,7% y las mujeres el 10,9%, lo que demuestra que no hay una diferencia significativa entre ambos sexos.
En cuanto a los niños de Latinoamérica, “se estima que entre un 5% y 7%, o sea, estamos sobre lo que serían los niveles internacionales”, advierte la doctora Muriel Halpern, psiquiatra infantil y adolescente de la Clínica Psiquiátrica del Hospital Clínico Universidad de Chile.
Si bien suele asociarse con la infancia, este problema afecta también a adultos, por lo que la identificación y tratamiento oportuno de esta enfermedad marca notoriamente la diferencia en su calidad de vida.
La importancia de la detección temprana
“El rendimiento académico es el principal motivo de consulta. Siendo niños inteligentes, no logran el rendimiento suficiente para su grupo de referencia, o bien es irregular, es decir, tienen buenas notas en un momento, malas en otro”, afirma la doctora Halpern respecto a esa inestabilidad que hace sospechar de la presencia del déficit atencional.
Sus repercusiones van más allá. Son tres los síntomas centrales que producen un fuerte impacto social, académico y laboral en la vida de los pacientes.
La atención: los menores tienen dificultad para mantener la concentración de forma sostenida, por lo que tienen periodos de atención muy breves. En cuanto a sus actividades diarias y escolares, evitan comenzarlas, las abandonan, se aburren rápido, o interrumpen de forma repentina sus quehaceres o a los demás. Sin duda, los identifica su alta tendencia a la distractibilidad, y suelen ser las niñas las más inatentas.
La hiperactividad: el perfil de estos chicos es el de “un niño impulsado por su propio motor”, como describe la psiquiatra. Siempre está moviéndose, trepando, corriendo, mostrando una elevada curiosidad y, en ocasiones, una gran osadía que los lleva a conductas arriesgadas (como subirse a un techo o cruzar la calle sin mirar a los lados). En general, su hiperactividad no tiene un propósito definido. Su dinamismo, sin duda, provoca un impacto y disrupción en el ambiente.
La impulsividad: la dificultad para frenar y controlar su comportamiento forma parte del tercer aspecto, que afecta tanto a nivel conductual como intelectual.”El niño responde antes de que se termine la pregunta, interrumpe a los otros cuando está conversando, no puede esperar en su turno, se sale de la fila”, cuenta la doctora Halpern, quien resalta la posibilidad de que estos impulsos acarreen riesgos mayores.
Con la ayuda de un buen tratamiento multimodal -que incluye terapia farmacológica y la psicoeducación-, se reducen los desórdenes de comportamiento, mejora el rendimiento académico y se hace la vida más fácil para los chicos.
Más allá de la mejora de calificaciones, es crucial preocuparse también del desarrollo emocional, social y moral de los niños.
De lo contrario, la psiquiatra infantil desprende un problema más profundo y necesario de cautelar: el mal desarrollo de la autoestima y autoconcepto de los chicos, lo cual muchas veces sucede ante las numerosas dificultades ocasionadas por el déficit atencional.
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