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Atencion A La Primera Infancia


Enviado por   •  11 de Mayo de 2013  •  2.419 Palabras (10 Páginas)  •  664 Visitas

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Atención y Educación de la Primera Infancia

La primera infancia se define como el periodo que va del nacimiento hasta los ocho años de edad. Etapa de extraordinario desarrollo del cerebro, esta fase sienta las bases del aprendizaje posterior.

En los países en desarrollo, 10,5 millones de niños menores de cinco años mueren anualmente, víctimas de enfermedades que podrían prevenirse.

La UNESCO fomenta programas de atención y educación de la primera infancia (AEPI) que se ocupan de la salud, la alimentación, la seguridad y el aprendizaje, y que contribuyen al desarrollo integral de los niños. La AEPI forma parte de un conjunto de programas que tienen por objeto la promoción de una educación inclusive

La Oficina del IIPE en Buenos Aires lanzó un nuevo sitio web dentro del marco de SITEAL*: elSIPI (Sistema de Información Sobre La Primera Infancia) sistematiza la información sobre las acciones orientadas al cumplimiento de los derechos de la primera infancia en América Latina, y da cuenta del grado de cumplimiento de estos derechos. El sistema ofrece datos actualizados de las normativas y las políticas en 19 países y provee estadísticas regionales. Para facilitar la búsqueda, se puede acceder a los datos filtrados por país o por grupo de derechos.

Desde el enfoque adoptado por el SIPI, se concibe a las niñas y niños pequeños como sujetos de derechos. No se considera a la niñez como una etapa de paso hacia la adultez sino como un momento de la vida con valor en sí mismo y se entiende a las acciones públicas orientadas a la primera infancia como una obligación de los Estados.

La perspectiva de derechos ofrece así un marco rico desde el cual abordar a la primera infancia al establecer claramente aquello que el Estado debe garantizar a un niño desde los inicios de la vida.

* El Sistema de Información de Tendencias Educativas en América Latina (SITEAL) es un programa conjunto desarrollado entre el IIPE y la OEI. Busca promover un mayor entendimiento sobre los sistemas educativos y la relación entre la educación y el nivel de vida en los países de América Latina, a través de la sistematización, el procesamiento, el análisis y la difusión de la información cuantitativa producida por diversas instituciones públicas de la región, así como el conocimiento conseguido a partir de tal información.

Todo niño tiene derecho a la educación

El derecho a la educación no es sólo un derecho humano en sí mismo, sino que también es un factor esencial para el ejercicio de todos los demás derechos humanos. El 20 de noviembre de 2010, el mundo conmemora el aniversario de la firma de la Convención de los Derechos del Niño. ¿Pero qué ha significado este documento para el derecho de los niños a la educación?

“Esta Convención es el mejor ejemplo de ratificación de cualquier convenio. Ha recibido un respaldo universal, con la excepción de dos países”, señala Kishore Singh, Relator Especial de las Naciones Unidas sobre el derecho a la educación. “Lo que necesitamos ahora es centrarnos más en la aplicación eficaz del derecho a la educación, en particular en el plano nacional, de conformidad con lo estipulado en los artículos 28, 29 y 30 de la Convención”.

La brecha entre la ratificación y la aplicación puede verse en el hecho de que 69 millones de menores, la mayoría de los cuales son niñas, todavía siguen privados de enseñanza. Incluso muchos de los que tienen acceso a la escuela reciben una instrucción de escasa calidad y dejan la enseñanza sin haber adquirido las competencias básicas o el respeto por el prójimo u otros valores fundamentales.

Entonces, ¿qué potestad tiene la Convención sobre los Derechos del Niño? “Su autoridad, para los Estados que la han ratificado, consiste en que es vinculante”, afirma Kishore Singh, y señala que, según los artículos 28, 29 y 30 de la Convención, los Estados tienen la obligación jurídica de garantizar el derecho a la educación. “En su condición de garantes y promotores del derecho a la educación, los Estados deben incorporar esas obligaciones a sus Constituciones y códigos jurídicos, y deben tomar medidas para mejorar las políticas y estrategias relativas a la educación, a fin de hacerlas efectivas”, añade. Y termina diciendo. “En el vigésimo aniversario de la Convención, ese es el reto máximo: eliminar las desigualdades en materia de enseñanza y velar por que las obligaciones esenciales de los Estados en lo tocante al derecho a la educación permanezcan en primera plana, a fin de acelerar la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio y hacer avanzar la iniciativa de Educación para Todos, mediante el reconocimiento de que ese principio no es sólo un derecho humano en sí mismo, sino además un factor indispensable para el ejercicio de los demás derechos humanos”.

El indicador de gasto público en educación como porcentaje del PIB permite tener una idea acerca de la prioridad que reviste la educación dentro de la asignación de recursos de un país. América Latina y el Caribe, para el año 2008, destinan en promedio alrededor del 4,7% del PIB para la educación. Dicho porcentaje es bastante cercano al promedio de inversión en este ítem que registran los países de la OCDE que asciende al 5,7% del producto.

Analizando el gasto educativo en relación al PIB, que mide el esfuerzo que realizan los países en inversión educativa, se observa en el gráfico siguiente que Cuba es el que más inversión pública tiene en este tema con un nivel del 13% del producto interno bruto. Los demás ejecutan un gasto bastante más conservador que sólo en seis casos (San Vicente, Barbados, Bolivia, Santa Lucía, Jamaica y Guyana) alcanza entre el 6 y el 7%. Mientras que en otros 13 países la inversión en educación llega a niveles más modestos que se ubican entre el 2 y el 4%. El caso extremo es Bermudas que apenas destina el 1,2% del PIB a educación.

El gasto público en educación bajó su nivel de participación en el PIB, del 5% en el año 2000 al 4,7% en el año 2008. Esto se debe posiblemente a que el gasto en educación se expandió en este período a un ritmo menor al de economía en su conjunto. Comparando entre países, se pueden registrar comportamientos algo disímiles, ya que algunos experimentaron un incremento de esta participación de entre uno y dos puntos porcentuales, como son los casos de Barbados, Bolivia, Jamaica y Brasil. El caso de Cuba es excepcional, ya que su incremento es del orden de los seis puntos porcentuales. En los demás casos, la participación del gasto educativo con respecto al PIB se mantiene en niveles similares o ligeramente inferiores al correspondiente al año 2000, excepto en Santa Lucía, Guyana, Paraguay y Panamá donde se redujo su participación entre 1 y 2 puntos porcentuales.

Es importante también conocer qué lugar ocupa la educación dentro de la composición del gasto público regional total (Gráfico 2.2.). Para el año 2008, alrededor del 15% de éste se orienta a educación. En el gráfico siguiente, se destaca que hay dos naciones (Costa Rica y Perú) que destinan más de un quinto de su presupuesto a la educación, seguidas muy de cerca por Cuba y Chile que se ubican en el 18,5%. En el extremo opuesto se encuentran países que destinan menos del 12% de su presupuesto a la educación (Paraguay, Uruguay, Dominica y República Dominicana).

El gasto educativo regional también experimentó un ligero decrecimiento entre el 2000 y el 2008. Considerando el promedio de los países para los que se cuenta con información, esta participación se redujo del 15,4% en el año 2000, al 14,9% para el 2008. Colombia, El Salvador, Santa Lucía, Guyana, Dominica y República Dominicana experimentaron contracciones significativas superiores a los cuatro puntos porcentuales. Los demás países mantienen una participación de nivel similar a la del año 2000. Solo Cuba y Chile ostentan un incremento mayor de alrededor de 3 y 2 puntos porcentuales respectivamente.

Otra manera de analizar la importancia que reviste la inversión educativa para la región es a través del gasto público promedio por alumno en educación primaria como porcentaje del PIB por habitante. Este indicador permite comparar el gasto público que cada país realiza por alumno en educación en relación a su capacidad de inversión per cápita.

En promedio, la región gasta por alumno de educación primaria alrededor del 13,2% del PIB per cápita, aunque este indicador muestra una gran variación entre países. En el año 2008, según se puede observar en el siguiente gráfico, los porcentajes fluctuaron de un 1,1% en Honduras a un 44,7% en Cuba. Se identifican cuatro con gasto promedio que supera el 20%: Cuba, Barbados, San Vicente y las Granadinas y Dominica.

En el caso de la educación secundaria, tal como se muestra en el gráfico siguiente, el rango de gasto público por alumno como porcentaje del PIB per cápita fluctúa entre 1,1% en Honduras y 51,9% en Cuba, observándose un promedio de

16%. En 8 países para los que se cuenta con información, se destaca que este gasto

supera el 20% de su PIB per cápita: Cuba, Jamaica, San Vicente y las Granadinas,

Barbados, Anguila, Islas Caimán, Argentina y Belice

Gasto privado en educación

El financiamiento de la educación proviene de los recursos públicos que

asigna el Estado para esta finalidad y, además, de las erogaciones que realizan los

hogares y otras entidades privadas. Dichos gastos se orientan al pago de aranceles

de escuelas privadas, libros, útiles escolares u otros relacionados con la asistencia

de los niños y adolescentes al sistema educativo. El gasto privado tiende a

incrementarse en la medida que se amplía la cobertura de alumnos que concurren

a escuelas privadas, aunque también hay países donde el financiamiento privado

como aporte en la educación pública es importante. Como la información sobre el

gasto privado en educación es escasa, solamente hay datos sobre una muy reducida

cantidad de países.

En promedio, para los 11 países para los que se cuenta con información,

alrededor del 20% del gasto total en escuelas primarias corresponde al sector

privado. En República Dominicana la participación privada en las escuelas primarias

se eleva al 50%, mientras que Argentina, Cuba y El Salvador esta se reduce a menos

del 10%.

En la educación secundaria hay un aporte privado ocho puntos porcentuales

mayor al que se observa en instituciones primarias. En efecto, para los países

que se dispone de información (ver Gráfico 2.6.) el promedio de gasto privado

alcanza al 28,9% del total de gasto en instituciones secundarias. En casos como el

de Guatemala y República Dominicana el gasto privado supera el 50% del total,

mientras que en el otro extremo se ubican Barbados y El Salvador donde el gasto

privado en educación secundaria se reduce a menos del 10% del total de gasto en

instituciones secundarias.

Si se analiza el gasto por nivel de enseñanza, se destaca que, en el nivel

primario, el gasto privado tiene menor relevancia que en el nivel secundario. En

otras palabras, la prioridad que ocupa la educación básica en la agenda política

de los Gobiernos de la región se ve reflejada en la mayor participación del gasto

público en el financiamiento del nivel primario. Eso se debe al hecho de que los Estados se han comprometido por ley de ofrecer una educación primaria

universal gratuita.

Se puede observar asimismo cierta asociación de orden inverso entre el nivel

de gasto público en educación que alcanza un país y el aporte que realiza el sector

privado. Es decir, que cuando los Gobiernos realizan mayores esfuerzos para invertir

en este ámbito, se requiere una menor contribución privada para financiar el gasto

educativo. Guyana, Barbados, Argentina, México corroboran esta tendencia ya que

son los que asignan un mayor porcentaje del PIB al gasto público en educación y son

los que registran a su vez menor aporte privado. En cambio, Chile, Guatemala, Perú

registran un porcentaje menor de gasto público en educación y, en contrapartida,

requiere una mayor contribución privada

ATENCIÓN Y EDUCACIÓN DE LA PRIMERA INFANCIA

Investigaciones de los últimos años, realizadas desde diversas perspectivas

con respecto al desarrollo infantil,

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pusieron el tema de la Atención y Educación

de la Primera Infancia (AEPI) en un nuevo foco de atención e insistieron en su

importancia como base para el desarrollo humano a lo largo de toda la vida.

Hay consenso que una atención integral de calidad en los primeros años

de la vida favorece el desarrollo educativo posterior y los logros de aprendizaje,

y contribuye a reducir las desigualdades. Una buena atención y educación desde

el nacimiento produciría resultados potencialmente más favorables, entre los que

se cuentan la reducción de los porcentajes de repetición y deserción, agresión y

violencia; y la socialización en general, para participar en el desarrollo de cada país

en su sentido más amplio. Además la AEPI reduce la malnutrición y la mortalidad

infantil.

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Consecuentemente, la primera meta del Marco de Acción de Dakar llama

por extender y mejorar la protección y educación integrales de la primera infancia,

especialmente para los niños más vulnerables y desfavorecidos.

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En las legislaciones, las políticas y los programas de la mayoría de los países

latinoamericanos y caribeños, el tema de la AEPI está plenamente asumido y se

define como el nivel educativo cuya población destinataria son los niños y las niñas,

desde el nacimiento o los tres meses de vida hasta los cinco o seis años, según se

establezca la edad de inicio de la educación básica. Para la modalidad de la AEPI

existen diferentes denominaciones en los Estados y suele organizarse, al igual que

la educación básica, en dos o tres ciclos. Habitualmente el último ciclo suele recibir

la denominación de “preescolar” o “preprimario”, en tanto que los ciclos anteriores

se suelen denominar “educación parvularia”, “inicial” o “de la infancia”.

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Como existe muy poca información estadística sobre la atención y educación

de menores entre cero y tres años, el siguiente análisis tiene que reducirse a la

educación preprimaria.

En el último tiempo la tasa neta de matrícula en la educación preprimaria se

ha incrementado progresivamente en la región. Mientras que en 2000 el promedio

de las tasas netas de matrícula en los países sobre los cuales había información

era del 54,1%, en 2008, este promedio era del 65,3%, es decir hubo un aumento

de alrededor del 11% en el promedio de las tasas en este período. Sin embargo, los

datos aún muestran grandes diferencias respecto a la matrícula entre los países de

la región. Hay por lo menos ocho con tasas superiores a 80% y por lo menos seis

con tasas inferiores al 40%. Es importante mencionar que estos datos no incluyen

niños que asisten a un establecimiento informal de educación preprimaria.

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