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Autoestima


Enviado por   •  17 de Febrero de 2015  •  1.765 Palabras (8 Páginas)  •  116 Visitas

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Autoestima

La inclusión de la autoestima como una de las metas del desarrollo humano integral y diverso se fundamenta en el convencimiento de que el amor propio desempeña una función primordial en el desarrollo. La motivación, el rendimiento escolar y deportivo, la calidad de las relaciones con los compañeros y la tolerancia a la frustración están necesariamente relacionados por la forma como piensan los niños y jóvenes sobre sí mismos. La autoestima es un sentimiento que se expresa con hechos. Estudios recientes han demostrado, por ejemplo, que la baja autoestima se relaciona frecuentemente con tendencias depresivas y trastornos de la conducta alimentaria como anorexia y bulimia.

Génesis de la autoestima

Nadie llega al mundo con un sentido del valor propio. El recién nacido no es un producto acabado; depende de los demás para sobrevivir; necesita alimento, protección, amor y reconocimiento que se expresan normalmente mediante el contacto físico y las expresiones verbales.

El niño nace sin sentido del yo, aquel núcleo limitado, coherente y lúcido de la personalidad, que sirve de barrera entre el ello (fuente de las pulsiones) y el mundo exterior. El desarrollo del amor propio se produce por la interacción dinámica entre el temperamento innato del niño y las fuerzas ambientales que reaccionan a este. La autovaloración se aprende en la familia; posteriormente intervienen otras influencias, pero estas tienden a reforzar los sentimientos de valor o falta del mismo que se hayan adquirido en el hogar.

Según lo propuesto por Coopersmith, un reconocido experto en la materia, la génesis de la autoestima tiene la siguiente secuencia:

1. Autorreconocimiento: surge hacia los dieciocho meses de edad, cuando el niño es capaz de reconocer su propia imagen en el espejo.

2. Autodefinición: aparece a los tres años de edad, cuando el niño es capaz de identificar las características que lo describen a sí mismo, inicialmente en términos externos y, hacia los seis o siete años, en términos psicológicos, introyectando ya el concepto del yo verdadero (quién es) y el yo ideal (quién le gustaría ser). Mientras mayor sea la diferencia entre el yo verdadero y el yo ideal, más baja será la autoestima.

3. Autoconcepto: se desarrolla en la edad escolar (entre los seis y los doce años). Es el sentido de sí mismo que recoge las ideas referentes al valor personal. Dentro de este contexto, la autoestima es el sentimiento (positivo o negativo) que acompaña al autoconcepto.

Criterios que fundamentan la imagen de sí mismo

Según Coopersmith, existen cuatro criterios que fundamentan la imagen de sí mismo como elemento constituyente de la autoestima:

1. Significación: es el grado en que la persona siente que es amada y aceptada por aquellos que son importantes para ella.

2. Competencia: es la capacidad para desempeñar tareas que se consideren importantes.

3. Virtud: entendida como la capacidad para la obtención de niveles morales y éticos.

4. Poder: es el grado en que la persona puede influir en su vida y en la de los demás.

Estrategias para desarrollar la autoestima

Cuanto más alta es la autoestima, más inclinado se está a tratar a los demás con respeto y benevolencia, puesto que no se tiende a percibirlos como una amenaza; el respeto a sí mismo constituye la base del respeto a los demás.

El refuerzo del amor propio requiere que los adultos reconozcan, respeten y acepten la constitución única de cada niño y cada joven, sin que esto implique necesariamente la aprobación de todas las cualidades inherentes a este. El psicólogo estadounidense Robert Brooks, ha señalado aspectos que contribuyen notablemente al desarrollo de la autoestima:

1. Desarrollo de la responsabilidad: con el fin de obtener una saludable sensación de dominio y compromiso, los niños deben recibir oportunidades para adoptar responsabilidades tanto en la escuela como en el hogar. La designación de vigilante de loncheras o jefe del aseo que se hace en las escuelas constituye un buen ejemplo.

2. Oportunidad para elegir y tomar decisiones: guardando la necesaria congruencia con el nivel de desarrollo y los intereses del niño, el adulto debe brindarle a este la oportunidad para tomar decisiones, como, por ejemplo, escoger democráticamente la fecha de un examen o quién desea pasar primero al tablero.

3. Retroalimentación positiva: animar a los niños y reforzar sus conductas enriquecedoras constituye una fuente importante de energía y motivación que favorece el cultivo del amor propio. Cada palabra, expresión facial, gesto o acción por parte de los padres, profesores y adultos significativos, transmiten mensajes al niño sobre su valor personal.

4. Establecimiento de la autodisciplina: es fundamental para el niño encontrar un referente normativo adecuado que fomente en él la capacidad de razonamiento sobre sus propias acciones y la formación de un juicio de valor sobre las mismas.

5. Aceptación de los errores y fracasos: la ejecución de tareas y la asunción de responsabilidades se limitan mucho por el temor a fracasar, eventualidad perfectamente posible en toda actividad humana. Debe inculcarse en los niños el concepto de que el error es una experiencia que se debe afrontar con el sentimiento positivo de mejorar y superarse.

Existen notables variaciones en el temperamento humano y fluctuaciones inevitables del nivel de autoestima así como las hay en todos los estados psicológicos; el niño no escapa a ello. En algunos casos de temperamento difícil pueden existir dificultades para el desarrollo de una alta autoestima. Algunos niños reaccionan de manera exagerada a las situaciones, sienten poco placer en lo que hacen y con frecuencia son excesivos en sus demandas. Estos niños pueden dejar en los adultos cercanos una sensación de desesperanza, frustración e irritación. Sin embargo, los niños difíciles no son inaccesibles sino que requieren un estilo

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