CICLO VITAL DE LA FAMILIA
isai26Ensayo8 de Agosto de 2014
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CICLO VITAL DE LA FAMILIA
Preguntas iniciales
Anota si consideras falsa (F) o verdadera (V) cada una de las siguientes afirmaciones:
F V
Las familias tienen un ciclo con etapas que pueden identificarse fácilmente.
La llegada de cada hijo provoca un desequilibrio en la vida familiar.
La relación de pareja se mantiene al margen de nuestra función de padres.
Es importante establecer límites en la relación de pareja.
El peor error de los padres es centrarse demasiado en los hijos.
No es necesario establecer reglas de poder y autoridad, éstas se van dando por sí solas a lo largo de la vida de pareja.
CICLO VITAL DE LA FAMILIA
La familia es un ente dinámico que, al igual que los seres vivos, tiene que atravesar distintas etapas de su desarrollo para conseguir la madurez y plenitud: nacer - crecer - dar frutos - morir.
Primera etapa: “De transición y adaptación temprana”
Esta etapa es la primera en la relación de pareja y dura de recién casados, hasta aproximadamente los 3 años de casados. Es una etapa muy importante y fundamental para las siguientes y la tarea primordial es: adaptarse al nuevo sistema de vida, en el cual habrá grandes diferencias en la manera de enfrentarse a la cotidianidad y hábitos muy particulares en cada uno de los cónyuges.
Es una etapa de aprendizaje en un rol hasta entonces desconocido, como es el rol de cónyuge. Una desilusión por expectativas demasiado irreales de lo que se puede obtener y lograr de una relación de pareja, puede llevar a resentimientos por sentirse traicionados en sus deseos más íntimos. Es también necesario desarrollar una adecuada capacidad para resolver problemas que son frecuentes en esta etapa, ya que se tienen que tomar muchas decisiones y las reglas empiezan a funcionar. Hay parejas que se callan y se guardan para sí las inconformidades y desde muy temprano en la relación no logran acuerdos realistas y maduros para manejar los conflictos. Otras discuten fuertemente pero son incapaces de ceder y nunca llegan a soluciones adecuadas. Por lo tanto, es una etapa en la que es de suma importancia saber dialogar y negociar adecuadamente los desacuerdos.
Una tarea muy importante es la de crear y definir límites con las familias de origen, surgen ciertos problemas por la cercanía o distancia que se debe tener hacia los padres y su influencia ante las decisiones de la joven pareja. Las crisis más frecuentes en este período de ajuste son: la dificultad para desprenderse de sus familias de origen y buscar constantemente el apoyo y consejo de éstas, sin lograr la autonomía que toda pareja necesita para llegar preparado a las siguientes etapas.
Los límites con las familias de origen, pueden ser difíciles de establecer, especialmente cuando existe dependencia de tipo económica o cuando los esposos son inmaduros para resolver por sí mismos sus problemas.
En el área de la intimidad, es una etapa de establecer las reglas de intimidad, sobre los gustos y preferencias de cada uno, y aquellos momentos o situaciones que a cada uno le es desagradable.
Por último, en cuanto al poder, la pareja prueba su poder en cuanto al manejo y administración del dinero, tipo y cantidad de diversiones, la distribución de tareas del hogar, las amistades, etc. En todo caso, se debe decidir y llegar a acuerdos en los que ambos se sientan tomados en cuenta y respetados en sus opiniones.
Segunda etapa: “De reafirmación como pareja y la experiencia de la paternidad”
Ocurre entre los 3 y los 8 años de casados, aproximadamente. En esta etapa se pueden seguir dos caminos. Ya ha terminado la luna de miel y la adaptación. En algunos casos puede venir una desilusión y dudas de haber elegido bien a nuestra pareja. Es muy importante resolver estas dudas y superar los aspectos que nos han desilusionado para llegar a reafirmarnos y lograr una estabilidad. Pero en ocasiones la inmadurez, la terquedad y la idealización de lo que esperamos de la relación pueden llevar a la infelicidad, y a sentirnos insatisfechos, siendo, desgraciadamente, en este tipo de crisis donde se da el número más elevado de divorcios.
En esta etapa la mayoría de las parejas se enfrenta a la tarea de ser padres, hecho que colorea este período de grandes satisfacciones, pero también es una etapa de presiones constantes; todo cambia en el hogar cuando llegan los hijos, debe diseñarse una nueva organización, los bebés demandan mucha atención y tiempo, algunos autores han llamado a este momento “el bache del bebé” y el peor error es centrarse demasiado en ellos y descuidar la relación de pareja.
En cuanto a los límites, estos suelen estar mejor definidos ante los padres, pero ahora se ponen a prueba con los amigos y con los hijos, siendo de suma importancia que tanto unos como otros no se involucren en los problemas y decisiones de la pareja.
En lo relativo a la intimidad, si en la etapa anterior se elaboraron reglas claras y se fomentó la comunicación, puede ser una etapa de gran intimidad y satisfacciones. Lo que hay que cuidar es que ante las presiones de los hijos, el trabajo y las demandas de la vida diaria, se inicie un gradual distanciamiento, se pierda la intimidad y esto tiene graves consecuencias en la relación de la pareja.
En el área del poder, esta etapa se define como resultado de las soluciones dadas a los problemas que surgen en la etapa anterior. Se establecen patrones de poder y cómo y quién lo ejerce; dependiendo de esto se pueden dar tres tipos de relación de poder:
1. La Relación Simétrica: Es una relación en que ambos cónyuges esperan dar y recibir órdenes y ambos dan y reciben órdenes. Los cónyuges tienen esencialmente iguales derechos y obligaciones. Este tipo de relación nos puede parecer ideal, la mejor y la más saludable, pero en la vida real ocasiona problemas de competencia y luchas encubiertas en las que ambos deseen ganar el poder.
2. La Relación Complementaria: Es una relación en la que un miembro predomina y manda, y el otro se somete y obedece. Este tipo de relación aumenta al máximo las diferencias y, aunque tiene la ventaja de desarrollar menos competencia, también existe una gran desventaja pues con frecuencia el miembro que se somete acumula enojo y resentimientos, sintiéndose que no es tomado en cuenta y que es poco valorado; y, como sabemos, estas emociones van a aflorar en algún aspecto de la relación.
3. La Relación Paralela: Aquí los esposos alternan entre relaciones simétricas y complementarias de acuerdo a contextos diferentes y situaciones cambiantes. Pueden darse mutuo apoyo y pueden competir sanamente. Este tipo de relación es la más deseable, cada uno tiene el poder en ciertas áreas como la administración de la casa y el dinero, las actividades diarias o los eventos cotidianos, cualquiera de los dos puede tomar el poder y decidir. Y en aquellos aspectos que son muy importantes o decisivos en la vida familiar, ambos cónyuges tienen igualdad en opinión y de poder; no existe uno que manda y otro que tiene que obedecer.
Entonces podemos concluir que esta segunda etapa nos presenta tareas fundamentales que debemos enfrentar, como son: establecer una nueva identidad como padres y estabilizar nuestra relación.
Tercera etapa: “Diferenciación y realización”
Ahora vamos analizar lo que ocurre en esta tercera etapa en las parejas que se encuentran entre el 8° y el 20° año de matrimonio.
Se puede decir que cuando las parejas han sido capaces de resolver conflictos y crisis en las etapas anteriores, este es un período de estabilización y una oportunidad para lograr un mayor desarrollo y realización personal y como pareja.
Pero también esto puede ser fuente de conflicto, ya que puede darse un desarrollo desigual en los esposos. La madre, por tener mayores obligaciones con los niños pequeños, puede haberse olvidado de cultivar y trabajar en su crecimiento personal, y por lo tanto sentirse en desventaja con su esposo, albergando cierto resentimiento que la lleva a formar alianzas con los hijos, con todas las implicaciones que esto tendría en el desarrollo individual de los hijos.
Una tarea fundamental en esta etapa es haber logrado la intimidad profunda y madura. Podemos hablar de los “buenos” matrimonios o aquellos que se pueden considerar “insatisfactorios”, ya que se han ido alejando gradualmente y no disfrutan de su compañía, sin existir un apoyo mutuo. Respecto a este parámetro Cuber y Harroff clasifican a las parejas en cinco tipos:
1.- El Matrimonio Habituado al Conflicto: Este matrimonio se caracteriza por tener constantes conflictos, pleitos y se respira un ambiente de gran tensión. Realmente, continúan juntos únicamente por los hijos, pero se sienten completamente infelices.
2.- El Matrimonio Desvitalizado: Se refiere a matrimonios que viven de manera paralela, con intereses y actividades diferentes. Son apáticos y fríos uno con el otro. El conflicto, aunque abiertamente no existe, se encuentra
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