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CONSEJOS AL MÉDICO SOBRE EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO


Enviado por   •  18 de Septiembre de 2021  •  Ensayos  •  1.073 Palabras (5 Páginas)  •  106 Visitas

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ACTIVIDAD 2

CONSEJOS AL MÉDICO SOBRE EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO. (1912

INTEGRANTES:

ROSA MONTENEGRO CHARRIS ID: 597942

DIEGO MARTINE JEREZ ID: 606752

TUTORA: IBETH DE JESUS VILLANUEVA

CORPORACIÓN UNIVERSITARIA MINUTO DE DIOS

DIPLOMADO

FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS Y SOCIALES  

PROGRAMA DE PSICOLOGÍA

BARRANQUILLA

2021

CONSEJOS AL MÉDICO SOBRE EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO. (1912

La tarea inmediata a que se ve enfrentado el analista que trata más de un enfermo por día le parecerá, sin duda, la más difícil. Consiste en guardar en la memoria los innumerables nombres, fechas, detalles del recuerdo, ocurrencias y producciones patológicas que se presentan durante la cura, y en no confundirlos con un material parecido oriundo de otros pacientes analizados antes o al mismo tiempo. Y si se está obligado a analizar por día seis, ocho enfermos o aún más, la hazaña mnémica que lograrlo supone despertará en los extraños incredulidad, asombro y hasta conmiseración. En todo caso se tendrá curiosidad por conocer la técnica que permita dominar semejante plétora, y se esperará que se sirva de unos particulares recursos auxiliares.

El analista no debe imponer sus ideales, esta imposición supone ocupar una posición diferente a la del analista, una posición que Freud no duda en equiparar con la divina2. La posición del demiurgo supone un desplazamiento del sujeto del análisis, del paciente al terapeuta. Dejando al paciente en una posición de pasividad e inercia que el tratamiento, si se realiza correctamente, debería revertir. Por consiguiente, operar en función de los ideales del terapeuta, conlleva operar en el sentido inverso del análisis. Dice Freud: “ Nos negamos de manera terminante a hacer del paciente que se pone en nuestras manos en busca de auxilio, un patrimonio personal, a plasmar por él su destino, a imponerle nuestros ideales y, con la arrogancia del creador, a complacernos en nuestra obra luego de haberlo formado a nuestra imagen y semejanza” (Freud, 1919,160)

“ La relación transferencial conlleva, además, otras dos ventajas. Si el paciente pone al analista en el lugar de su padre (o de su madre), le otorga también el poder que su superyó ejerce sobre su yo, puesto que estos progenitores han sido el origen del superyó. Y entonces el nuevo superyó tiene oportunidad para una suerte de poseducación del neurótico, puede corregir desaciertos en que incurrieran los padres en su educación. Es verdad que cabe aquí la advertencia de no abusar del nuevo influjo. Por tentador que pueda resultarle al analista convertirse en maestro, arquetipo e ideal de otros, crear seres humanos a su imagen y semejanza, no tiene permitido olvidar que no es esta su tarea en la relación analítica, e incluso sería infiel a ella si se dejara arrastrar por su inclinación” (Freud, 1940, 176) “ ...que el médico quede habilitado para indicar nuevas metas a las aspiraciones liberadas. No respondería así sino a una lógica ambición, que se empeñaría en crear algo particularmente excelso con la persona a quien tanto trabajo ha consagrado para librarla de su neurosis, y en prescribir elevadas metas a sus deseos. Pero también en esto el médico debería contenerse y tomar como rasero menos sus propios deseos que la aptitud del analizado.” (Freud, 1912, 118) 2.2. Ausencia de finalidad educativa “ Otra tentación surge de la actividad pedagógica [...] La ambición pedagógica [en el análisis] es tan inadecuada como lo terapeútica” (FREUD, 1912, 118) Todo proceso educativo supone considerar que existen ciertos valores e ideas dignas de ser transmitidas, supone por tanto, la voluntad de inculcar esas ideas. Este recorte y puesta en relieve de una cosmovisión de la realidad es lo que Bourdie ha llamado “ violencia simbólica” que se produce en todo proceso de transmisión cultural. El análisis no persigue un fin educativo como lo señalamos en el punto anterior. Justamente en el punto en que un paciente “ se pone en nuestras manos” , esto es, entra en transferencia, enviste al analista de un supuesto saber. Es en ese punto en que el analista si lo es, renuncia al adoctrinamiento para volver sobre el sujeto con la pregunta sobre su propio ser. La pregunta tiene una estructura que rechaza de plano la consistencia del saber en la persona del terapeuta. “ ...no se debe educar al enfermo para que se asemeje a nosotros, sino para que se libere y consume su propio ser [...] tampoco podemos aceptar su reclamo [J.J.Putnam de EEUU] de poner al psicoanálisis al servicio de una determinada cosmovisión filosófica e imponérsela al paciente con el fin de ennoblecerlo. Me atrevería a decir que sería un acto de violencia, por más que invoque los más nobles propósitos” (Freud, 1923, 247).

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