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CONSTITUCIÓN DE LA SUBJETIVIDAD EN CONTEXTOS ESCOLARES


Enviado por   •  7 de Septiembre de 2022  •  Ensayos  •  1.033 Palabras (5 Páginas)  •  29 Visitas

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Trabajo Práctico Evaluable Nº2 

Olmedo Leonard Noelí Daniela

Profesorado de Educación Primaria

CONSTITUCIÓN DE LA SUBJETIVIDAD EN CONTEXTOS ESCOLARES

I.S.F.D. Nº5 “Maestro Carlos Fuentealba”

Prof. Jorge Saez

Cursada 2021

- “La construcción social de las sexualidades, los géneros y los cuerpos, y sus efectos en la constitución de las subjetividades actuales”.

Al analizar la bibliografía sugerida [Maffia (2003), Morgade (2001)], lo primero que se da por entendido es que, las sexualidades y los géneros son construcciones sociales o “creaciones humanas”. Están relacionados directamente con la cultura predominante, las formas de producción económica y la distribución del poder social en un espacio y un tiempo histórico. Sumada a esta construcción, la familia y la escuela son los grandes espacios en los que se construyen y desarrollan las subjetividades de los sujetos.

Diana Maffía distingue tres grandes concepciones erróneas que tiene la sociedad acerca de la sexualidad humana:

  • Los sexos son sólo dos: masculino y femenino.
  • Las relaciones sexuales tienen como fin la procreación.
  • La familia es una unidad natural.

La autora considera que asociar estas nociones culturales a la biología provoca la repetición de estereotipos que responden al modelo dominante. Este modelo considera válido solamente lo que se ajusta a la norma (o dogma) y a los tres puntos arriba mencionados. Los sexos no son dicotómicos, hay combinaciones y variantes en muchos de los niveles que integran la sexualidad. Y no se trata de elecciones, sino de características naturales de los individuos, de identidades de género subjetivas de cada persona y de expresiones de género con que estos sujetos se presentan ante los demás. En cuanto a la segunda creencia (las relaciones sexuales tienen como fin la procreación), se niegan características humanas como la comunicación y el placer, relegándose solo al plano biológico una práctica netamente cultural. Lo que conlleva a condenar moralmente el resto de las prácticas sexuales. Para finalizar, la afirmación “la familia es una unidad natural”, excluye a las personas que viven solas, a parejas sin hijos, a homosexuales, a quienes practican la poligamia e incluso a las actuales familias ensambladas. Y eso es importante, ya que al excluirlas se niegan sus derechos de igualdad social y se refuerza la dominación de un solo patrón aceptado. En lugar de admitir la realidad, se intenta cambiarla, adoctrinando, criminalizando lo que se aleja de la norma.

Por su lado, Graciela Morgade afirma que las culturas condicionan las maneras de ser y las valoraciones de las mismas y plantea la fuerte hipótesis de que “… la sociedad moderna está caracterizada por una configuración de relaciones entre los sexos, signada por la desigualdad.” Esta desigualdad se muestra como una diferencia que, puesta dentro de una escala jerárquica, es inferior ya que, debido al devenir cultural en el que nos desarrollamos (que utiliza el sexo de los individuos como criterio de atribución de capacidades, valoraciones y significados creados en la vida social), “lo femenino” aparece siempre en términos de potencialidad de desarrollo individual y social subordinado a “lo masculino” en el campo del poder político, económico, social y cultural. En esta diferencia sexual (mujer y varón), los roles asignados a los géneros son claramente identificables. Prevalece una idea social acerca del ser “mujer o ser varón” y representa la construcción de un imaginario colectivo que exige a los géneros ciertas formas de comportamiento social, público o privado. Desde la concepción, se desencadena una serie de comportamientos, gestos y procesos en el mundo adulto que nos rodea, relacionados con nuestro sexo. Entran en la escena “los estereotipos”: se trata a las niñas con mayor indulgencia (en tanto se comporten con características “femeninas”: gentileza, orden, limpieza, tranquilidad, docilidad) y se tiende a exigir más a los varones en cuanto al aprendizaje intelectual y a la construcción de la independencia. Incluso, los juguetes distan mucho de ser instrumentos neutros desde el punto de vista social en general y del género en particular (a las niñas se las suele identificar con tonos rosas, muñecas, bailarinas, belleza y labores del hogar y a los niños con tonos azules, vehículos, superhéroes y muñecos de acción). Se genera de este modo, un sistema de “relaciones de género”, que es el conjunto de las expectativas y valores sociales establecidas para “lo femenino” y “lo masculino” formadas a lo largo del tiempo y espacio. La carga biológica que mujeres y varones traemos en los cuerpos y que nos ubica en diferentes roles en la reproducción de la especie humana —el “sexo”— no puede comprenderse sin el género. Pensar desde el enfoque de género es intentar descubrir cuánto de arbitrario hay en la posición que mujeres y varones ocupan en la sociedad. 

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