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Dolor Cronico


Enviado por   •  21 de Mayo de 2014  •  1.144 Palabras (5 Páginas)  •  271 Visitas

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DOLOR CRONICO

Ya han pasado 45 años desde que se publicó uno de los trabajos que mayor relevancia ha tenido en el tratamiento actual del dolor. Desde la publicación de la Teoría de la Compuerta (Melzack y Wall, 1965), la conceptualización del dolor ha variado radicalmente, aceptándose, desde entonces el actual paradigma del dolor como experiencia multidimensional (IASP, 1979). Este trabajo aporta una idea fundamental: que el Sistema Nervioso Central tiene un papel esencial en la inhibición o excitación de la percepción del dolor, dando lugar a un mecanismo por el que los procesos psicológicos y emocionales pueden modular la señal sensorial.

Desde entonces se ha considerado el dolor como una percepción, una experiencia subjetiva multifactorial configurada por tres dimensiones fundamentales: la discriminativo-sensorial, que delimita la cantidad y cualidad de la estimulación sensorial que da origen a la experiencia álgida; la motivacional-afectiva, que caracteriza la experiencia como desagradable y aversiva; y la cognitivo-evaluativa, que recoge la integración superior de la experiencia del dolor, integración que se produce a nivel cortical y en la que intervienen procesos tan complejos como la atención, la memoria, los procesos cognitivos de valoración, las creencias, etc. Es quizá la dimensión que añade la característica de subjetividad a la experiencia del dolor (Melzack y Casey, 1968). Esto es, la percepción del dolor como resultado final tiene un inicio en una estimulación sensorial, una modulación intermedia afectiva y motivacional, y una integración superior y final a nivel cortical. Es esta integración final que exacerba o inhibe la estimulación sensorial primaria y lo que percibe el sujeto cuando experimenta dolor.

Desde esta perspectiva, no cabe duda que el abordaje psicológico dentro del plan terapéutico interdisciplinar del paciente con dolor crónico tiene un claro potencial a pesar de las deficiencias que todavía existen en el ámbito de la investigación (Eccleston, 2009), más todavía cuando la percepción del dolor se ve modulada por distintas variables mediadoras que van a interferir en la adaptación del paciente a dicha experiencia (Soucase et la, 2005), de tal manera que el manejo adecuado del dolor por parte del profesional de la salud, va a depender, en gran medida, de la evaluación y control de este tipo de variables, si es que están presentes.

Obviamente los pacientes con dolor crónico viven una experiencia de sufrimiento, en ocasiones, con un alto componente afectivo y emocional, en la que es habitual la aparición de fenómenos psicopatológicos tales como la ansiedad o la depresión, fenómenos que pueden favorecer una reducción de la tolerancia y un incremento del dolor (Philips, 1988). Sin embargo, no deben considerarse dichos fenómenos como entes etiológicos del síndrome doloroso, y si bien queda claro que en cualquier tipo de dolor, tanto crónico como agudo, los aspectos psicológicos son relevantes, no es menos cierto que el porcentaje de pacientes que pueden ser diagnosticados de un dolor de características puramente psicógenas es muy pequeño, por lo que puede entenderse fácilmente que el papel asistencial del psicólogo en una Unidad de Dolor no es la de tratar etiológicamente aquellas patologías de causa meramente psicológica, sino que su actividad se amplía, de forma coadyuvante, a la evaluación y tratamiento de los aspectos psicológicos relevantes que pueden aparecer en todo tipo de patologías álgicas (Monsalve, 1997). Si el dolor es un síntoma asociado a un trastorno psicopatológico de base, el paciente debe recibir la atención sanitaria adecuada.

En general, entre los objetivos terapéuticos en el tratamiento del dolor crónico desde el ámbito de la psicología se incluye:

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