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EL ESTABLECIMIENTO DE LA RELACIÓN DE TRABAJO

Akira990987Documentos de Investigación23 de Octubre de 2022

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5.2 EL ESTABLECIMIENTO DE LA RELACIÓN DE TRABAJO

5.2.1 La relación de trabajo como premisa indispensable del proceso terapéutico.

La base sobre la que se fundamentan las explicaciones y las interpretaciones que el terapeuta ofrece al paciente es la interacción que entre ambos se ha establecido. Desde hace tiempo se desarrolla respecto a este punto una discusión acerca de si el terapeuta cura por lo que es o por lo que dice. Los defensores de la primera actitud consideran que es la presencia del terapeuta, su forma de escuchar, atender, interesarse por el paciente y empatizar con él lo que realmente ejerce un efecto modificador sobre la personalidad de este, lo que le da el necesario impulso para que pueda manejar sus conflictos internos y adaptarse a las circunstancias de la realidad.  Los partidarios de la segunda consideran que el terapeuta ejerce sea acción de ayuda por lo que dice al paciente, por las informaciones que le facilita acerca de tu funcionamiento mental, por el conocimiento que le proporciona acerca de su inconsciente. Aquello que el terapeuta es y la forma como se relaciona con el paciente se pone de manifiesto precisamente, a través de sus palabras, en sus intervenciones verbales. Por el contrario, sin estas palabras no llegaría nunca a expresarse de forma comprensible su forma de ser y su actitud para con el paciente.

El establecimiento de este tipo de relación entre uno y otro constituye una cuestión muy compleja. No es tarea fácil decidir por que entre un terapeuta y un paciente se ha establecido una buena relación de trabajo, y por lo que el mismo terapeuta y otro paciente tal relación no ha llegado a formarse.  

5.2.2 Las demandas del paciente y la relación de trabajo.

Para fundar una apropiada relación de trabajo es necesario captar con la mejor exactitud posible las demandas del paciente a fin de darle las respuestas más adecuadas. Este conocimiento ha de servir, para no quedar prendido en ellas a través de la contra identificación proyectiva y jugar inconscientemente, el papel que el paciente quiere atribuir al terapeuta en cuyo caso todo avance quedaría por completo bloqueado.

  1. Demanda de comprensión: Al acudir en busca de ayuda, el paciente lo hace impulsado por el deseo de obtener una comprensión de lo desconocido que siente actuar en él y que le provoca ansiedad, síntomas perturbadores o un comportamiento lesivo o doloroso para sí mismo. En uno u otro rincón de su mente anida la esperanza de que el conocimiento de lo que ocurre en su interior contribuirá a poner en orden su mente y su vida, y logrará la desaparición de sus sufrimientos. Si el terapeuta logra transmitir al paciente su aptitud para este cometido, así como su capacidad para permanecer libres de otras demandas inapropiadas, podemos predecir que se halla asegurada una ajustada relación de trabajo.
  2. Demanda de dependencia. Su ansiedad, sus sufrimientos, su incapacidad para entenderse a sí mismo y en muchas ocasiones entender el mundo que les rodea, les lleva a esperar que l terapeuta les mantenga en un estado de dependencia y sumisión atravesó del cual se vean libres de cualquier responsabilidad y confrontación con la promesa de que todos sus problemas se verán resueltos.  El terapeuta ha de procurar calibrar los recursos mentales del paciente, para conocer cuanta autonomía e independencia puede esperarse de él y hasta qué punto puede trasladar la comprensión adquirida en el tratamiento de las circunstancias de su vida cotidiana.
  3. Demanda de aceptación total. Los sentimientos de culpa, las autoacusaciones conscientes e inconscientes, la existencia de un superyó sádico e implacable y en muchas ocasiones los conflictos con quienes le rodean dan lugar a la fantasía de hallar en el terapeuta alguien cuya aceptación será inquebrantable, que será un fiel aliado que hallara justificados todos los razonamientos y que en una palabra hará suyos todas las dificultades y dispara toda culpa. Esta es la actitud que el terapeuta ha de procurar, transmitir frente a las demandas de aceptación incondicional. Y esta es la actitud que tranquilizara al paciente y le inspirara la suficiente confianza como para sentirse dispuesto a colaborar en el establecimiento de la relación de trabajo. Debe quedar entendido que cualquier intento de atraerse al paciente poniéndose de su lado frente a las personas que real o supuestamente le hostigan y perjudican mostrándose de acuerdo con su comportamiento uy asintiendo as sus razones perjudica gravemente o hará imposible para siempre la verdadera relación de trabajo.
  4. Demanda de ser liberado de todos los sufrimientos y conflictos, El paciente acude a tratamiento para obtener alivio de sus síntomas y poder lograr una mayor adaptación a la realidad. Las intervenciones y la actitud del terapeuta han de infundir en el px el deseo del saber, de conocer acerca de sí mismo y entender su situación mental y de desarrollar la investigación de su propio mundo interno.
  5. demanda de una relación fundada en la sinceridad y la mutua colaboración, El terapeuta deberá mostrar al px con su actitud y sus intervenciones, que su papel no es el de un amigo, sino el de un profesional dispuesto a ofrecer toda la ayuda posible a treves de su preparación personal y sus conocimientos técnicos. Pero debe aprovechar esta demanda del paciente para ponerla al servicio de una relación de trabajo fundada en la honestidad, la búsqueda de la verdad y la cooperación.

5.2.3 Las imágenes proyectadas en el terapeuta

El paciente tratará de forzar determinadas actitudes y fantasías en el terapeuta.

El terapeuta debe, gracias a su formación, discriminar entre las demandas del paciente idóneas para la formación de la relación de trabajo, y los intentos para imponerle determinados papeles opuestos a ésta.

a) El terapeuta como una autoridad benévola

En este tipo de imagen, el terapeuta recibe los atributos propios de una figura autoritaria amorosa y protectora. Alguien en quien se puede confiar plenamente y de quien se espera que, con su capacidad tomará las medidas necesarias para la resolución de todas las dificultades.

b) La idealización de la figura del terapeuta.

 La idealización del terapeuta comporta que no le es reconocida ninguna limitación, ningún derecho, ninguna necesidad. El paciente cree no tener ninguna responsabilidad ni compromiso, ni debe soportar tristeza o dolor en modo alguno, sino que piensa ha de serle suficiente con esperar a que tan colosal terapeuta le transmita toda su fuerza.

Para evitarlo, debe adecuarse muy estrictamente a su tarea de comprender y explicar la situación mental, alejándose, cuidadosamente, de todo intento de inculcar en el paciente sus propios valores, opiniones, puntos de vista, etc., acerca de lo que aquél le comunica de su comportamiento, o en relación a cualquier otro asunto

Lo único que falta añadir es que, para poder realizar su trabajo, el terapeuta ha de gozar de un grado suficiente de salud mental sin la cual no se hallaría capacitado para ayudar a otros a mejorar la suya.

El terapeuta, idealizado, es colocado en un plano tan distante, tan grandioso, tan sobrehumano, que no es posible sentir envidia de él, ya que prácticamente deja de existir como persona real, como alguien con quien se pueda competir.

El paciente proyectará sobre el terapeuta una imagen grandiosa y omnipotente, de la cual esperará, a su vez, que le transmita tal grandiosidad y magnificencia sin necesidad de ningún es fuerzo mental ni comprensión. El terapeuta, gratificado en su narcisismo, restará incapacitado para ver lo que realmente sucede.

c) El terapeuta como una imagen paterna.

 El terapeuta recibe la proyección de sentimientos y fantasías que, en su momento, fueron dirigidos hacia los padres. El paciente espera que el terapeuta se comportará con él de la misma forma que sus padres se comportaron en su momento.

Con estas expectativas, adoptará un determinado tipo de actitudes y defensas frente al terapeuta, llegando, en ocasiones, a provocar la aparición de determinadas situaciones equivalentes a las que él vivió en su niñez con sus padres y que dieron lugar a unas respuestas, deseadas o temidas, por parte de ellos.

d) El terapeuta como alguien confiable y de quien se espera ayuda.

 En la mayor parte de los casos, el paciente otorga al terapeuta la imagen de alguien en quien confiar y con quien colaborar para lograr un cambio favorable en su situación psíquica. Al hablar del primer encuentro entre el paciente y el terapeuta, esta imagen siempre ha tenido vida en el interior del paciente como resultado de sus experiencias con un primer objeto del que ha recibido, en alguna medida, vida, alimento, protección y amor, y al cual ha amado. La relación de trabajo idónea para el proceso terapéutico se desarrollará sobre la base de esta primera vinculación con el objeto sentido como bueno.

Medidas para la estructuración de trabajo

5.2.4.1 La utilización de la contratransferencia.

Ningún terapeuta es capaz de hacerse cargo de todo tipo de pacientes, esto dado que toda su actitud, su trato y sus intervenciones aunado a su preparación personal, sus propios psicoanálisis impactasen en la estimular u obstaculizar la relación idónea de trabajo.

El objetivo es lograr una mayor comprensión de la comunicación que se le dirige teniendo en cuenta los movimientos emocionales que el paciente provoca en él.

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