ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

ENFOQUES EDUCATIVOS TRADICIONALES Y MODERNOS


Enviado por   •  9 de Febrero de 2012  •  1.958 Palabras (8 Páginas)  •  3.910 Visitas

Página 1 de 8

ENFOQUES EDUCATIVOS TRADICIONALES Y MODERNOS

Elementos educativos olvidados pero vitales en las familias y escuelas de hoy.

30/01/2012

Isabel l. Holten Utrilla

Psicología Educativa

Docente: Lic. Rafael A. Jaramillo Espinoza

La educación moderna ha presentado e implementado nuevas prácticas pedagógicas como el constructivismo, el aprendizaje cooperativo y la educación virtual, entre otras, fundamentadas en aportaciones de la sociología, la tecnología, la psicología cognitiva y las neurociencias. Todas ellas centradas en las necesidades e intereses del alumno para lograr su aprendizaje significativo. Algunas de estas nuevas prácticas educativas, al implementarse como verdades únicas corren el peligro de convertirse en falacias.

Todo indica que la modernidad, la mercadotecnia y la famosa globalización marcan pautas en la educación para que con desdén se establezcan como obsoletos algunos elementos que a mi juicio y el de muchos estudiosos en la materia, resultan ser hoy por hoy, como lo fueron ayer y lo serán mañana, imprescindibles si lo que busca la educación es una integralidad en el alumno que se traduzca en profesionalidad con todo los valores que conlleva.

Para empezar a discernir sobre algunos de esos elementos, en primer término citaré lo que se conoce como educación natural. Para muchos de nosotros nos es familiar las acrecentadas demandas de los padres que desean tener hijos genios y entonces buscan opciones de centros para su estimulación temprana que motiven al niño a dominar la lectoescritura, las matemáticas simples, algunas ciencias y, uno u otros idiomas más rápido que el común denominador, tal como si se tratara de una carrera de velocidad. El asunto es que muchos de esos padres ignoran que entre los tres meses y los cuatro años de edad lo que los niños requieren es una educación natural y familiar la cual contenga un ambiente de amor, comprensión, atención, interacción familiar y estimulación para su motricidad y lenguaje y donde realice actividades rutinarias sin ser sujetas de un horario o programa diseñado para dar cabida al desarrollo natural del niño.

Otro de los elementos ignorados u olvidados pero de gran trascendencia para la educación del niño es el juego tradicional. Los juegos tradicionales que ante la sed de modernidad se les clasifican como “pasados de moda” (p. ej. las escondidillas, doña Blanca, canicas, bebeleche, trompo y muchos más) son instrumentos valiosos para que desarrolle sus capacidades de sociabilización y empatía entre los miembros del juego; para que concientice el valor de las reglas, tanto para acatarlas como para hacerlas valer; se motive con los retos que implica el juego; brinda conocimientos para resolver conflictos con sus iguales, y se beneficia con el incremento a su tolerancia a la frustración y al fracaso. Por ello resulta básico recordar que el juego debe ser la única asignatura al menos hasta los cinco años de edad del pequeño.

Así pues, por medio del juego el niño experimenta, crea, sociabiliza, vive el sentimiento de libertad e intenta comprender y manejar el mundo que le rodea. Los últimos hallazgos de las neurociencias relacionados con los juegos son contundentes. De acuerdo con Jensen (2000) para que existan conexiones neurológicas se requiere que el cerebro esté activo y participando de manera consciente. En este sentido la investigación demuestra que el juego es un extraordinario medio para incrementar las estructuras neuronales, pero además es una forma de practicar las habilidades que el niño necesitará en el futuro.

El juego desarrolla también en el niño habilidades físicas que le ayudan a afinar sus habilidades motoras gruesas y finas. Además, desarrolla actitudes afectivas relacionadas con la autoestima, seguridad, presión para el éxito, autocontrol y competencia. Otro estudio (Jensen, 199 y 2000) demuestra que la actividad lúdica mejora la atención, las habilidades de planeación, el pensamiento creativo e imaginativo, la memoria y el lenguaje. Entonces, el juego no debe ser considerado como obsoleto o pérdida de tiempo, sino como un medio que brinda oportunidades a los niños para construir su propia identidad, crear nuevos conocimientos y habilidades indispensables para su desarrollo en todas las esferas importantes de su vida. Así se vuelve indispensable encontrar un punto de equilibrio para que el niño experimente tanto de los juegos actuales como de los tradicionales.

Dejando atrás la trascendencia del juego en los niños, me volcaré hacia un elemento extraordinariamente esencial que participa en la educación: supervisión moral y disciplina. Personalmente me parece inequívoca la realidad que se percibe de una sociedad cada vez más hedonista, consumista, individualista y permisiva, características que por supuesto están presentes en los núcleos familiares, donde se producen hijos más demandantes, desafiantes, egocéntricos, menos compasivos, impulsivos y en algunos casos, agresivos con sus padres. A cambio el estilo de disciplina de los padres y docentes es tolerante, flexible y permisivo, cediendo claramente su autoridad y control a los niños.

Suena recurrente la frase de muchos padres actuales “…yo quiero ser amiga (o) de mi hijo (s)”. Esto genera mensajes de confusión hacia los niños y por supuesto se develan en sus conductas resultantes, pues habría que precisar que una relación de amistad se fundamenta en la simpatía, la cordialidad, la complacencia y el agrado. Un amigo no tiene la obligación de educar la voluntad y el carácter a otro amigo y menos aún disciplinarlo, en el mejor de los casos tratará de aconsejarlo a reserva de que le hagan caso. Por tanto, padres o docentes no pueden forjar una buena educación bajo tales esquemas, pues ello implicaría otorgar un status de iguales con sus hijos-alumnos, lo cual visto de cualquier manera lógica es imposible.

El buen padre o profesor observa, dialoga, comprende, convence, ama, premia, reconoce, perdona; pero también reprende, persuade, castiga y corrige. Estas líneas de educación proporcionan al niño herramientas esenciales para enfrentarse a los retos y problemática que le ha tocado vivir que

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (12.5 Kb)  
Leer 7 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com