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El Camino De Las Lagrimas


Enviado por   •  26 de Mayo de 2015  •  4.384 Palabras (18 Páginas)  •  285 Visitas

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CAPÍTULO 1

EMPEZANDO EL CAMINO

Así empieza el camino de las lágrimas. Así, conectándonos con lo doloroso. Porque así es

como se entra en este sendero, con este peso, con esta carga. Y también con esta creencia

irremediable: la supuesta conciencia de que no lo voy a soportar. Porque todos pensamos al

comenzar este tramo que es insoportable. No es culpa nuestra; hemos sido entrenados por los

más influyentes de nuestros educadores para creer que no soportaremos el dolor, que nadie puede

superar la muerte de un ser querido, que podríamos morir si la persona amada nos deja, que la

tristeza es nefasta y destructiva, que no somos capaces de aguantar ni siquiera un momento de

sufrimiento extremo de una pérdida importante. Y nosotros vivimos así, condicionando nuestra vida

con estos pensamientos, que como la mayoría de las creencias aprendidas son una compañía

peligrosa y actúan como grandes enemigos que nos empujasen a veces a costo mayores que los

que supuestamente evitan. En el caso de las pérdidas, por ej, pueden extraviarnos de la ruta hacia

nuestra liberación definitiva de lo que ya no está. Hay una historia verídica, que sucedió en África.

Seis mineros trabajaban en un túnel muy profundo. De repente un derrumbe los dejó aislados del

afuera sellando la salida. En silencio cada uno miró a los demás. Con su experiencia se dieron

cuenta de que el problema sería el oxígeno. Si hacían todo bien les quedaba unas tres horas de

aire, cuanto mucho tres horas y media. Mucha gente de afuera sabían que estaban allí atrapados,

pero un derrumbe como ese significaba horadar otra vez la mina, podrían hacerlo antes de que se

termine el aire? Los mineros decidieron que debían ahorrar todo el oxígeno que pudieran.

Acordaron hacer el menor esfuerzo físico, apagaron las lámparas que llevaban y se tendieron en

silencio en el piso....era difícil calcular el tiempo que pasaba... incidental- mente uno tenía reloj.

Hacía él iban todas las preguntas ¿cuánto tiempo pasó? ¿Cuánto falta? ¿Y ahora? El tiempo se

estiraba, cada minuto parecía una hora y la desesperación agravaba más la tensión. El jefe se dio

cuenta que si seguían así, la ansiedad los haría respirar más rápidamente y esto los podía matar.

ordenó a el que tenía el reloj que sólo él controlara el paso del tiempo y avisara cada media hora.

Cumpliendo la orden, a la primera media hora dijo "ha pasado media hora" Hubo un murmullo

entre ellos y una angustia que se sentía en el aire.. El hombre del reloj se dio cuenta de que a

medida que pasaba el tiempo, iba a ser cada vez más terrible comunicarles que el minuto final se

acercaba.

Sin consultar a nadie decidió que ellos no merecían morir sufriendo. Así que la próxima vez

que les informó la media hora habían pasado 45 minutos. No había manera de notar la diferencia.

Apoyado en el éxito del engaño de la tercera información la dio casi una hora después... así siguió

el del reloj, cada hora completa les informaba que había pasado media hora. ...La cuadrilla

apuraba la tarea de rescate, sabían en qué cámara estaban atrapados y que sería difícil poder

llegar antes de cuatro horas. Llegaron a las cuatro horas y media. Lo más probable era encontrar a

los seis mineros muertos.

Encontraron vivos a cinco de ellos. Solamente uno había muerto de asfixia...el que tenía el

reloj. Esta es la fuerza que tienen las creencias en nuestras vidas. Esto es lo que nuestros

condicionamientos pueden llegar a hacer de nosotros. Cada vez que construyamos una certeza de

que un hecho irremediablemente siniestro va a pasar, no sabiendo cómo (o sabiéndolo)nos

ocuparemos de producir, de buscar, de disparar (o como mínimo de no impedir) que algo de lo

terrible y previsto nos pase realmente. De paso y como en el cuento, el mecanismo funciona

también al revés: Cuando creemos y confiamos en que se puede seguir adelante, nuestras

posibilidades de avanzar se multiplican. Claro que si la cuadrilla hubiera tardado doce horas, no

habría habido pensamiento que salvara a los mineros.

NO digo que la actitud positiva por sí misma sea capaz de conjurar la fatalidad o de evitar

tragedias. Digo que las creencias autodestructivas indudablemente condicionan la manera en la

cual enfrento las dificultades. El cuento de los mineros debería obligarnos a pensar en estos

condicionamientos. Y empiezo desde aquí porque uno de los falsos mitos culturales que

aprendimos con nuestra educación es que no estamos preparados para el dolor ni para la pérdida.

Repetimos casi sin pensarlo: "No hubiera podido seguir si lo perdía" "No puedo seguir si no

tengo esto" "No podría seguir si no consigo lo otro" Cuando hablo de dependencias, digo siempre

que cuando tenía algunas horas o días de vida, era claro, aunque yo no lo supiera todavía, que no

podía sobrevivir sin mi mamá o por lo menos sin alguien que me diera cuidados maternales; mi

mamá era entonces

...

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