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Estilos De Comunicación


Enviado por   •  24 de Mayo de 2015  •  2.565 Palabras (11 Páginas)  •  145 Visitas

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Consejo de convivencia-Caso de Souleiman

Introducción

Una de las dificultades que con más frecuencia se trabajan en las entrevistas y reuniones que se desarrollan en los centros escolares entre los distintos agentes educativos son las relativas a problemas de conducta (Sánchez, 1996). En este sentido, la participación de toda la comunidad educativa en la creación y gestión de las normas que guíen la convivencia de estos centros entraña enormes retos.

Entre los objetivos que se pretenden conseguir en estas reuniones, podemos diferenciar entre los de una faceta más emocional, que tiene que ver con los aspectos interpersonales, y los de otra faceta más cognitiva o relacionada con las tareas que se proponen. De esta manera, tanto mejorar las relaciones y favorecer el conocimiento mutuo, la cooperación y la implicación de todos los agentes, como clarificar el problema, intercambiando información y opiniones, valorar las diferentes opciones y concretar los acuerdos (establecer un “plan de acción”), son intenciones que el asesor debe planificar y tratar de llevar a cabo en el desarrollo de estos encuentros.

Es de gran importancia la implicación de todos los agentes de la comunidad educativa en la elaboración de los planes de convivencia, cuyos principios deben ser asumidos por todos y todas. En caso contrario, las líneas de actuación que se establezcan carecerán de efectividad. Ello obliga, entre otros aspectos, a que se generen mecanismos de participación en la constitución de las normas. Asimismo, deben establecerse espacios en los que se resuelvan los problemas de convivencia y en la que participen todas las personas implicadas y afectadas por los conflictos ocurridos.

En cuanto al grado de productividad que se alcance en las reuniones de este tipo, podemos decir que la eficacia en el trabajo en grupo está influida por los objetivos pretendidos y por la manera en cómo se desarrolla el trabajo que trata de lograrlos (Bonals, 2008). En este sentido, aspectos como la dificultad percibida de la tarea, la claridad de los objetivos y del proceso para llevarlos a término, el nivel de interés que a cada agente le genere el trabajo, la mayor o menor exigencia de cooperación, el tipo de trabajo (de producción, de discusión o de solución de problemas) o el papel que desarrolle el coordinador, son variables que afectarán a que una determinada reunión sea más o menos productiva.

Se trataría, por tanto, de hacer una descripción conjunta del problema a tratar, al tiempo que buscasen soluciones para la misma, de manera conjunta, de modo que se escuchasen todas las voces y el consenso fuese un objetivo prioritario. Con ello, los participantes se sentirían respetados, escuchados y valorados, y el grado de acuerdo y satisfacción con la propuesta sería alto.

Espacios de participación

Deben establecerse criterios que fijen qué personas deben liderar y participar en la resolución de conflictos. Por consiguiente, se debe crear una figura que ejerza de mediador entre las personas implicadas en el problema. Para ello, se debe seleccionar a alguien de entre el personal docente, preferiblemente, que posea capacidades y conocimientos sobre dichas tareas.

En segundo lugar, si se decide crear un mecanismo de castigo para casos graves de convivencia, se deben fijar claramente las personas que participen en él. Además, debe establecerse la tipificación de las faltas graves y sus sanciones. Estos principios deben tener un espíritu preventivo y reparador, en lugar de penalista, ya que la finalidad última es que permita y mejore la convivencia, antes que aisle y castigue a las personas que muestren comportamientos disruptivos. En este sentido, las normas que se establezcan deben fijar mecanismos que permitan el consenso y apacigüen los conflictos, estableciendo criterios de reparación a las personas afectadas, siguiendo el principio de proporcionalidad.

También debe tenerse en cuenta que la participación de grandes grupos implica dificultades para moderar la intervención de todas ellas, por ello deben seleccionarse personas que guíen las aportaciones, que faciliten la resolución de conflictos y permitan la asunción de consensos y compromisos entre las partes.

Por otro lado, si en estos espacios participan miembros de distintos colectivos, debemos tener en cuenta que deben tener similar peso y autoridad a la hora de aportar sus opiniones y decisiones. Generalmente, se crean mecanismos de participación que suelen ponderar el aporte del personal docente, en detrimento del alumnado, las familias y el personal de administración y servicios. Ello hace que estos espacios pierdan su efectividad y se conviertan en rodillos burocráticos en los que un gran número de miembros sean tan sólo convidados de piedra.

Análisis de la Comisión de convivencia- Caso de Souleiman

Tal y como se aprecia en el clip de vídeo, se plantea la constitución de una Comisión de Convivencia para resolver una posible falta grave cometida por el alumno Souleiman. En dicha comisión, participan representantes del profesorado, del alumnado, de madres y padres, del PAS, de la inspección educativa, el docente y alumno implicado junto a su madre, la orientadora y el equipo directivo del centro.

Para realizar este análisis, vamos a centrarnos en los puntos fuertes y débiles del desarrollo de la reunión, basándonos en los diferentes estilos comunicativos, y tratando de sugerir propuestas de mejora. A continuación de este análisis, los propios componentes de esta práctica realizaremos una pequeña reflexión sobre nuestra actuación y sobre cómo nos sentimos bajo el rol que interpretamos. Al final, se realizará una conclusión sobre nuestro proceso de aprendizaje.

Análisis de la reunión

Realizaremos entonces el análisis de la reunión a partir de las fases de la entrevista que propone Sánchez (1996).

1. Preparación:

En esta primera fase, se pretende reunir la información más relevante respecto al caso concreto que se tratará en la reunión (Sánchez, 1996). Un punto fuerte que detectamos es el hecho de que ha habido una convocatoria formal de la reunión, es decir, se ha establecido un horario y un lugar para la reunión, no ha sido improvisada. Esto es algo a destacar puesto que permite que los participantes se preparen

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