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Estudio De Caso


Enviado por   •  16 de Enero de 2014  •  3.213 Palabras (13 Páginas)  •  261 Visitas

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PERSONA DE ESTUDIO:

“CONCEPCIONES Y CREENCIAS: EDELMIRA OCAMPO GARDUÑO QUE VIVE EN LA COMUNIDAD DE LA UNION RIVA PALACIO, ALMOLOYA DE ALQUISIRAS”

DESCRIPCIÓN Y PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

La partera en nuestra cultura ha tenido una gran tradición, en la época prehispánica ocupó un lugar relevante por su papel como sacerdotisa, socializadora, educadora de la salud, en suma: tenía la categoría de una mujer sabia.

La atención del parto siempre había estado en manos de mujeres, tal como sucedió en las diferentes culturas durante cientos de años. Se pensaba y se piensa que nadie mejor que una mujer puede atender a otra.

El analizarlas nos brinda la oportunidad de conocer las formas en que se brinda la Atención Materno Infantil.

En MÉXICO una amplia gama de prácticas médicas y, por lo tanto, se aprecia un horizonte donde interactúan la medicina doméstica, la tradicional, la institucional y la medicina privada, a través de sus agentes: médicos, cirujanos, homeópatas, hierberos, parteras, etcétera.

A partir de este panorama (que es más o menos en todo el país), cabe determinar las razones de la derivación del enfermo a una u otra práctica médica. Al respecto, deben tomarse en cuenta los factores económicos, sociales y culturales que influyen en la derivación, así como saber quién, en el seno familiar, es el remitente y formula el primer diagnóstico y la primera acción terapéutica. La práctica demuestra también que los usuarios suelen demandar servicios en más de un ámbito, coordinando o complementando los recursos.

El significado de la medicina tradicional se orienta al alcance que tiene tanto cualitativa como cuantitativamente. Cabe señalar que en regiones muy alejadas de los centros urbanos, muchas veces es la única opción con que cuenta la población para enfrentarse al binomio salud-enfermedad. Algunos especialistas estiman que, por lo menos, 20 millones de habitantes la emplean como única posibilidad.

Cualitativamente, su importancia radica en el hecho de que sus conceptos, recursos y prácticas se sitúan dentro del mismo código de adscripción colectiva. No está desarticulada del contexto socio-cultural del demandante.

En el año 2000, México se comprometía ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a reducir en tres cuartas partes la mortalidad materna entre 1990 y 2015, y pasar de 89 muertes por cada 1.000 nacimientos a 22.

En 2011 hubo un total de 975 defunciones (50 de cada 1.000), según datos de la Secretaría de Salud, por lo que para llegar al objetivo de 417 muertes anuales tiene que darse mucha prisa.

Según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el riesgo de mortalidad materna es hasta seis veces superior en un parto por cesárea que en un parto vaginal, y estos últimos son mucho más frecuentes cuando las madres son atendidas por parteras.

“El modelo de partería tiene buenos resultados por la forma en que se atiende a las mujeres, con una atención integrada, de continuidad; si una mujer no va a una consulta, se le hace una visita domiciliaria”.

Son tres años de estudios para adquirir los conocimientos que permitan dar seguimiento a un embarazo y, en el caso de que transcurra con normalidad, ayudar a las mujeres a traer a sus bebés al mundo.

“Una vez que se atiende el parto”, hay mucho interés para detectar problemas en el posparto. “El hecho de conocer a la mujer en todo el ciclo reproductivo da mayor ventaja para que no mueran”.

A través de ejercicios, posturas y masajes especiales, las parteras logran evitar las cesáreas, que para muchos cirujanos es la opción más sencilla cuando ven que el feto no viene en la posición correcta, pero es la más agresiva para la madre.

Actualmente, el gobierno mexicano cuenta con 30 parteras trabajando en ocho estados, Guerrero, Chiapas, Oaxaca, Veracruz, San Luis Potosí, Puebla y el Distrito Federal, donde se registran los mayores índices de mortalidad materna.

ANTECEDENTES:

Antecedentes prehispánicos de la partera en México

Desde la percepción en el ámbito socio-cultural prehispánico que de la partera tenían, a partir de la concepción del nuevo ser humano hasta que veía la luz, dejó hondas raíces, por su poder reconocido en la comunidad, pues era sustantiva su función para que la mujer en el trance de la maternidad continuara su vida cotidiana.

la partera basaba su entendimiento sólo en su propia experiencia en el arte de los partos. Sí, bien carecía de escolaridad y de conocimientos racionales sobre la causalidad y terapéutica de las enfermedades; ejercía algunas medidas de orden médico como la aplicación de oxitócicos, unas veces con resultados favorables y otras con situaciones de riesgo para la gestante y su niño.

Este patrimonio legado a las generaciones de parteras, de la actitud tenaz del cuidado hacia la embarazada y la parturienta trascendió hasta el presente. En la dinámica familiar prehispánica fue un factor muy participativo desde que la mujer se daba cuenta de su embarazo. Su tradición continuó ya en la época del virreinato porque la partera muy poco alteró sus actividades. Se encargaba de dar consejos a la preñada, ordenar a la familia lo que debían darle y prohibía todo aquello que pudiera hacer daño a la criatura; advertía de los cuidados en los primeros meses de embarazo y concretaba sus consejos encargando buena alimentación, reposo y moderaciones en los trabajos manuales.

Las atenciones del recién nacido se basaban en preparar la ropa, tanto aquella que se necesitaba en el alumbramiento, como después del mismo. El trabajo de la partera no terminaba con el nacimiento del niño, sino que se prolongaba para el bautismo, la lactancia materna y el tratamiento del puerperio; y de requerirse también atendía los abortos.

La partera en la Época Colonial

Durante la Colonia, se inició la evangelización de la población, hubo lugar para muchos cambios relacionados con el vestido, la comida, el trato social y la vida familiar, se implantaron diversas medidas y surgieron nuevas organizaciones, pero al arte de los partos, no se le prestó ningún interés.

La urgencia de atender a una mujer que va a parir, dado que es un acto que no se puede posponer, se presentaba como una inesperada oportunidad para las más hábiles parteras, lo cual continuó así en los siglos

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