Familia Y Salud
vipercris6 de Octubre de 2014
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FAMILIA Y SALUD
Dra. Carolina Jara, Dra. Isabel Segovia
Resumen
La familia es transmisora de hábitos y creencias vinculadas a salud, agente socializador de estilos de vida, de prácticas saludables o patógenas, y de modelos de resolución de problemas en salud.
Se han identificado características globales o específicas de la familia que pueden ser considerados como factor causante o condicionante de la alteración de la salud o inversamente como agentes protectores.
Los solteros sin hijos tienen una mayor morbimortalidad que casados y padres de familia.
Las embarazadas que reciben más visitas y apoyo de sus familias presentarían menos complicaciones durante embarazo y parto.
Las familias transmiten algunas enfermedades de manera directa a través de la transferencia biológica del ácido desoxirribonucleico (ADN). Dada esta transmisión genética algunos individuos son más vulnerables a numerosas enfermedades graves. Las familias comparten conductas ligadas a salud tales como dieta, ejercicio y hábitos como fumar y consumo de alcohol. Sabemos que los patrones de conducta de larga duración pueden reducir o exagerar los riesgos genéticos.
La familia define y decide acciones frente a salud y enfermedad. Las personas que no tienen familia recurren en forma más tardía o inadecuada a pedir atención de salud, cuando el problema se ha agravado o cronificado
La familia influencia la expresión de síntomas psicológicos. También se reconocen tendencias familiares relacionadas con la presencia de síndromes dolorosos crónicos.
Se aprende en la familia modos de relacionarse y manejo del estrés, configurando rasgos de personalidad que se asocian a enfermedades somáticas.
Existe una correlación positiva en que, a mayor estrés familiar, más enfermedades y, entre mayor pertenencia a redes sociales, mejor desenlace de los procesos mórbidos.
La familia puede ser mediadora del impacto de factores estresantes o generador de estrés.
Los eventos más estresantes están relacionados con etapas del ciclo vital.
En sujetos con cáncer se ha observado más eventos estresantes (pérdidas significativas) que grupo control, el año previo a la presentación de la enfermedad.
Familia
Familia:
“Cualquier grupo de personas relacionadas por vínculos biológicos, emocionales o legales”.
El censo en Chile la define como “un grupo de personas emparentadas entre sí que viven juntas bajo la autoridad de una de ellas”.
La Comisión Nacional de la Familia (CNF) considera a la familia como “un grupo social, unido entre sí por vínculos de consanguinidad, filiación (biológica o adoptiva) y de alianza, incluyendo las uniones de hecho cuando son estables”.
La ONU ha definido familia como el “grupo de personas del hogar que tiene cierto grado de parentesco por sangre, adopción o matrimonio, limitado por lo general al cabeza de familia, su esposa y los hijos solteros que conviven con ellos.”
En línea con esa definición se puede entender la familia como una unidad biopsicosocial integrada por un número variable de personas, ligadas por vínculos de consanguinidad, matrimonio y /o unión estable, y que viven en un mismo hogar.
Conviene no confundir familia con hogar; éste es el espacio físico donde habita la familia. Un mismo hogar puede ser ocupado por más de una familia.
La familia es una experiencia intergeneracional, en que cada ser humano nace en presencia de -al menos- otra persona, que requerirá de otros para su sobrevivencia, estableciéndose una relación que durará años. “No sólo recibimos la vida de otros y con otros, sino que la vida humana sólo es posible con otros” ( SERNAM 1994).
En Chile, hemos observado, que el afecto y sentimiento de pertenencia, son dos elementos poderosos al momento de definir quienes componen nuestra familia, pudiendo incluirse no sólo a los miembros de la familia nuclear sino también a parientes distantes geográficamente y a “pololos” y amigos.
La familia como sistema social tiene características propias que la hacen diferente a múltiples organizaciones: se puede ingresar a ella por nacimiento, matrimonio o adopción, y sólo se la puede abandonar al morir. No es posible renunciar ni ser despedido de la familia, sino de un modo figurado o metafórico.
La familia es la base psicobiológica del desarrollo de la persona. Es considerada al mismo tiempo cómo un mecanismo biológico y cómo una institución social que permite la sobrevivencia del individuo y de la especie al aumentar las capacidades innatas que cada persona trae al nacer.
Familia y enfermedad
Ante una enfermedad, un conflicto o una crisis ponemos en marcha una serie de mecanismos defensivos, de adaptación, una serie de instrumentos económicos, afectivos, de conducta, etc., que denominamos recursos. Los recursos pueden ser personales, familiares o externos. Cuando somos incapaces de dar respuesta de forma personal a una situación conflictiva, solemos recurrir a la familia. En ocasiones, ésta tampoco puede responder a nuestra demanda, en cuyo caso podemos utilizar los recursos externos. Entre éstos incluimos los servicios de la comunidad, los profesionales de la salud, los vecinos, etc. Desde la antigüedad, los médicos y los propios pacientes sabían que la familia era, en muchas ocasiones, el único y el más importante de los recursos. Ahora bien, ¿porque usamos la familia como recurso? : La enfermedad de un miembro de la familia afecta la conducta de toda ella y, por otra parte, determinadas disfunciones familiares son la causa de la enfermedad de uno de sus miembros. También la cohesión familiar es un recurso muy importante, aunque algunos de sus miembros estén a mucha distancia. El amor, el afecto familiar, suele ser un recurso familiar inestimable.
La familia es el contexto social primario para el tratamiento de la enfermedad y la promoción de la salud. En primer lugar, las familias transmiten algunas enfermedades de manera directa a través de la transferencia biológica del ácido desoxirribonucleico (ADN). La investigación genética ha aumentado nuestro conocimiento de que muchas enfermedades tienen factores genéticos importantes que aumentan la probabilidad de aparición de dolencias. Dada esta transmisión genética algunos individuos son más vulnerables a numerosas enfermedades graves como la depresión, el alcoholismo, el cáncer de mama, el cáncer de colon y la diabetes mellitus de inicio en el adulto, por nombrar tan solo algunas. Sin embargo, resulta frecuente que estas enfermedades no estén determinadas genéticamente al 100%. Los patrones de conducta de larga duración pueden reducir o exagerar los riesgos genéticos. Tanto los riesgos como la conducta relacionada con la enfermedad tiene sus orígenes en la unidad familiar. Así por ejemplo, los riesgos genéticos se ven agravados por patrones de conducta adversos, si ambos progenitores son obesos e hipertensos y uno de ellos presenta diabetes mellitus de inicio en el adulto; si ambos siguen una alimentación rica en calorías y grasas, y si ninguno de ellos realiza ejercicio de manera regular. Esta familia transmite a la siguiente generación tanto la probabilidad hereditaria de enfermedad como la conducta que es más probable que haga que la enfermedad (diabetes mellitus) pase a ser activa en sus hijos. Además estos padres muestran a sus hijos su falta de cumplimiento de las recomendaciones médicas de modificar la dieta y los patrones de ejercicio físico. Lamentablemente, esta conducta aumenta más aún la probabilidad de aparición de obesidad, diabetes y de hipertensión en los hijos.
Qué sucede cuando alguien se enferma. Los lazos de afecto y de protección entre los miembros de una familia permiten una rápida alerta cuando uno de ellos está en dificultades, cuando hay un problema de relación o cuando la globalidad está en peligro. La presencia de un problema desencadena mecanismos interaccionales ya probados con anterioridad en otras situaciones difíciles para proteger a la persona en riesgo. Habitualmente el sistema familiar evita así que el problema prosiga.
Una exigencia transitoria de adaptación en una familia capaz de cambiar para enfrentar su problema, puede redundar en una mayor riqueza de opciones de acción, tanto individuales como grupales. Las personas y la familia estarán en mejores condiciones para colaborar en la recuperación de la salud del paciente y aumentarán su confianza en los propios recursos para enfrentar otros problemas en el futuro. El sistema familiar no sólo aprende a resolver el problema especifico, sino también; aprende a resolver problemas en general y además, aprende que tiene la capacidad para resolver problemas. Puede ser que una enfermedad sea más grave, tenga una connotación peligrosa para la familia o que ocurra en un momento de mayor vulnerabilidad. Entonces un problema de salud en vez de desafío activador, constituye un peso difícil de sobrellevar y se acompaña de malestar en uno o más miembros de la familia, incomodidad que aumenta a medida que se mantiene la situación. Es posible que esa dificultad a su vez active nuevos mecanismos protectores del sistema, reduciendo el agobio y descubriendo otros ajustes menos desgastantes. Cuando la situación desagradable no se revierte puede generar enfermedades adicionales en la familia.
En 1967, Holmes y Rahe construyeron una escala de sucesos vitales y pidieron a una muestra aleatoria de la población que clasificara 43 sucesos vitales según el grado de estrés que suponían que generaban. Muchos estudios retrospectivos y prospectivos realizados utilizando esta escala han demostrado que el desarrollo de una amplia gama
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