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Intervenciones en la subjetividad: Efectos en la Discapacidad


Enviado por   •  10 de Octubre de 2018  •  Prácticas o problemas  •  2.616 Palabras (11 Páginas)  •  53 Visitas

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Intervenciones en la subjetividad: Efectos en la Discapacidad

“El lenguaje produce, modifica y orienta el pensamiento. El acontecimiento vincular, el encuentro con otros, se anticipa o precipita mediante la construcción subjetiva que armamos de cada persona. Ellas nos orientan en la manera de designar y definir conjuntamente diferentes aspectos de nuestra realidad diaria, en la manera de interpretarlos, influir sobre ellos y, en caso contrario tomar una posición ante ellos y defenderla”. ( Romañach. J y Lobat. M, 2005 )

El acompañamiento terapéutico viene hace varios años intentando delimitar sus fronteras en el campo de la discapacidad, como en todo proceso de adquisición de un lugar,  la  lucha entre terratenientes (disciplinas) se plantea, quizás  generada por el  desconocimiento... Pero tanto la siembra como la cosecha que los acompañantes vienen realizando en sus parcelas, van demostrando que el objetivo es formar parte del conjunto de tierras que constituyen un territorio interdisciplinario.

Nos detengamos en el marco referencial de la práctica del Acompañamiento terapéutico. Una de las variables que delimita y orienta un marco teórico es el objeto de estudio,  en el Acompañamiento Terapéutico  es: “El vínculo”. Recuerdo el énfasis que mis maestros ponían en el establecimiento de vinculo y los fenómenos transferenciales que de  allí emergían. Luego inmersa en la práctica aparecía  un objetivo que se precipitaba: “explicar a los equipos y familias que había que dar tiempo al  establecimiento del vínculo” Con el pasar de los años la clínica fue mostrándome que pensar en “lo vincular”  como soporte teórico de mi práctica me llevaba a la construcción de un pensamiento complejo y en permanente movimiento. Acudiendo a las palabras de la psicoanalista Cristina Roja, ella comenta: “Un pensamiento apto para eliminar disyunciones y pensar en tramas, en simultaneidad y en bordes móviles y productivos, que podemos considerar estas temáticas más allá de los conocidos deslices reduccionistas expresados en todos los “ismos” – culturalismo, biologismo, psicologismo. (C. Rojas, 2007). Rojas nos invita a reflexionar sobre este enfoque:

Una perspectiva supone un peculiar punto de vista, que como tal destaca algunas áreas y deja de lado otras. Es por ello que hablar de una perspectiva, o más exactamente de perspectivas vinculares, ya que no se trata de un solo enfoque posible, requiere una explicitación, dado que al enfatizar aquello ligado al vínculo se oscurecen aspectos de lo subjetivo y lo social. Centrarnos exclusivamente en lo vincular y disociarlo de las otras dimensiones en juego produciría una nueva restricción y recaería en el pensamiento de la simplicidad. En relación con esto, pienso en una perspectiva múltiple, en el seno de una clínica marcada por la complejidad; perspectiva situada en los anudamientos de las tres dimensiones de la red sujeto-vínculo-cultura, considerando la simultaneidad y diversidad de condiciones operantes.”(Rojas, M.C 2007)

El territorio del Acompañamiento terapéutico es parte y producto del encuentro – desencuentro de otras disciplinas que necesitan en un tramo de los procesos terapéuticos  “otra intervención”, incluso las mismas instituciones ya han empezado reconocer y demandar el dispositivo del acompañamiento terapéutico hace ya varios años. En una reunión donde se encontraba la auditora médica de una obra social surge la pregunta: ¿Las familias o los pacientes pueden hacer el pedido de un AT? continua: “Me preocupa, ya que piden el AT como si fuera parte de la cartilla de prestaciones y si no lo otorgamos viene el amparo legal exigiéndonos brindar la prestación”. Considero que la legitimización del AT en distintas épocas ha terminado siendo producto de  los propios efectos clínicos que llevan a los grupos y a las disciplinas a incluir al AT en su “cartilla de prestaciones”.

El Acompañamiento terapéutico  también  es parte y producto del encuentro –desencuentro que movilizan las diversas escenas de la vida cotidiana en cada sujeto, entendiendo que  el sujeto no solo es sujeto en relaciones sino también es producido por la multiplicidad de discursos que han hecho marca en él. Es aquí donde empezaremos a pensar en la especificidad del AT en el trabajo con personas con Discapacidad, problemática social que lleva inherente un pensamiento complejo como también un  abordaje que contemple las necesidades de cada persona y su entorno, para que puedan ser parte del mismo territorio donde vivimos todos. Las fronteras sociales, culturales y políticas históricamente se han  convertido en barreras que imposibilitan un  intercambio equitativo, sin embargo  “parte del trabajo” para derrumbar estas murallas esta iniciado…

Las personas nacen y se constituyen en el marco de la singularidad e intercambio social. Algunas particularidades en la constitución biológica o ambiental se transforman en diferentes barreras para el desenvolvimiento en la vida cotidiana, estas particularidades singulares ya son para cada sujeto una dificultad a tramitar  para poder acceder a determinados espacios y situaciones necesarias para la vida de cualquier persona. A lo largo de la historia y en la actualidad, las personas con discapacidad ,  han sido clasificadas en  etiquetas que se agrupaban bajo denominaciones que hacen foco en el polo negativo de categorizaciones dicotómicas, las mismas  aludían al ser anormal (sin normalidad),  enfermas (sin salud) o discapacitadas (sin capacidad), como objeto de prácticas que han transformado su singularidad en una diferencia rotulada por lo negativo. “Lo que se clasifica en definitiva, son los cuerpos, cuerpos que en virtud de su mayor o menor grado de salud harán que sus poseedores encuentren más o menos dificultades para el desenvolvimiento cotidiano. La discapacidad se constituye en objeto de saber y objetivo de control, según la nomenclatura de Foucaut..” (Diaz-Ferreyra, 2010)

Si de lo que se trata en definitiva,  es de eliminar barreras para que las personas con discapacidad puedan acceder a las mismas oportunidades y ser protagonistas de sus elecciones en la vida diaria como ciudadanos; Si consideramos al AT como un recurso de apoyo, que más  allá de los objetivos puntuales a trabajar con el acompañado, ingresa a la trama Sujeto – Familia – Sociedad donde su oferta vincular será el camino para iniciar y sostener el dispositivo del Acompañamiento terapéutico, se impone la pregunta:  ¿No será un objetivo fundamental a trabajar,  el posicionamiento subjetivo (como efecto) que el  AT tiene frente a las personas con discapacidad?

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