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LA CONSTRUCCIÓN DEL MITO FAMILIAR Y SU EVOLUCIÓN EN LA TERAPIA


Enviado por   •  21 de Octubre de 2013  •  1.681 Palabras (7 Páginas)  •  704 Visitas

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Si la familia sana, como afirman muchos autores es una subcultura que se ha formado con el correr de muchas generaciones, mediante el cambio de roles y funciones en el tiempo y las consiguientes crisis de identidad, pueden surgir en ella problemas, que se estructuran en relaciones patológicas cuando estos cambios no son permitidos y en particular cuando la asignación de papeles y funciones es tan rígida que resulta irreversible o totalmente contraria a la asignación biológica.

En el mito coexisten elementos reales y elementos fantásticos, y que unos y otros contribuyen a construir una realidad funcional para determinadas necesidades emotivas del hombre, como el dar sentido a un conjunto de sucesos ambiguos y causales que resultan más amenazadores cuanto menos puede reconocerse en ellos una intencionalidad. Por eso encontrar una causa aunque sea referible a una persona o a un ser sobrenatural que se pueda individualizar como enemigo o como amigo, resulta mucho más tranquilizador porque ofrece una respuesta en una zona de vital importancia.

Un niño en condiciones de simbolizar (por ejemplo, puede utilizar muñecos para sustituir los padres ausentes), ya está construyendo sus mitos personales, que serán el resultado de la interacción con los mitos que a su vez le ha transmitido o está tratando de transmitirle el ambiente. Que él hace se desarrolla a lo largo de un periodo de tiempo y se vale de este último como elemento de refuerzo o como medio con el cual favorece una selección de los elementos que ha de conservar o descartar, según la redundancia con que éstos se presenten. Por ende el mito individual y el mito familiar se hallan estrechamente interconectados y evolucionan a la par.

En cualquier relación se crea un mito, ya sea antes o después, por el hecho de que en toda relación queda un margen de ambigüedad, de inexpresado, en el que los huecos de información en el proceso de construcción del vínculo y del conocimiento mutuo son llenados mediante la formación de estereotipos que tratan de inducir a los participantes a comportamientos específicos, funcionales para el mantenimiento del vínculo. Hay entonces muchos puntos de contacto entre mitos y reglas, en la medida en que en estas últimas se sobreentienden generalizaciones y atribuciones de valor a ciertos comportamientos que no pueden ser entonces determinados unívocamente. La ruptura de una regla tiene a menudo consecuencias dramáticas no solo porque se infringe un orden constituido, hasta ese momento compartido de modo más o menos consensual y consciente, sino también porque la ruptura pone en evidencia la naturaleza del mito subyacente a las relaciones recíprocas.

El mito del “buen chico” eternamente niño y dependiente, pasa a conjugarse con la regla de que nada debe cambiar en la modalidad de relación con los padres y más generalmente, en la modalidad de funcionamiento del sistema.

EL mito al igual que la fábula se va construyendo sobre una malla de acontecimientos de personajes, de papeles, de contenidos simbólicos vinculados entre sí y en los que se destacan algunos elementos organizadores que revisten particular importancia en el trazado de un tema o de una trama.

Los mitos individuales y familiares, permiten conocer el terreno de desarrollo, donde parece localizarse los problemas no resueltos de pérdida, separación, abandono, individualización, nutrición y privación. Tanto intrageneracionalmente como intergeneracional, en el que se establecen la aparición y evolución de los diversos papeles que deben cubrir las personas implicadas, siguiendo temáticas de culpa, reparación, búsqueda, perfección, etc. Que son tan comunes en toda historia familiar.

El término “mito familiar” se refiere a una serie de creencias, bastante bien integradas y compartidas por todos los miembros de la familia, que atañen a cada uno de éstos y a sus posiciones recíprocas dentro de la vida familiar. Estas creencias no son cuestionadas por ninguna de las personas interesadas, no obstante las evidentes distorsiones de la realidad que suelen entrañar.

Para la creación de un mito y para la comprensión de su significado parece útil tomar en consideración por lo menos tres generaciones: las expectativas de cada uno respecto al matrimonio, de los hijos, de la profesión y de la vida en general, resultan más claras si se examinan no sólo sus experiencias pasadas sino también cuáles han sido respecto de los mismos temas las expectativas de los padres y cómo éstas a su vez fueron motivadas por las correspondientes expectativas en las relativas familias de origen.

El mito originario adquiere sentido sólo a la luz de que está “ocurriendo ahora” y de su entrelazamiento con los mitos individuales de los diversos integrantes de la familia así como a su vez estos entran en una historia preexistente.

MITO, “MARCA DE LA NECESIDAD” Y TERAPIA

Es posible que el mito llegue a reproducirse en las generaciones sucesivas manteniendo inalterada su propia estructura y los papeles asignados a cada uno. Esto garantiza los diversos cumplimientos funcionales y la tutela de las reglas que gobiernan el sistema familiar. Con el correr del tiempo puede haber modificaciones o transformaciones de funciones hasta entonces asignadas a algún miembro de la familia, con el consiguiente cambio

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