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LA FAMILIA: SEXUALES PERMITIDAS Y PROHIBIDAS


Enviado por   •  26 de Mayo de 2014  •  1.439 Palabras (6 Páginas)  •  715 Visitas

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A partir de la revolución burguesa la familia nuclear confisca la sexualidad de hombres y mujeres y se convierte en una función reproductora. Para el siglo XVIII, la sexualidad se convierte en ilegitima, una historia de represión bajo el régimen de poder-saber-sexualidad. A consecuencia del desarrollo capitalista, el sexo se vuelve incompatible con la nueva moralidad social: ética del trabajo.

Justamente con la represión destinada a la sexualidad no reproductiva, se pone en marcha la puesta en discurso del sexo que en primer lugar tuvo origen en la Iglesia con las prácticas de confesión; hacia el siglo pasado pasó también a manos de psicoanalistas que se apropiaron del discurso sobre la sexualidad humana.

La crítica de Foucault a la hipótesis represiva, la cuestión no es si al sexo se le forman prohibiciones o autorizaciones, sino el hecho de que se hable de él, quienes los enuncian, lugares y puntos de vista desde donde se habla, las instituciones que se encargan de la sexualidad humana. Esto es “La puesta en discurso del sexo”.

Según este modo de comprensión sobre la construcción de la sexualidad, el fenómeno de la puesta en discurso del sexo se había producido de forma más acentuada como mecanismo de poder: para dirigir, administrar, regular debido al surgimiento como problema económico y político de las “necesidades de la población”.

Los Estados deben desarrollar estrategias de control social para la sexualidad: tasa de natalidad, edad del matrimonio, nacimientos legítimos e ilegítimos, precocidad y frecuencia de relaciones sexuales, efecto del celibato, la incidencia de prácticas anticonceptivas, etc. Lo que trata es de un nuevo régimen de discursos: otras instituciones quienes los enuncian, desde otros puntos de vista para así tener diferentes opiniones.

A partir del siglo XIX, la medicina y psiquiatría comenzaron a tomar parte de este hecho discursivo, clasificando, ordenando, normalizando las conductas sexuales humanas.

Robert Castel se refiere a este fenómeno como “control de peligrosidades”. Se erige la sexualidad de la pareja conyugal monogamia y heterosexual como paradigma de la sexualidad “normal” y se pasa a interrogar la sexualidad de niños, locos, criminales, siendo llamadas “sexualidades periféricas”. Su aparición trata de hallar nuevas formas de reconocimiento a los fines de lograr un control social sobre ellas.

Las sexualidades múltiples como la bisexualidad o las que fijan ciertas prácticas como el fetichismo; las que habitan determinados espacios como cárceles o escuelas; todas merecen ser reguladas, clasificadas, ordenadas, con referencia a aquel tipo de sexualidad hegemónica susceptible de reproducir la fuerza de trabajo y una forma de familia, la familia nuclear, basada en el amor conyugal y la sexualidad reproductora.

A partir del siglo XVIII la sociedad empieza a construir un ideal de matrimonio que impone a los esposos la necesidad de amarse y que el erotismo extraconyugal era una prueba de su duración.

Algunos dispositivos de poder en relación con la sexualidad en el interior de la familia incluyen puntos de conflicto alrededor de los cuales pueden producirse relaciones de poder entre géneros femenino y masculino. Entre los conflictos de género que expresan relaciones de poder se encuentra el dispositivo de la fidelidad conyugal. En la actualidad el dispositivo de la fidelidad conyugal está siendo revisado como expresión de las relaciones de poder: estarían en posición de practicar infidelidad aquellos que ocuparan posiciones de poder más elevadas.

SEXUALIDADES DE DIFICIL PROCESAMIENTO EN LA FAMILIA

Otras formas de sexualidad que tienen difícil procesamiento en el seno de las familias se refieren a la sexualidad de adolescentes y ancianos, con una clara diferencia por género. En cuanto a la sexualidad referida por chicas gira en torno a cierta necesidad de pudor, la sexualidad de los muchachos se acepta con orgullo y de forma casi exhibicionista en el interior de las familias. Existe un cierto temor de los padres de perder su identidad generacional si accedieran al juego de sexualidades dentro del hogar, esto es, si otorgan la libertad a sus hijos para el ejercicio de la sexualidad. En este caso se trataría de relaciones de poder entre generaciones, no solo entre los géneros.

La sexualidad de ancianos se podría aplicar el criterio del ejercicio de poder en relacione con el género y la generación. Cada vez hay una aceptación de su ejercicio, se difunde el bienestar que aporta, pero habría un criterio diferente según el diferencial por género: Cuando mujeres de edad avanzada salen con parejas de igual o menor edad se vuelve inaceptable; Estas relaciones de poder a menudo son naturalizadas

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