La Constitucion Subjetiva Del Niño

SOBRE LA PELICULA: ESTACION CENTRAL

Ileana Rivarosa

Año 2005

En el transcurso del Seminario y a medida que se desarrollaban y compartíamos los diferentes módulos propuestos, se me hizo presente la película "ESTACION CENTRAL" (de Walter Salles), que hacía ya un par de años había visto y que decidí elegir para realizar este trabajo.

En esto de hacer lazo con el otro, experiencia que pudimos vivir como grupo de trabajo, un compañero me acercó una reseña que sintetiza el argumento de la película. El film se centra en un niño cuya madre es muerta frente a la Estación Central de Río de Janeiro. Sin hogar y sin nadie a quien recurrir, es amparado de mala gana por una mujer solitaria y cínica. Resistiendo el impulso inicial de obtener una ganancia inmediata del niño la mujer se compromete a devolvérselo a su padre en el remoto Nordeste brasileño.

Mientras autobuses y camiones llevan a esta extraña pareja a través de un territorio cada vez menos familiar, ellos desafían su inicial aversión mutua, viajando más cerca el uno del otro, y más profundamente hacia el interior de sí mismos. Con un épico telón de fondos de vastos paisajes, el viaje se convierte en una búsqueda de sus propias identidades: la búsqueda del padre, por parte del niño y la búsqueda de su corazón, por parte de la mujer.

Intentaré tomar algunas escenas y diálogos significativos para desarrollar categorías trabajadas.

Una de las protagonistas es Dora, una maestra jubilada. Tiene un puesto en la estación donde por un real escribe y envía cartas de personas que se acercan al mismo. Hombres y mujeres de diferentes edades utilizan este recurso para comunicar amor, pasión, despedidas, noticias, broncas a otros.

Entre los personajes aparece una mujer con su hijo y pide que le escriba lo siguiente: "Jesús, eres lo peor que me ha sucedido. Eres un holgazán que no vale nada. Te escribo porque tu hijo me lo ha pedido, Josué quiere conocerte". Da la dirección donde vive el padre del niño. Este, que atiende a las palabras de su madre, sonríe.

La escena siguiente comienza a mostrar la solitaria vida de Dora y su proceder con las cartas que ha escrito. En relación a esta carta y antes de guardarla en un cajón dice: "Ella quiere recuperar a su hombre, es un borracho, la golpeaba....¿él va a querer recuperarlo?".

Al día siguiente vuelve la mujer y su hijo a la estación y le pide que rompa esa carta y escriba otra. "Tu hijo te quiere conocer, pasar unos días con vos...lo extraño, ¿cómo le puedo decir?" y le da una foto del niño para que lo reconozca.

Cuando dejaban la estación y al cruzar la calle la madre es atropellada por un autobús. El niño queda solo y desamparado en el lugar y se acerca a Dora pidiéndole que le devuelva el dinero para poder escribir una nueva carta a su padre. La mujer lo rechaza y le pide que se vaya.

Circulan miles de personas por el lugar, los que toman los trenes, los que trabajan allí, nadie se detiene a ver qué le ocurre a este niño. Escenas impactantes que nos muestran el individualismo de nuestra época ocupando espacios cada vez más grandes sin dejar espacio a la solidaridad, a la confianza, al encuentro con el otro. En la ficción, este niño que ha vivido un suceso trágico queda desamparado no sólo por la pérdida de su madre, sino por ser invisible a otros adultos.

Transcurrido el tiempo, y luego de haber dormido en la estación, sin posibilidad de abrigo y alimento, la protagonista se acerca a él y le propone llevarlo a su casa, para luego entregarlo por dinero a otro adulto que vende niños al exterior. Ante la interpelación de otro personaje (la vecina de Dora), con todo el peso de su palabra: "Todo tiene un límite Dora", se produce un giro en su reacción frente al niño, poniendo en riesgo su vida en el intento por recuperarlo.

En estos momentos de la película puede observarse el movimiento masivo que muchas veces caracteriza el encuentro del adulto con un niño, las diferentes legalidades que lo rigen: el desamparo, la desatención, el niño tomado como objeto de intercambio o un involucramiento extremo, sin distancia. Podría decirse el todo o nada...

Así es como emprenden el viaje hacia el pueblo donde habita el padre de Josué. Búsqueda de su origen, de su identidad, de un adulto que lo reconozca como hijo y se haga responsable de su cuidado y su crianza.

Hablar de NIÑO significa pensar en una subjetividad en vías de constitución de la mano de una relación asimétrica con los adultos. En la inauguración de la vida el cachorro humano depende completamente del Otro, cuya función es constituyente para que advenga sujeto. En soledad no se constituye nadie, el niño requiere de alguien que lo introduzca en el lenguaje y la cultura y al mismo tiempo, le ofrezca espacios de protección que posibiliten aprehenderlos. La Función Materna nos remite a ese Otro que en los inicios asiste las necesidades básicas del infans, y que en ese cuidado introduce en ese cuerpo biológico otro tipo de energía, la pulsión, motor de la complejización psíquica. "El trabajo de ligazón, de representación, de organización del aparato psíquico es el modo en que el sujeto intenta ligar este plus instalado en él. La función materna le ofrece recursos que le permitan ligar estas cantidades....también es exigencia de apertura de ese psiquismo ya que ofrece una imagen identificatoria. Le aporta sentidos, significados, una imagen de ese niño que será, un anhelo, una filiación.....codifica y violenta significaciones sobre el infans. Piera Aulagnier dirá: "La palabra materna derrama un flujo portador y creador de sentido que se anticipa en mucho a la capacidad del infans de reconocer su significación y de retomarla por cuenta propia".(1) De esto se trata el concepto de Violencia Primaria, condición fundante para que el sujeto pueda crear luego sus propias significaciones.

La Función Paterna, otra condición imprescindible para la constitución subjetiva , es una función simbólica. Representa la

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