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La Masculinidad toxica


Enviado por   •  5 de Diciembre de 2019  •  Ensayos  •  2.628 Palabras (11 Páginas)  •  132 Visitas

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Ricardo Marín González.

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Título: ¿Existe la Masculinidad Toxica?

Universidad de Guadalajara

Centro Universitario de Ciencias Económicas Administrativas.

“No hay una masculinidad única, lo que implica que no existe un modelo masculino universal y válido para cualquier lugar, época, clase social, edad, raza, orientación sexual…sino una gran diversidad de maneras de ser hombre en nuestras sociedades.” (Badinter,2013)

Introducción

Debido a diversas necesidades que han ido teniendo los estudios de género, se dio lugar al surgimiento de dudas, preguntas y problemas que concierne a los hombres, referente al tema de la masculinidad. Tal como especifica Guevara, (2008, p.72) el análisis en torno a la masculinidad ha permitido impulsar el debate en ciencias sociales en ámbitos que antes solamente estaban asociados a la condición de las mujeres. Se puede destacar, que ello es el resultado de una preocupación teórica y política por parte de algunos sectores como la academia y de las organizaciones civiles, esto por tener la necesidad de analizar e identificar la manera en la que los hombres viven, ya sea desde su vida pública, a sus relaciones personales, así como meramente su existencia cotidiana.

Una sociedad que maneja estándares de comportamiento limitado por unas barreras impuestas desde tiempos inmemoriales y, que a partir de los años 70’s ha abierto un parteaguas dentro de lo que conocemos “normal” o tradicional. La hipótesis que las teorías de las masculinidades nos ofrecen, reflejan el conjunto de actitudes, prácticas psico-sociales, acciones, lenguaje, y forma de vida que el hombre tradicional mexicano adopta erróneamente en la mayoría de los casos. El hecho de generalizar al mexicano como machista es ponerle un estereotipo de género demasiado grave, pero si echamos un vistazo a la historia del mismo y al peculiar sentido psico-social de fragilidad con la que vive lo vuelve más complejo respecto a la realidad que vive ante el mundo.

En este estudio nos damos a la tarea de visualizar al hombre dentro de este contexto que tal como lo describe Pizarro (2006, p.39) en la masculinidad asignada el hombre es quien toma el rol de jefe de familia, es quien debe ejercer la autoridad y tiene que establecer la obediencia por parte de la misma, además de ser considerado como

el que siempre sabe qué es lo mejor para todos y todas y tiene siempre la última palabra. De acuerdo a este modelo, los hombres no deben participar en el trabajo doméstico, porque es un papel que les corresponde solamente a las mujeres. Además, de que, dentro de la familia, ya sean padres o hermanos deben ser atendidos por las mujeres y, con frecuencia, cuentan con privilegios como la facilidad de obtener permisos y dinero sin ser cuestionados, son elegidos para que se les paguen los estudios y se les sirve de comer primero, solo por mencionar unos casos. Pero a la vez, sufren de ciertas prohibiciones y obligaciones que se relacionan principalmente a su condición masculina, por ejemplo, deben de tener que ser el principal proveedor económico de la familia, deben ser exitosos y ganar mucho dinero, tienen que ser fuertes y no demostrar temor ante ninguna circunstancia, tienen que ser inteligentes e infalibles, sus necesidades emocionales deben estar en un segundo plano, etcétera. El paradigma de la masculinidad tóxica afecta a la humanidad en su conjunto, ya que infecta al pensamiento social y a las relaciones humanas en su totalidad. La comprensión que hacemos en este estudio es para tener la capacidad de ver el paradigma que el hombre sufre, pero que se toca poco socialmente, se debate precariamente y se visualiza menos; los estudios de género abarcan más de los que pensamos y las costumbres se hacen para tener cierta estabilidad sin poder cuestionarse si realmente está bien o está mal todo lo que hacemos. Igualmente, se pretende redefinir el rol que tiene el hombre en la sociedad, esto debido a que se encuentra en una crisis social y culturalmente, ya que crecimos con la idea del ser “hombre” errónea, ese mensaje inconsciente del hombre bajo una premisa de cero debilidades ante cualquier situación de la vida y de cero permisibilidades sobre una serie de situaciones que no se pueden seguir dando de esta manera. El presente trabajo pretende exponer cómo en nuestra realidad actual reconocemos a la masculinidad, misma que se vienen mostrando a lo largo de los años a través de actitudes y comportamientos impuestos en la sociedad tradicionalista mexicana. En el apartado de desarrollo se muestra un amplio panorama sobre cómo ha sido normalizada la masculinidad tóxica en la vida diaria de los hombres en diversos contextos, para después finalizar con una reflexión        sobre        todo        lo        abarcado        del        tema.

Desarrollo

Guevara (2008, p.85) expone que la masculinidad no se refiere a una posición fija en una estructura social, sino a las posiciones jerárquicas en distintos campos que permiten la acumulación conjunta de distintos tipos de capital: económico, cultural, social y simbólico. Conell (1995, cita en Faur, 2004, p.40) señala que existen distintos tipos de conocimiento más elaborados sobre la masculinidad y las relaciones de género, provenientes de: la psicología y sus estudios sobre construcción de la identidad y del deseo en hombres y mujeres, la biología y sus intentos por explicar comportamientos a partir de la diferencia genética y hormonal, la religión y sus esfuerzos por traducir al lenguaje humano el orden presuntamente establecido por dios y las ciencias humanas y sociales, y sus exploraciones sobre la construcción cultural de las relaciones de género en la práctica concreta y en el nivel del discurso.

La palabra “hombre” se dirige principalmente a las masculinidades, tomando este concepto de construcción social, a quien podemos denominar como estructura de género; existen etiquetas para el hombre mexicano tales como “cabrón”, “cabal”, e incluso, “salvaje” hasta cierto punto, teniendo un balance con la mujer mexicana anteponiendo características como “sumisa”, “atenta”, aguantando al hombre más como una tortura que como matrimonio (tradición impuesta también, pero esta vez por el ámbito religioso), en varios casos también como una cruz que se debe de cargar. Pero ¿Realmente el hombre es culpable de su masculinidad?, ¿Existen las costumbres machistas en los niños?, ¿Se educa para ser hombre sin realmente querer ser hombre?, todas estas preguntas pueden darse en el día a día del hombre sin tener una respuesta.

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