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Ley de la victoria


Enviado por   •  26 de Febrero de 2017  •  Síntesis  •  6.968 Palabras (28 Páginas)  •  518 Visitas

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15 LA LEY DE LA VICTORIA

 Los líderes encuentran la forma de que el equipo gane ALGUNA VEZ HA PENSADO en aquello que diferencia a los líderes que alcanzan la victoria de los que sufren la derrota? ¿Qué se necesita para ser un ganador? Es difícil distinguir la cualidad que diferencia a un ganador de un perdedor. Cada situación de liderazgo es distinta. Cada crisis tiene sus propios retos. Sin embargo, creo que los líderes victoriosos tienen en común la incapacidad de aceptar la derrota. Para ellos es totalmente inaceptable otra cosa que no sea ganar; por eso averiguan lo que debe hacerse para alcanzar la victoria, y van tras ella con todo lo que esté a su alcance. Soy aficionado a la Guerra Civil, y estaba leyendo un viejo libro que me recordó la importancia de la Ley de la Victoria. Hablaba de las diferencias entre los presidentes de la Unión y de los Estados Confederados: Abraham Lincoln y Jefferson Davis. He hablado bastante de Abraham Lincoln en Las 21 leyes irrefutables del liderazgo porque este presidente fue un líder sumamente extraordinario. Nunca olvidó que la victoria de la nación era su mayor prioridad, por encima de su orgullo, reputación, y bienestar personal. Se rodeó de los mejores líderes que pudo encontrar, otorgó poderes a sus generales, y nunca tuvo miedo de dar el mérito a otros por las victorias que la Unión alcanzó. Por ejemplo, después de la victoria del general Grant en Vicksburg, Lincoln le envió una nota en la que decía: “Nunca creí otra cosa, excepto la esperanza general de que usted sabía qué hacer mejor que yo… Ahora deseo reconocer personalmente que usted tenía razón y que yo estaba equivocado”. Por otra parte, parece que para Jefferson Davis, la victoria nunca fue una prioridad. Cuando tenía que haber estado pensando como un revolucionario, estaba trabajando como un burócrata. Cuando debió haber estado delegando autoridad y la toma de decisiones a sus generales —los mejores del país— pasó todo el tiempo dominándolos. Lo peor de todo era que le preocupaba más tener la razón que ganar la guerra. El historiador David M. Porter dice lo siguiente de Davis: “Gastaba gran parte de sus energías en argumentos conflictivos, y aun litigiosos, para probar que tenía razón. Todo parece indicar que pensaba que el tener la razón era suficiente; que era más importante vindicar su propia rectitud que obtener resultados”.1 Davis violaba la Ley de la Victoria, y como consecuencia, su gente sufrió una derrota devastadora. ESTOS LÍDERES PERSEGUIAN LA VICTORIA Las crisis parecen sacar a flote lo mejor —y lo peor— de los líderes. Durante la Segunda Guerra Mundial, dos líderes sobresalientes que aplicaban la Ley de la Victoria emergieron en los países aliados: El primer ministro británico Winston Churchill y el presidente de los Estados Unidos Franklin Roosevelt. Ellos evitaron que Adolfo Hitler destruyera a Europa y volviera a levantarla según su propia visión. En su lado del océano Atlántico, Winston Churchill inspiró al pueblo británico a ofrecer resistencia a Hitler. Mucho antes de convertirse en el primer ministro en 1940, Churchill se pronunció contra los nazis. En 1932 parecía el crítico solitario cuando advirtió: “No se engañen… no crean que todo lo que Alemania está pidiendo es un estado de igualdad… Los alemanes están buscando armas, y cuando las tengan, créanme que pedirán el retomo de los territorios y las colonias que han perdido”. Churchill siguió pronunciándose contra los nazis. Y cuando Hitler anexó a Austria en 1938, Churchill dijo a los miembros de la Cámara de los Comunes: Por cinco años he hablado a la Cámara acerca de estos asuntos— con muy poco buen éxito. He visto que esta isla ha ido descendiendo incontinentemente e irreflexivamente la escalera que lleva a un pozo muy oscuro… Ahora es tiempo de despertar a la nación. Tal vez esta sea la última vez que podremos despertarla y tener la oportunidad de evitar la guerra, o la oportunidad de alcanzar la victoria si fracasa nuestro esfuerzo por evitar la guerra. Infortunadamente, el primer ministro Neville Chamberlain y los otros líderes de Gran Bretaña no opusieron resistencia a Hitler. Y casi toda Europa cayó bajo el poder de los nazis. A mediados del decenio de los cuarenta, la mayor parte de Europa estaba bajo el dominio de Alemania. Pero entonces sucedió algo que pudo haber cambiado la historia del mundo libre. Winston Churchill asumió el liderazgo de Inglaterra. Se negó a doblegarse ante las amenazas de los nazis. Por más de un año. Gran Bretaña fue la única que se atrevió a hacer frente a la amenaza de la invasión alemana. Cuando Hitler indicó que quería hacer un pacto con Inglaterra, Churchill lo desafió. Cuando Alemania comenzó a bombardear a Inglaterra, los británicos permanecieron firmes. Mientras tanto, Churchill buscaba la manera de obtener la victoria. CHURCHILL NO IBA A ACEPTAR NADA MENOS Cada cierto tiempo, Churchill reunía al pueblo británico. Comenzó con su primer discurso después de convertirse en primer ministro: Tenemos ante nosotros una situación muy difícil, de lo más penosa. Ante nosotros hay muchos, muchos meses de lucha y sufrimiento. ¿Quieren saber cuál es nuestra política? Yo les diré: Es hacer guerra por mar, tierra y aire, con toda nuestra fuerza y con todo el poder que Dios pueda darnos: Hacer guerra contra un tirano monstruoso, nunca eclipsado en la oscuridad, catálogo lamentable del crimen humano. Esa es nuestra política. ¿Quieren saber cual es nuestra meta? Respondo con una sola palabra: La victoria —victoria a toda costa, victoria a pesar de todo el terror, victoria, aunque el camino sea largo y duro; porque sin victoria no hay supervivencia.2 Mientras tanto, Churchill hizo todo lo que estuvo a su alcance para prevalecer. Desplegó tropas contra las fuerzas de Mussolini en el Mediterráneo. Aunque aborrecía el comunismo, se alió con Stalin y los soviéticos y les envió ayuda, aun cuando las provisiones de Gran Bretaña eran amenazadas y su supervivencia pendía de un hilo. Entonces entabló relaciones personales con Franklin Roosevelt. Aunque el presidente de los Estados Unidos se negaba a entrar en la guerra, Churchill siguió su relación con él con la esperanza de transformar la misma, de una amistad y respeto mutuo, a una alianza de guerra con pleno derecho. Con el tiempo sus esfuerzos dieron resultado. Un día los japoneses bombardearon Pearl Harbor, lo cual empujó a los Estados Unidos a la guerra, y Churchill se dijo a sí mismo: “De modo que hemos ganado después de todo”. OTRO LÍDER DEDICADO A LA VICTORIA Antes de diciembre de 1941, Franklin Roosevelt había estado aplicando la Ley de la Victoria durante décadas. De hecho, este fue el sello de toda su vida. Había encontrado la forma de alcanzar la victoria política mientras le ganaba a la poliomielitis. Cuando fue elegido presidente y se hizo responsable de sacar al pueblo norteamericano de la Gran Depresión, esta era otra situación imposible que aprendió a atacar. Y luchó. Durante los años treinta, el país se recuperaba lentamente. Cuando los nazis estaban batallando en Europa, el peligro era grande. El historiador Arthur Schlesinger Jr., ganador del Premio Pulitzer, comentó: “Durante la Segunda Guerra Mundial, la democracia estaba combatiendo por su vida. En 1941, sólo quedaba más o menos una docena de estados democráticos en la tierra. Pero un gran liderazgo surgió a tiempo para recobrar la causa democrática”. El equipo de Roosevelt y Churchill proveyó del liderazgo necesario, como un puñetazo directo. Así como el primer ministro había convocado a Inglaterra, el presidente reunió al pueblo norteamericano y lo unió en una causa común como hasta entonces nadie lo había hecho, ni lo ha hecho hasta ahora. Para esos dos líderes, la victoria era la única opción. Si hubieran aceptado otra cosa, el mundo sería hoy un lugar muy diferente. Schlesinger dice: “Observe nuestro mundo de hoy. Es manifiesto que no es el mundo de Adolfo Hitler. Su Reich de mil años tuvo una duración breve y sangrienta de doce años. Es manifiesto que tampoco es el mundo de Joseph Stalin. Ese mundo espantoso se autodestruyó ante nuestros ojos. Tampoco es el mundo de Winston Churchill… El mundo en que vivimos es el mundo de Franklin Roosevelt”.3 Sin Churchill e Inglaterra, toda Europa hubiera caído. Sin Roosevelt y los Estados Unidos, tal vez nunca se habría recuperado la libertad. Pero ni siquiera Adolfo Hitler y su ejército del Tercer Reich pudieron permanecer contra dos líderes dedicados a la Ley de la Victoria. LOS GRANDES LÍDERES ENCUENTRAN LA FORMA DE GANAR En momentos de presión, los grandes líderes dan lo mejor de sí. Lo que hay dentro de ellos sale a flote y funciona a favor o en contra de ellos. Hace unos años, Nelson Mandela fue elegido presidente de Sudáfrica. Fue una victoria grandiosa para el pueblo de ese país, pero esta tomó largo tiempo. El camino a esa victoria fue empedrado con veintiséis años de la propia vida de Mandela, quien fue puesto en prisión. Mientras tanto, hacía todo lo necesario para dar un paso más hacia la victoria. Se unió al Congreso Nacional Africano, el cual fue declarado una organización ilegal. Organizó protestas pacíficas. En secreto viajó al exterior para tratar de obtener apoyo. Cuando fue necesario, fue a juicio, y aceptó con dignidad y valentía la sentencia de prisión. Cuando llegó el momento apropiado, negoció cambios en el gobierno con F. W. de Klerk. Mandela se ha esforzado por alcanzar una victoria duradera que cause sanidad al país. Se describe a sí mismo como “un hombre ordinario que se ha convertido en líder debido a circunstancias extraordinarias”.4 Yo digo que es un líder que llegó a ser extraordinario por la fuerza de su carácter y su dedicación a la Ley de la Victoria. PUEDE VERLO TODOS LOS DIAS Fácilmente se puede ver la Ley de la Victoria en acción en las competencias deportivas. En otras áreas de la vida, los líderes hacen tras bastidores la mayor parte de su trabajo, y usted nunca llega a verlo. Pero en un juego de pelota se puede ver al líder mientras trabaja para alcanzar la victoria, Cuando suena el timbre final o se registra el último out, usted sabe bien quién ganó y por qué. Los juegos tienen resultados inmediatos que pueden medirse. Cuando quiero ver la Ley de la Victoria en acción, voy a un juego a observar a alguien como Michael Jordan. Este es un atleta extraordinario, pero también es un líder excepcional. Vive y respira cada día la Ley de la Victoria. Cuando el juego está en peligro, Jordan encuentra la forma de que su equipo gane. Su biógrafo, Mitchell Krugel, dice que la tenacidad y la pasión de Jordan por la victoria son evidentes en todos los aspectos de su vida. La aplica aun en las prácticas de los Bulls. Krugel explica: En las prácticas de los Bulls, los iniciadores eran conocidos como el equipo blanco. Los otros cinco usaban uniforme rojo. Desde el primer día, Loughery [antiguo director de los Bulls] ponía a Jordan a jugar con el equipo blanco. Con Jordan y [su compañero de equipo] Woolridge, el equipo blanco fácilmente iba a la cabeza con puntuaciones de 8–1 ó 7–4 en juegos de 11 puntos. El perdedor de estos juegos tenía que correr “sprints” extra después de la práctica. Más o menos en ese momento de la práctica, Loughery cambiaba a Jordan al equipo rojo. Y con más frecuencia que perdiendo el equipo rojo terminaba ganando”.5 Al principio de su desempeño como jugador profesional, Jordan dependía mucho de su talento y esfuerzo personales para ganar los juegos. Pero comforme maduraba, fue prestando más atención a ser un líder y ayudar a todo el equipo a jugar mejor. Jordan piensa que mucha gente ha pasado esto por alto. Una vez dijo: “Eso es lo que todo el mundo mira cuando yo no participo en uno de los juegos. ¿Podrán ganar sin mí?… ¿Por qué nadie pregunta por qué, o qué contribución hago yo que hace la diferencia? Apuesto que nadie diría que al equipo le hizo falta mi liderazgo o mi capacidad de mejorar a mis compañeros”. Sin embargo, eso es exactamente lo que hace Jordan. Los líderes siempre encuentran una forma de que el equipo gane. Una vez Michael Jordan hizo un comercial para Nike en el que refería algunos de sus fracasos: “He fallado más de nueve mil tiros en mi desempeño profesional, he perdido más de trescientos juegos. Veintiséis veces he tomado el tiro ganador y lo he fallado”. Leí una entrevista que se hizo a Jordan poco después de que el comercial saliera al aire por primera vez, y el reportero le preguntaba si realmente había fallado esa cantidad de tiros. La respuesta de Jordan fue reveladora: “No tengo idea”. La gente puede sentirse decepcionada por ese comentario, pero este ofrece una idea más clara de la personalidad del atleta. Michael Jordan no está meditando en sus errores pasados. Lo importante para él es lo que puede hacer en el momento para llevar su equipo a la victoria. NO IMPORTA QUÉ “JUEGO” ESTEN JUGANDO En la actualidad hay muchos grandes atletas en el juego de baloncesto. Pero no siempre el juego individual llamativo conduce a la victoria. Mas que nada, lo que se necesita es liderazgo. Los más grandes jugadores del pasado tenían más que talento individual, aunque definitivamente esto estaba presente. Por ejemplo, un jugador como Bill Russell, centro de Boston, medía su juego por la ayuda que daba a todo el equipo para que éste jugara mejor. Y el resultado fue la cantidad extraordinaria de once títulos de la NBA [National Basketball Association-Asociación Nacional de Baloncesto]. El guarda de los Lakers, Magic Johnson, que fue escogido tres veces como el jugador más valioso de la NBA y ganó 5 campeonatos, era un anotador sobresaliente, pero su contribución principal fue su capacidad de dirigir el equipo y poner la bola en manos de sus compañeros. Larry Bird, quien hacía que las cosas sucedieran en los Celtics de Boston en el decenio de los ochenta, es extraordinario porque fue ejemplo de la Ley de la Victoria, no sólo como jugador, sino también posteriormente como director de los Pacers de Indiana. Cuando estaba jugando en Boston, fue nombrado el novato del año, fue elegido tres veces jugador más valioso, y llevó a su equipo a 3 campeonatos de la NBA. En su primer año con los Pacers, fue nombrado director del año después de dirigir a su equipo al mejor porcentaje de juegos ganados en la historia de la franquicia. Los buenos líderes encuentran la forma de que sus equipos ganen. Esa es la Ley de la Victoria. El deporte en sí no es lo importante. Michael Jordan, Magic Johnson, y Larry Bird lo hicieron en la NBA. John Elway lo hizo en el fútbol americano, llevando a su equipo a más victorias en el último cuarto del juego que ningún otro quarterback en la historia de la NFL [National Football League-Liga. Nacional de Fútbol Americano]. Pelé lo hizo en el balompié, ganando un número sin precedentes de 3 Copas Mundiales para Brasil. Los líderes encuentran la forma de que sus equipos tengan buen éxito. TRES COMPONENTES DE LA VICTORIA Sea que observe un equipo deportivo, un ejército, una empresa, o una organización no lucrativa, la victoria es posible siempre que tenga los siguientes tres componentes. 1. UNIDAD DE VISIÓN Los equipos sólo alcanzan buen éxito cuando los jugadores tienen una visión unificada, independientemente de cuánto talento o potencial haya. Un equipo no gana el campeonato si los jugadores tienen planes diferentes. Esto se aplica al deporte profesional. Es cierto en los negocios y en las iglesias. Aprendí esta lección en la escuela secundaria cuando cursaba el penúltimo año y formaba parte del equipo de baloncesto. Teníamos un grupo de jóvenes muy talentosos y habíamos sido seleccionados para jugar en el campeonato estatal. Pero teníamos un problema. Los estudiantes del último año y los del penúltimo se negaban a jugar juntos. La situación se volvió tan difícil, que al final el director tuvo que dividimos en dos equipos diferentes para los juegos. El equipo obtuvo pésimos resultados. ¿Por qué? No compartíamos una misma visión. 2. DIVERSIDAD DE DESTREZAS Casi no hay ni que decir qué el equipo necesita diversidad de destrezas. ¿Puede imaginar un equipo de hockey únicamente de goleadores? ¿O un equipo de fútbol americano de quarterbacks [jugadores de defensa]? No tiene sentido. En la misma forma, para tener buen éxito, las organizaciones necesitan diversos talentos, en los que cada jugador cumple con su parte. 3. UN LÍDER DEDICADO A LA VICTORIA Y A EXPLOTAR EL POTENCIAL DE LOS JUGADORES Es cierto que es importante tener jugadores con diversas destrezas. Como dice Lou Holtz, antiguo director del equipo de fútbol norteamericano de Notre Dame: “Usted debe tener grandes atletas para ganar, no importa quién sea el director. No se puede ganar sin buenos atletas, pero se puede perder con ellos. Es allí donde el director hace la diferencia”. En otras palabras, también se necesita del liderazgo para obtener la victoria. La unidad en la visión no sucede eso es, no ocurre, no es espontánea. Los jugadores indicados con la adecuada diversidad de talentos no llegan por cuenta propia. Se necesita que un líder haga estas cosas, se necesita que un líder imparta la motivación, los poderes, y la dirección necesarios para ganar. LA LEY DE LA VICTORIA ES SU NEGOCIO Una de las historias de buen éxito más notables que he escuchado es la de Southwest Airlines y Herb Kelleher, a quien mencioné en el capítulo de la Ley de la Conexión. Su historia es un ejemplo admirable de la Ley de la Victoria en acción. Hoy Southwest se ve como una fuente de energía con todo a su favor. Domina el mercado de las rutas en las que vuela. La compañía se halla en una curva de crecimiento estable, y sus acciones se desenvuelven muy bien. De hecho, es la única línea de servicio aéreo que ha obtenido ganancias todos los años desde 1973. A los empleados les encanta trabajar allí. La rotación de los mismos es muy baja, y se considera que la compañía tiene la fuerza laboral más productiva en la industria. Es sumamente popular entre los clientes; consecuentemente Southwest tiene una posición superior en lo que respecta al servicio al cliente. Al ver la posición actual de Southwest, usted no sospecharía que su inicio no fue nada fácil. El hecho de que la compañía exista hoy es un testamento a la Ley de la Victoria. La aerolínea fue iniciada en 1967 por Rolling King, propietario de un servicio de transporte aéreo en Texas; John Parker, un banquero; y Herb Kelleher, un abogado. Pero les tomó cuatro años despegar su primer avión. Apenas la compañía obtuvo la personería jurídica, Braniff, Trans Texas, y Continental Airlines trataron de sacarla del mercado. Por poco lo hacen. Hubo varios litigios, y un hombre, más que ningún otro, libró esta batalla personalmente: Herb Kelleher. Cuando el capital inicial se agotó, y parecía que habían sido derrotados, la junta directiva quiso rendirse. Sin embargo, Kelleher dijo: “Peleemos con ellos un asalto más. Yo seguiré representando a la compañía en el tribunal, pospondré todos los honorarios legales y pagaré de mi propio bolsillo hasta el último centavo de los costos legales”. Cuando el caso llegó al Tribunal Supremo de Justicia de Texas, estos hombres ganaron y pudieron poner a volar su primer avión. Cuando las cosas comenzaron a marchar, la Southwest contrató al experimentado líder de aerolíneas Lamar Muse como su nuevo jefe principal. El, a su vez, empleó a los mejores ejecutivos que pudo encontrar. Otras aerolíneas seguían tratando de sacarlos del mercado, pero Kelleher y Muse siguieron peleando —en el tribunal y en el mercado. Cuando tuvieron problemas para que sus aviones pudieran volar desde Houston, y hacia Houston, la Southwest comenzó a volar al Aeropuerto Hobby de Houston, que era mucho más accesible a los pasajeros debido a su cercanía al centro de la ciudad. Cuando todas las aerolíneas principales se mudaron al nuevo aeropuerto Dallas-Fort Worth, Southwest siguió volando al conveniente Love Field. Cuando la compañía tuvo que vender 1 de sus 4 aviones para sobrevivir, los ejecutivos idearon la forma de que sus aviones no permanecieran en tierra por más de 10 minutos entre los vuelos. Así la Southwest podía mantener sus rutas y sus horarios. Y cuando no pudieron idear ninguna otra forma de llenar sus aviones, fueron los primeros en ofrecer precios de temporada alta y temporada baja, lo cual ofrecía a los viajeros que iban en viaje de placer un enorme alivio en el costo de pasajes aéreos. A través de todo esto, Kelleher siguió peleando y ayudó a mantener con vida a Southwest. En 1978, siete años después de haber ayudado a la compañía a poner en el aire su primera pequeña flota, se convirtió en el presidente de la junta directiva y jefe principal. Hoy sigue luchando y encuentra formas de que la compañía gane. Y mire el buen éxito de la misma: Southwest Airlines Ayer y Hoy 1971 1997 Tamaño de la flota 4 262 Empleados al final del año 195 23,974 Clientes transportados 108,000 50,399,960 Ciudades servidas 3 51 Total de vuelos 6,051 786,288 Capital de los accionistas $3,3 millones $2,000 millones Total de bienes disponibles $22 millones $4,200 millones La vicepresidente administrativa de Southwest, Colleen Barrett, lo resume así: “La mentalidad de guerreros, la lucha misma por sobrevivir, es lo que verdaderamente creó nuestra cultura”.6 Kelleher y Southwest no sólo tienen el deseo de sobrevivir, sino también de ganar. Los líderes que aplican la Ley de la Victoria creen que cualquier cosa que no sea el buen éxito es inaceptable. No tienen un plan B, o segundo plan. Eso los mantiene luchando. ¿Cuál es su nivel de expectativa en lo referente al buen éxito de su organización? ¿Cuánta dedicación tiene a ganar su “juego”? ¿Tendrá en su esquina la Ley de la Victoria mientras pelea, o cuando esta se vuelva difícil va a tirar la toalla? Su respuesta a esta pregunta puede determinar si tendrá buen éxito o si fracasará como líder.

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