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MAESTRO DE SABIOS


Enviado por   •  21 de Octubre de 2013  •  Biografías  •  4.669 Palabras (19 Páginas)  •  251 Visitas

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MAESTRO DE SABIOS*

Reportaje a Heinz von Foerster

Encontrarse frente a Heinz von Foerster, es a la vez un viaje al pasado hacia la Viena de principios de siglo, a la cuna de Wittgenstein, de Freud, de Popper y tantos otros, y un vislumbrar del futuro, porque la vitalidad y la lucidez de este hombre de casi ochenta y tres años nos pone en contacto con las lineas de pensamiento que están gestando nuestro futuro. De él se ha dicho que con un solo gesto "duplicó la capacidad de computación del mundo " cuando desarrolló la computadora "ILLIAC III". La construcción de este prodigio de la era pre-chip, se debió a un cambio conceptual basado en modelos cibernéticos, que permitió desarrollar programas y lógicas no "clásicas". Von Foerster, a lo largo de su prolífica vida académica incursionó en campos que las concepciones tradicionales de la ciencia considerarían radicalmente separados, como la física, la computación, la epistemología, la neurofisiología y la ética, que en la mente "sistémica" de este pensador se potencian y realimentan continuamente. Sus encuentros e intercambios con muchos de los más destacados científicos de este siglo a lo largo de varias décadas dejaron una impronta indeleble en su pensamiento y también en muchos de los que tuvieron la suerte de compartir la aventura intelectual con él: desde su tío Ludwig (nada más, ni nada menos, que Ludwig Wittgenstein), hasta Norbert Wiener, pasando por Gregory Bateson, Margaret Mead y Warren McCulloch. Varios de ellos compartieron el alumbramiento de la primera cibernética ( de los sistemas observados) y de la cibernética de segundo orden ( de los sistemas observadores ) y disfrutaron durante años de la potenciación del pensamiento que produce el diálogo interdisciplinario. En su paso por Buenos Aires, para dictar un seminario sobre " Ética, Responsabilidad y Lenguaje " organizado por el Instituto de Terapia Sistémica, y la Fundación Aigle, tuvimos el placer de conversar con este grande de nuestro tiempo.

P- ¿Profesor Foerster podría Ud. hacernos una presentación a grandes trazos de su trayectoria?

Nací hace ochenta y dos años y tres cuartos en el año 1911, el viernes 13 de noviembre, en la ciudad de Viena. En aquel momento mi ciudad natal era un lugar maravilloso y excitante, sucedían cosas fantásticas en todos los campos, desde la física hasta la filosofía y el arte. Yo nací en ese gran círculo de actividad. Para mí fue un día de suerte, aunque no se si lo fue para mis padres. Tuve la enorme fortuna de nacer una familia de artistas y pensadores. Mi abuela comenzó el movimiento feminista en el centro de Europa, ella editaba un periódico "documento femenino", siempre había periodistas en la casa, y yo pasaba allí mucho tiempo porque mi padre había sido hecho prisionero en la primera semana de la guerra. Así que fui un niño criado casi sin padre, que pasaba muchas horas en la casa de la abuela, y rodeado de artistas, pasando buena parte de mi tiempo en el guardarropa del teatro admirando a mujeres hermosas. Luego comencé mi período escolar, pero debo reconocer que siempre fui un mal alumno, en especial no podía entender porqué se discutían algunos temas de matemáticas y de física que para mi resultaban obvios, triviales, yo podía dormir mientras el profesor hablaba porque todo me parecía natural y evidente. Así que luego ingresé en el Instituto de Tecnología en Viena y un compañero me informó que en la Universidad se estaban dictando unas conferencias "fabulosas". Allí me dirigí y encontré la sala llena, con los profesores sentados en la primer fila, como se usaba en aquella época. Cuando anunciaron el tema del que se iba a hablar ese día, resultó que se trataría una cuestión realmente poco ortodoxa: "¿Puede crearse vida artificialmente?". Cuando el presentador dijo el título, todos los que estaban sentados en la primera fila se levantaron en señal de protesta y se retiraron de la sala. Esto para un joven de 18 o 19 años, resultó aún más atractivo. Que la ortodoxia se retirara, era para mí la mejor propaganda, ya que implicaba que allí debía suceder algo realmente interesante. Esa conferencia formaba parte de una serie de presentaciones de trabajos del famoso "Círculo de Viena " de Filosofía, formado por Moritz Schlick, Rudolf Carnap, Kurt Godel, entre otros. Inmediatamente me sentí atraido por estas presentaciones y me relacioné con estos pensadores ya que el sistema educativo vienés permitía que un estudiante asistiera al mismo tiempo al instituto de tecnología y a la universidad. Desde entonces me moví en dos campos: la ciencia y la tecnología por un lado y la filosofía por el otro. Pronto comencé a relacionarme con las ideas de Wittgenstein, ya que con él mismo tenía relación desde que nací, porque éramos parientes. Estudie profundamente su "Tractatus Logicus Philosóficus" y pronto me convertí en un verdadera peste para mi familia y mis conocidos porque cualquier cosa que ellos dijeran era inmediatamente rebatida por mí al grito de " Lo que dices está mal, porque de acuerdo al "Tractatus ...".Todo esto ocurría a comienzos de los años treinta. Luego vinieron los nazis y para sobrevivir tuve que irme de Viena porque allí mi familia era demasiado conocida. Así que me fui a Berlín donde conocí a una mujer absolutamente maravillosa, con la cual me casé y con la que hace unos años festejemos los cincuenta años de casados, y que felizmente me acompaña hasta hoy. Este fue un tiempo muy difícil, varias veces perdimos todo en los bombardeos.

Luego de la guerra, emigramos a los EE. UU., donde arribé en febrero del año 1949, luego de cruzar el Atlántico en el Queen Mary en medio de las tormentas de invierno, llevando conmigo mi trabajo recién publicado: "Teoría molecular de la memoria". Al llegar, le escribí a todos los conocidos informándoles de mi proyecto de quedarme en el país y de mis investigaciones. Al poco tiempo recibí un telegrama de un querida amiga que estaba en Chicago, que me decía que viajara pues había una persona muy interesada en conocerme. Cuando llegué me presentó nada menos que Warren McCulloch, al gran "neurofilósofo", puesto que era a la vez Neurofisiólogo, matemático, poeta y filósofo. Warren me invitó a dictar una conferencia sobre mi trabajo en el tema de la memoria ante la "crema de la crema" de los científicos americanos. En ese momento hace sólo diez días que había llegado a los Estados Unidos y mi inglés era pobrísimo, pero allí había tantos emigrados de Viena y Berlín, que parecía más Europa Central que Chicago. Presenté mis trabajos

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