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NEUROCIENCIAS DEL COMPORTAMIENTO Taller de Conducta de sueño


Enviado por   •  30 de Abril de 2020  •  Informes  •  1.334 Palabras (6 Páginas)  •  217 Visitas

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NEUROCIENCIAS DEL COMPORTAMIENTO

Taller de Conducta de sueño

Caso 1

Aidan John, un estudiante de posgrado en filosofía inglesa de 30 años de edad, acudió un psiquiatra porque no puedo dormir de un tirón. El problema comenzó cuatro meses antes, cuando empezó a despertarse a las 3:00 de la mañana todos los días, sin importar a qué hora se acosaba, y luego no podía volverse a dormir. A causa de esto se sentía "ido" durante el día. Esto lo llevó a estar cada vez más preocupado pensando en cómo iba a acabar su tesis doctoral, pues no podía concentrarse debido al agotamiento. Al principio, que el recordara, no se despertaba con nada concreto en la mente. Al persistir el problema, se despertaba teniendo que llegar al día siguiente y preguntándose si podría dar sus clases concentrarse en la redacción de la tesis después de haber dormido tan sólo unas pocas horas. Algunas mañanas permanecía despierto en la cama, a oscuras junto a su novia, que dormía profundamente. Otras, decidía sacar provecho de la situación, salía de la cama y se iba temprano a su despacho del campus.

Al cabo de un mes de sueño interrumpido, el señor Jones visitó al auxiliar médico del servicio de salud para estudiantes de la universidad, a donde iba normalmente por sus tratamientos. (Padecía asma, por lo que a veces inhalaban agonistas adrenérgicos vetados, y un año antes había tenido mononucleosis.) El auxiliar médico le recetó un sedante hipnótico que no le sirvió. "Nunca ha tenido problemas para dormirme", explicó el señor Jones. Mientras tanto, hacía caso de los consejos que leían la red. Aunque se notaba supeditado al café durante el día, nunca lo veía después de las 2:00 de la tarde. Ha habido jugador de tenis, sólo iba a la pista por la mañana temprano. Sin embargo, si se tomaba uno o dos vasos de vino todas las noches, al cenar con su prometida. "A la hora de cenar empieza a preocuparme la idea de si podré dormir o no", dijo, "y, para ser francos, el vino ayuda".

El paciente, un varón delgado y atlético con el típico aspecto de joven académico, con chaqueta de tweets y gafas con montura de Carey, se mostró agradable y abierto al relatar los hechos. El señor Jones no parecía cansado, pero le dijo al psiquiatra: "me propuse venir a verlo por la mañana, antes de estar hecho trizas". Un no parecía triste ni tenso, y no recordaba haber estado deprimido nunca. Pero no tenía dudas de la molesta ansiedad de nivel bajo que actualmente lo oprimía. "Este problema de sueño es ahora más importante", explicó. "Estoy estresado por el trabajo y mi novia y yo discutimos. Pero todo es por lo cansado que estoy".

Aunque era su primera visita a un psiquiatra, el señor Jones mencionó una gratificante psicoterapia psicodinámica de tres años que había realizado con un trabajador social estando en la universidad. "Tan sólo quería conocerme mejor a mí mismo" explicó, añadiendo con una risita que, al ser el hijo de un psiquiatra infantil, está acostumbrado a que la gente asumiera que estaba "loco". Recordó que siempre había dormido "a pierna suelta" antes del actual problema; de niño, era el primero en dormir la siesta de piyama, y de adulto era la envidia de su novia por su facilidad para dormir en el avión.

Caso 2

Bernadette Claver es una mujer blanca de 34 años, divorciada, en paro y madre de tres hijos en edad escolar. Vive con una nueva pareja. La señora Claver acude a psiquiatra porque tiene ansiedad y mucho sueño.

La señora Claver había padecido ansiedad durante gran parte de su vida, pero la preocupación y el estrés se habían acrecentado mucho después del nacimiento de su primer hijo 10 años atrás. Dijo que estaba "bien en casa", pero nerviosa en las situaciones sociales. Evitaba tener que relacionarse con gente nueva, temiendo sentirse prohibida y que la juzgaran. Por ejemplo, quería perder peso que había ganado desde que había dado a luz a sus hijos (índice de masa corporal actual de 27.7), pero le daba miedo el ridículo que pudiera ser en el gimnasio. Poco a poco se había retirado de las situaciones en que pudiera verse obligada a conocer gente nueva, lo que prácticamente le impedía acudir a entrevistas de trabajo y, naturalmente, tener un nuevo empleo. Le habían tratado con éxito su fobia social cinco años antes con psicoterapia, un inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina y clonazepam en dosis de 0.25 miligramos dos veces al día, pero los síntomas habían reaparecido hacía un año. Dijo que no se había subido la dosis de ninguno de sus medicamentos y que tampoco tomaba nada nuevo (con o sin receta) para la ansiedad. Aunque estaba realmente ilusionada con su nueva pareja, se preocupaba que la novia la dejara si no se "ponía las pilas".

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