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Narcisismo


Enviado por   •  5 de Julio de 2015  •  Tesis  •  7.080 Palabras (29 Páginas)  •  307 Visitas

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Introducción

La presente investigación se refiere al tema de la importancia de la sexualidad infantil y los sucesos que esta genera en el futuro.

Esta tiene a la base de su gestación al complejo de Edipo que juega un rol preponderante en el desarrollo de nuestra sexualidad, principalmente en la etapa de nuestra niñez, sienta las bases de esta parte tan importante de nuestra personalidad, la cual nos enmarca dentro de un contexto social y que cada uno como sujeto lleva de forma diferenciada, esta se va engendrando prácticamente desde nuestra fecundación dentro del vientre materno, y que estructuramos en el día a día, desde el momento en el cual vemos la luz por primera vez al nacer y nos acompaña a lo largo de todas nuestras experiencias vital.

Así mismo lo ve Freud desde el Psicoanálisis, el cual nos ayudara a descubrir que papel juega nuestra infancia en el desarrollo de nuestra sexualidad.

Una de las características principales es el papel preponderante del Edipo, este complejo compuesto por cuatro elementos (niño, madre, falo y padre), desde una mirada Freudiana, ya que posteriormente Lacan hará un cambio, sacara al padre y pondrá al falo, pero no el falo como genital sino como un símbolo que definiremos mas adelante.

Así como el Psicoanálisis nos brindara las herramientas para poder explicar esta perspectiva de la sexualidad, también será nuestra limitante, ya que solo nos enfocaremos en esta área de la Psicología.

La investigación de esta problemática se realizo por el interés de conocer mas a fondo la génesis de la sexualidad, un tema muchas veces que roza el tabú en nuestra sociedad, que es tan socavado y reprimido, por lo mismo genera cierto morbo, el cual trataremos de dilucidar dentro del desarrollo del cuestionamiento que dará forma a nuestro seminario.

La importancia de la sexualidad infantil en el desarrollo de nuestra personalidad es algo muy importante, así también abarca espectros muy amplios, nuestra investigación seguirá la siguiente interrogante ¿en la infancia se estructura formalmente nuestra orientación sexual?, ¿es de carácter innato o aprendido?, con el fin de dilucidar en parte las interrogantes que surjan en esta línea investigativa.

Desarrollo

Nuestra sexualidad para desde el momento en el que somos fecundados en el vientre materno, pero no es hasta nuestro nacimiento que comenzamos a forjarla como parte importante de nuestra personalidad, ya que con la interacción entre sujetos, comenzamos a identificarnos con ciertos rasgos de los demás individuos.

Así podríamos llegar rápidamente a la primera identificación, el llamado complejo de castración o de Edipo, este es la prohibición de incesto, es el pilar fundamental en la configuración yoica, ya que este se manifiesta cuando no hay un yo, este complejo de castración a su ves se subdivide en tres sub etapas:

Narcisismo primario:

Hay una satisfacción yoica, comandada por una libido yoica, el niño solo canaliza su libido sobre si mismo (autoerotismo), ya que el niño es incapaz aun de reconocer al objeto (el mundo que lo rodea), por tanto no reconoce nada que no sea distinto de el, por esto su energía libidinal es auto dirigida.

Relación diádica:

Hay una satisfacción del niño para con la madre, mirado como otro, aquí ya reconoce el objeto.

Triangularidad Edipica:

Es la identificación primaria en base a la configuración yoica.

Función paterna o falo

niño madre

En esta triada la madre es un lugar de conflicto para el niño, ya que genera un deseo de orden sexual, pero es prohibido, por otro lado el deseo de la madre es el falo, que es el significante del deseo, la función del goce, cosa que el niño y la madre tienen en común, luego el padre llama a la madre, en relación al deseo y esta deja de lado su deseo fálico y lo sustituye por el padre y el niño comienza a identificarse con el padre, ya que este le roba la atención de la madre, que es su deseo incestuoso. Así podemos decir que el Edipo es el organizador del deseo dentro de la infancia.

Para cerrar la importancia del falo y su significación usaremos la siguiente cita: “El falo no es el aparato genital masculino en su conjunto, es el aparato genital masculino exceptuando su complemento, el escroto por ejemplo La imagen erecta del falo, esto es lo fundamental. Sólo hay una. No hay más elección que una imagen viril o la castración” (Lacan, 2001). Aquí Lacan habla del falo y lo asocia a la castración (en la mujer), o a la imagen viril (en el hombre), y la importancia que tiene esta imagen, ya que esta seria la que generaría el deseo de orden sexual, que de cierta forma definiría a priori nuestra sexualidad.

Otro punto importante en el desarrollo de nuestra sexualidad son las necesidades que surgen en el ámbito sexual, que ya veíamos que surgían desde el narcisismo primario e iban cambiando dinámicamente dentro del complejo de castración, pero ahora introduciremos la palabra “pulsión sexual”, y como Freud la relacionaba con el hambre, “El hecho de la existencia de necesidades sexuales en el hombre y el animal es expresado en la biología mediante el supuesto de una <<pulsión sexual>>. En eso se procede por analogía con la pulsión de nutrición: el hambre. El lenguaje popular carece de una designación equivalente a la palabra <<hambre>>; la ciencia usa para ello la <<libido>>. (Freud, 1905a, p.123).

Así esta “libido” que menciona Freud, que se manifiesta en las ganas, en esa fuerza interna que surge para llevar a cabo el objetivo o meta de esta <<pulsión sexual>> para con el objeto sexual, eso que nos atrae sexualmente, que genera un esfuerzo interno para cumplir esta meta o satisfacción gracias a un objeto determinado, gracias al proceso somático interior desde donde se emana esta energía o libido, la fuente de esta, para llevar a cabo esta pulsión, será la que definirá otra área importante de nuestra sexualidad, la orientación de ella, esta es muy relevante ya que posteriormente define algún tipo de desviación en el ámbito sexual.

Pero estos puntos no son los únicos que influyen en los niños, si no también la interacción con los padres, el contexto como sabemos es fundamental en el surgimiento de diferentes conductas, las cuales se aprehenden desde la infancia, aquí los cuidadores toman un primer plano. Muchas veces generan teorías para explicar diferentes circunstancias a los menores, he aquí un primer punto de colisión con los menores, ya que estos generan incertidumbre que no se acaba con estas respuestas provenientes de los padres, y entonces se ven obligados a formular teorías psicosexuales, las que surgen por sus necesidades objetivas de formular su propia constitución sexual, según Freud estas serian 3:

“La primera de estas teorías se anuda al descuido de las diferencias entre los sexos, que al comienzo de estas consideraciones destacamos como característico del niño. Ella consiste en atribuir a todos los seres humanos, a un a las mujeres, un pene, como el que el varoncito conoce en su cuerpo propio. Justamente en aquella constitución sexual que nos vemos precisado al reconocer como «normal», el pene es ya en la infancia la zona erógena rectora, el principal objeto sexual autoerótico, y es lógico que la alta estima de que goza se refleje en la incapacidad para representarse sin ese esencial ingrediente a una personalidad parecida al yo. Si el varoncito llega a ver los genitales de una hermanita, sus manifestaciones evidencian que su prejuicio y ah adquirido fuerza bastante para doblegar a la percepción; ''no comprueba la falta del miembro, sino que regularmente dice, a modo de consuelo y conciliación: «Ella tiene... pero todavía es chiquito; claro es que cuando ella sea más grande le crecerá». La representación de la mujer con pene retorna aun más tarde en el soñar del adulto: en estado de excitación sexual nocturna derriba a una mujer, la desnuda y se dispone al coito, pero de pronto la visión del miembro plenamente formado en lugar de los genitales femenino interrumpe el sueño y la excitación. Los numerosos hermafroditas

de la antigüedad clásica son fiel reflejo de esta representación infantil antaño universal; se puede observar que ella no ofende a la mayoría de los hombres normales, mientras que las formaciones hermafroditas de los genitales realmente admitidas por la naturaleza casi siempre excitan el máximo horror.

Si esta representación de la mujer con pene se ha <<fijado>> ¿en el niño, si ella resiste todos los influjos de la vida posterior y vuelve incapaz al varón de renunciar al pene en su objeto sexual, entonces el individuo, aun siendo normal su vida sexual en los demás aspectos, se verá precisado a convertirse en un homosexual?, a buscar sus objetos sexuales entre hombres que por otros caracteres somáticos y anímicos recuerden a la mujer. La mujer verdadera, como más tarde la ha discernido , permanece imposible para él como objeto sexual pues carece del encanto (Reiz) sexual esencial, y aun, en conexión con otra impresión de la vida infantil, acaso sienta horror hacia ella. El niño gobernado en lo principal por la excitación del pene ha solido procurarse placer estimulándolo con la mano; sus padres o las personas encargadas; de su guarda lo han pillado, y lo aterrorizaron con la amenaza de que le sería cortado el miembro. El efecto de esta <<amenaza de castración>> es, en su típico nexo con la estima que se tiene por esta parte del cuerpo, superlativa y extraordinariamente profundo y duradero. Sagas y mitos dan testimonio del tumulto en la vida de los sentimientos infantiles, del espanto que se anuda al complejo de castración, que incluso más tarde es recordado por la conciencia con la correspondiente revuelta. Los genitales de la mujer, percibidos luego y concebidos como mutilados, recuerdan aquella amenaza y por eso despiertan en el homosexual horror en vez de placer. Y en esa reacción y a no puede modificarse nada si el homosexual aprende de la ciencia que no anda tan errado el su puesto infantil de que también la mujer posee un pene. La anatomía ha discernido en el clítoris, dentro de la vulva femenina, un órgano homólogo al pene, y la fisiología de los procesos sexuales ha podido agregar que ese pene pequeño, y que ya no crecerá, se comporta de hecho en la infancia de la mujer como un pene genuino y cabal, se convierte en la sede de unas excitaciones movidas al tocarlo, su estimulabilidad presta al que hacer sexual de la niña un carácter masculino, y hace falta una oleada represiva en la pubertad para que, por remoción de esta sexualidad masculina, surja la mujer. Enseña también la ciencia que muchas mujeres tienen menoscabada su función sexual por que esa excitabilidad del clítoris persiste tenazmente, lo cual las vuelve anestésicas en el coito, o porque la represión ha sido hipertrófica, de suerte que su efecto es cancelado en parte por una formación sustitutiva histérica; nada de esto refuta la teoría sexual infantil de que la mujer, como el hombre, posee un pene…

Su ignorancia de la vagina posibilita al niño convencerse también de la segunda de sus teorías sexuales. Si el hijo crece en el vientre de la madre y es sacado de ahí, ello ocurrirá por la única vía posible: la abertura del intestino. Es preciso que el hijo sea evacuado como un excremento, una deposición. Si años más tarde este problema es asunto de meditación solitaria o de conversación entre dos niños, tal vez sobrevenga el expediente de que el hijo sale por el ombligo que se abre, o que cortan el vientre para sacarlo, como sucede con el lobo en el cuento «Caperucita Roja». Estas teorías se enuncian de manera expresa y luego se las recuerda también conscientemente; ya no contienen nada chocante. En efecto, los mismos niños han olvidado por completo que en años anteriores creyeron en otra teoría del nacimiento, que ahora tropieza con el obstáculo de la represión, sobrevenida entre tanto, de los componentes sexuales anales. En aquella época la deposición de las heces era algo de lo que se podía hablar sin horror en el cuarto de los niños; el niño todavía no estaba tan lejos de sus inclinaciones coprófilas constitucionales; no era ninguna degradación haber venido al mundo como un montón de caca, aún no execrado por el asco. La teoría de la cloaca, válida para tantos animales, era la más natural y la única que podía imponérsele al niño como probable. Entonces no era si no consecuente que el niño no concediera a la mujer el doloroso privilegio de parir. Si los hijos nacían por el ano, el varón podía parir igual que la mujer. Así, el muchacho podía fantasear que él mismo concebía hijos, sin que por eso pudieran imputársele inclinaciones femeninas. De ese modo, no hacía más que activar su erotismo anal todavía vivaz… Los enfermos mentales reaniman después esta teoría infantil sobre el nacimiento. La maniática, por ejemplo, conduce al médico que la visita hasta un montoncito de caca que ha depuesto en un ángulo de su celda, y le dice riendo: «Es el hijo que he parido hoy»…

La tercera de las teorías sexuales típicas se ofrece a los niños cuando, por alguno de los azares hogareños, son testigos del comercio sexual entre sus padres, acerca del cual, en ese caso, pueden recibir sólo unas percepciones harto incompletas. Pero cualquiera que sea la pieza de ese comercio que entonces observen, la posición recíproca de las dos personas, los ruidos que hacen o ciertas circunstancias secundarias, siempre llegan a lo que podríamos llamar la misma concepción sádica del coito: ven en él algo que la parte más fuerte le hace a la más débil con violencia, y lo comparan, sobre todo los varoncitos, con una riña como las que conocen del trato entre niños, y que por cierto no dejan de ir contaminadas por una excitación sexual.” (Freud, 1908, p.192-196)

Así con las palabras de Freud y su aporte de estas 3 teorías sexuales infantiles, podemos concluir y ver su gran importancia en el desarrollo de nuestra orientación sexual, ya que la fijación de alguna de estas ideas, generara un trastorno mental en etapas posteriores. Con estos antecedentes podremos afirmar que en la primera teoría, que atribuye gran importancia al pene en hombres y mujeres, ligados al complejo de castración generaría una desviación del objeto sexual, si es que hay una incorrecta interpretación del complejo de castración por parte del niño, lo que nos haría probablemente homosexuales en nuestra adultez.

La segunda teoría parte diciendo que se ignora la existencia de la vagina, por ende atribuye a la zona anal en la participación de esta en nuestro nacimiento, por ende le da una mirada fantasiosa al varón de poder concebir hijos, manteniendo un erotismo anal, que a esa edad (infante) aun sigue vigente, así se podría concluir que en homosexuales este erotismo anal, seria atribuible a una fijación de este pensamiento infantil, que no habría sido superado en forma correcta.

La tercera alude a la testificación del coito o algún tipo de evidencia de este en los padres, por parte del niño, este generaría una concepción sádica de este evento, que ya sea por gritos, o evidencia de sangre en ropa intima de la madre o alguna otra evidencian de este supuesto sadismo, el niño no haría el nexo de su concepción en este acto, por tanto no desenmascara la situación y genera ideas incorrectas (sadismo en el coito), así podríamos concluir que una fijación de este ideal llevaría al sujeto a generar un rechazo al coito, por tanto a buscar otro tipo de meta sexual, y no esta meta innata del coito para una posterior procreación de la especie.

Estas teorías son de gran aporte a la hora de entender ciertas desviaciones tanto del objeto como de la meta sexual en personas adultas, ya sea generando inversiones, o deviaciones de objetos inadecuados (niños, ancianos, muertos, animales), o de meta como el fetichismo, el sadismo el masoquismo, transgresiones anatómicas, entre otras. De estas tomaremos una que es de importancia para nuestro tema, la inversión, que como veíamos en las teorías infantiles sexuales de Freud, esta se engendraría desde tempranamente en el sujeto.

La inversión como tal es una desviación del objeto sexual, en la cual los sujetos se sienten atraídos por sujetos del mismo sexo, hay tres tipos de invertidos, Freud los define así:

“a) Pueden ser invertidos absolutos, vale decir, su objeto sexual tiene que ser del mismo sexo, mientras que el sexo opuesto nunca es para ellos de añoranza sexual, sino que los deja fríos y hasta les provoca repugnancia. Si se trata de hombres, esta repugnancia los incapacita para ejecutar el acto sexual normal, o no extraen ningún goce al ejecutarlo.

b) Pueden ser invertidos anfígenos (hermafroditas psicosexuales), vale decir, su objeto sexual puede pertenecer tanto a su mismo sexo como al otro; la inversión no tiene entonces el carácter de exclusividad.

c) Pueden ser invertidos ocasionales, vale decir, bajo ciertas condiciones exteriores, entre las que descuellan la inaccesibilidad del objeto sexual normal y la imitación, pueden tomar como objeto sexual a una persona del mismo sexo y sentir satisfacción en el acto sexual con ella.” (Freud, 1905b, p.124)

La inversión seria entonces lo mas importante para nuestra investigación, el punto crucial, ya que de esto dependería la orientación sexual del individuo en cuestión, lo mas importante ahora seria dilucidar, en que etapa se define esta posible desviación sexual en los humanos, y si esta es de un carácter innato o aprendido.

Según Freud, esta podría tener un carácter degenerativo cuando: “ 1) coincidan varias desviaciones graves respecto de las norma; 2) la capacidad de rendimiento y de supervivencia aparezcan gravemente deterioradas.

Varios hechos hacen ver que los invertidos no son degenerados en este sentido legitimo del término:

1. Hallamos la inversión en personas que no presentan ninguna otra desviación grave respecto de la norma.

2. La hallamos en personas cuya capacidad de rendimiento no solo no esta deteriorada, sino que poseen un desarrollo intelectual y una cultura ética particularmente elevados.

3. Si prescindimos de los pacientes que se nos presentan en nuestra experiencia medica y procuramos abarcar un circulo mas vasto, en dos direcciones tropezamos con hechos que prohíben concebir la inversión como signo degenerativo: a) es preciso considerar que los pueblos antiguos, en el apogeo de su cultura, la inversión fue fenómeno frecuente, casi una institución a la que se confiaban importantes funciones; b) la hallamos extraordinariamente difundida en muchos pueblos salvajes y primitivos, mientras que el concepto de degeneración suele circunscribirse a la alta civilización (Bloch); y aun entre los pueblos civilizados de Europa, el clima y la raza ejercen la máxima influencia sobre la difusión y el enjuiciamiento de la inversión” (Freud, 1905c, p.126-127).

O también podrían poseer un carácter innato, el cual solo se manifestaría en el primer tipo de invertidos (absolutos), ya que solo estos presentan un carácter de exclusividad en su orientación de la pulsión sexual, y en contra de este postulado genera 3 puntos en los cuales manifiesta que la inversión es de un carácter adquirido de la pulsión sexual, “Se apoyan en las siguientes consideraciones:

1. En muchos invertidos (aun absolutos) puede rastrearse una impresión sexual que se los afecto en una época temprana de su vida y cuya secuela duradera fue la inclinación homosexual.

2. En muchos otros es posible indicar las influencias externas favorecedoras e inhibidoras que llevaron, en época mas temprana o mas tardía, a la fijación de la inversión (trato exclusivo con el mismo sexo, camaradería en la guerra, detención en prisiones, los peligros del comercio heterosexual, el celibato, la insuficiencia sexual, etc.)

3. La inversión puede eliminarse por vía de la sugestión hipnótica, lo cual seria asombroso si se tratara de un carácter innato)” (Freud, 1905d, p.127).

Así podríamos llegar a concluir que la inversión es en cierta forma innata-adquirida, ya que los puntos propuestos por si solos no bastan para generar una hipótesis que nos explique ciento por ciento su origen, la hipótesis que generaremos dirá que aspectos genéticos que el sujeto ya trae desde su nacimiento (innatos), se verán influenciados por aspectos ambientales (adquiridos), ya que por ejemplo un niño que genéticamente viene predispuesto a ser un varón normal en su aspecto sexual, en su infancia sufre violaciones de tipo incestuoso por parte de su padre, podría generar probablemente una deviación del objeto sexual, que derivaría finalmente en una inversión absoluta, y en este caso lo innato por si solo no basto para determinar las conductas que definirían su orientación sexual futura, pero si no hubiese sufrido tal hecho quizá el sujeto habría manifestado una elección heterosexual, totalmente diferente a la elección en caso de haber sufrido una violación, entonces si habría predominado lo innato en el sujeto.

Otro punto relevante a considerar entonces son las características ambientales y genéticas que influirían en el sujeto a la hora de generar esta inversión.

Diversos investigadores se han fijado en los factores que afectan a la hora de generar una alteración de la identidad de genero en la infancia, entre los cuales se encontrarían:

Factores ambientales:

Diferentes estudios señalan que existe una asociación entre factores ambientales y variaciones de la identidad sexual. Se investigó si ciertos factores favorecen la aparición de la homosexualidad, por ejemplo, si la presencia de homosexuales en la familia, aumentaba su prevalencia, o si los clásicos factores de riesgo de la organización familiar, como el divorcio, la enfermedad mental de los padres, los conflictos relacionales graves, las relaciones incestuosas o el que los niños sean adoptados, tienen influencia respecto del cambio en la identidad sexual esperada como heterosexual. Veremos al analizar estos diversos factores, que los conflictos relacionales, en general, pueden trasladarse a conflictos en la identidad de género.

Presencia de homosexuales en la familia:

De los estudios revisados por P. Cameron (3) se deduce que los hijos de homosexuales, según ellos mismos, tienden a tener más dificultades familiares atribuibles a que el padre sea homosexual, así como que, en mayor proporción que la población general, se reconocen como homo o bisexuales. Sin embargo, el descubrimiento de la homosexualidad de un hermano (5), no influye en la identidad sexual propia. Los hermanos que eran ambos homosexuales, presentaron similar disconformidad de género durante la infancia.

Conflictos familiares:

Reckers, (13) mediante el test que lleva su nombre, encontró que los trastornos de identidad de género, se dan con mayor frecuencia entre los hijos de padres con trastornos psiquiátricos o con conflictiva relacional. El mismo autor (14) encuentra que los hijos de padres separados presentan, con mayor frecuencia que la población general, dificultades respecto al género. Zucker (17) y otros discuten si el orden de nacimiento de los hermanos es un factor importante cara al trastorno de identidad de género.

Sexualidad intrafamiliar:

El estudio de Cameron (4) sobre más de 5000 personas, demuestra que en los grupos homo y bisexuales, hay una mayor proporción de relatos de incesto, que entre los heterosexuales. La sobreestimulación erótica en la infancia (16), puede favorecer la homosexualidad del varón.

Adopción, apego y sexualidad:

Blumenthal (2) describe el caso de una niña adoptada que rechaza su identidad sexual femenina, debido a dificultades en sus relaciones de apego y elaboración de pérdidas. Gilmore (9) observa también el caso de una niña adoptada y los efectos que el traumatismo de la separación tiene sobre la identidad sexual. La interacción entre apego, dificultades de separación e identificación homosexual, es uno de los caminos que exploramos en nuestro estudio.

Factores biológicos:

Se exploran factores biológicos, a la búsqueda de razones que expliquen variaciones respecto de la identidad de género; ahora se trata de una perspectiva no ambiental sino temperamental.

Genéticos:

El hecho de que nos interesemos por los mecanismos psicológicos de configuración de la homosexualidad, no obsta para reconocer la presencia de un factor constitucional hereditario, pues como demostró F.J. Kallmann, estudiando a 40 gemelos homocigóticos, en 37 de ellos ambos eran homosexuales, mientras que en 23 dicigóticos, sólo 3 de las parejas de hermanos eran homosexuales. En gemelos (1), parece que la orientación sexual se hereda más que otros modos de ser, pues se observa que la concordancia respecto a la disconformidad con el género en la infancia, es mayor que la de otros rasgos habitualmente transmitidos por la familia. Se buscan apoyaturas en la transmisión genética, pero los estudios (10) sobre la relación entre algunas anomalías del cromosoma X y la homosexualidad, no son concluyentes. Un curioso estudio de Zucker (15), encuentra que significativa-mente, los niños con trastorno de la identidad de género, son con más frecuencia zurdos, lo que le hace pensar en la influencia de factores neurobiológicos. Este mismo autor y otros (18) demostraron que los niños de 8 años con trastornos de la identidad de género, eran juzgados por fotógrafos, sin conocimiento previo de la cuestión que se analizaba, como más atractivos que los del grupo control. Lo que les hace pensar en un factor constitucional. Este juicio lo hacían apreciando el torso y la cara.

Hormonales:

Se postula (15) que un descenso de testosterona en períodos críticos del desarrollo, como es el postnatal, prolonga la hiperprolactinemia, afectando a núcleos hipotalámicos, que influyen sobre el comportamiento psicosexual.” (García, 2003, p.34-35)

Viendo todos estos aspectos podemos generar una mirada mas amplia sobre los procesos externos adquiridos durante nuestra vida que afectarían en la determinación de nuestra orientación sexual. Inclusive llegando a concluir que los factores ambientales juegan un rol preponderante a la hora de llegar a definir esta orientación.

Con estos estudios queda de manifiesto que no nos podemos valer solo del psicoanálisis para generar una respuesta con fundamentos, hoy en día la Psicologia juega un rol importante al integrar las diferentes áreas para llegar a dilucidar cuestionamientos como el que tratamos en este caso.

Con la ayuda de investigaciones y puestos del lado del psicoanálisis surgen diversas teorías sobre la génesis de la homosexualidad, dos grandes autores nos ayudaran a dilucidar en gran parte nuestras inquietudes respecto a ver si nuestra orientación sexual se define en nuestra infancia.

“Ana Freud nos proporciona unos factores que componen una teoría de la homosexualidad:

- Tendencias de la constitución.

- Mantenimiento de esquema narcisista primario.

- Erotización de fase anal pasiva.

- Fijación anaclítica (el sexo es secundario a la dependencia personal).

- Envidia del pene.

- Sobreestimación del pene en fase fálica (impide al chico aceptar un objeto castrado).

- Complejo edípico negativo. Mientras que empuja a la heterosexualidad:

- Complejo edípico positivo y fálico.

- Miedo a la castración (en contra del Edipo negativo).

- Asco frente a fase anal.

Hay otros factores que pueden inducir a la homosexualidad, como un hipererotismo infantil mal encauzado, por ejemplo debido a la seducción de un pederasta. Temores fantasmáticos de los padres respecto a sus propias tendencias homosexuales. Búsqueda de afecto, en niños carenciados, etc..

Este conjunto de factores y mecanismos parecen estar bien sintetizados por J.Lacan. Veamos la explicación de J.Lacan (11) sobre el triple mecanismo de la homosexualidad masculina.

1. "Una fijación afectiva a la madre, fijación en relación con la cual es fácil comprender que determine la exclusión de toda otra mujer".

2. "La ambivalencia narcisista con la cual el sujeto se identifica al objeto de amor con su propia imagen especular".

3. "En el trasfondo del psiquismo, la intervención realmente castradora a través de la cual la madre ha canalizado su propia reivindicación viril".

La homosexualidad femenina fue estudiada por H.Deutsch, señalando los siguientes mecanismos:

1. En la pre-pubertad, la niña es atraída por otra niña doble de su yo (elección narcisista).

2. Identificación con el agresor, en casos en que lo era su padre.

3. Nostalgia de la madre (homosexualidad que reproduce una relación materno-filial)” (García, 2003, p.37-38)

En estos postulados queda en evidencia que gran parte de los factores que nos afectan serian en nuestra etapa infantil, a lo que se les suma la importancia del contexto que los niños crecen, determinando casi en todos los estudios realizados el por que de generar esta conducta homosexual, pero ¿esto será suficiente para determinar nuestra orientación sexual?, para ir sellando nuestras conclusiones pondremos un estudio mas:

“L. Bender, estudió niños de 4 a 12 años, distinguiendo tres grupos:

- Aquellos que hacen una identificación homosexual, porque viven como inadecuada la otra imagen parental.

- Identificación con el progenitor del sexo contrario, por ser odiado o temido el del propio sexo.

- Aquellos que se crían sin padres y tienen dificultades para identificarse con una figura de importancia para él.” (García, 2003, p.37)

En todos los grupos que distingue L. Bender, las características no son innatas, y son definidas en los primeros años de vida, en los cuales los padres juegan un rol preponderante, en eso es donde muchos estudios contemporáneos, donde el apego que generan los padres, mas una figura ”correcta” de estos juega un papel notable en la elección de genero que harán sus hijos en el futuro.

Ahora vamos a clarificar nuestros enunciados con algunos casos clínicos, los cuales nos mostraran las teorías puestas en practica, y veremos claramente algunos postulados anteriormente plasmados en estos sujetos.

Caso A

“Se trata de un paciente adolescente, de 15 años, que actualmente admite su condición de homosexual, y recuerda de su infancia escenas repetidas con su madre, tendida en el suelo o en la cama, borracha, teniendo que cuidarla (limpiarla y acostarla) con temor a que se muriera, al tiempo que recuerda que por aquella habitación pasaban a veces hombres.

Juan recuerda que le dejaban solo con su madre. Dice que nadie le quería. El padre, violento, estaba ausente, y la madre a veces le pegaba y le llamaba maricón; del mismo modo le insultaba su hermano, dos años mayor que él; mientras que con el hermano 3 años menor, se llevaba mejor.

Los padres se separan definitivamente cuando Juan tiene 11 años. A partir de los 6 años, recuerda ahora que se sentía mejor con las niñas, le gustaba ser como ellas, tranquilas, con sus juegos, prefiere hablar a realizar juegos de acción; a partir de los 8 años empeora en la escuela, teniendo que repetir dos cursos.

El motivo de consulta a los 14 años, es por una fuga del hogar y amenazas de suicidio, precisamente cuando tiene que ir a casa de su madre; con el compañero de la madre también se lleva mal (éste compañero de la madre ha estado ingresado en el Hospital por crisis paranoides a raíz de la transmisión mediática de un atentado terrorista).

El padre biológico, que también le ha tratado mal, nos llama en varias ocasiones para pedir hora, pero no consigue venir a la consulta, por no tener que oír que su hijo es homosexual y sentirse culpable de haber hecho algo mal.

Si bien Juan nunca destacó en los estudios, sí logra sublimar a través del teatro, de la cocina y la peluquería, que estudia y practica.

También se ha enamorado de chicos, pero le cuesta mucho descifrar el deseo de ellos (en este período se pinta el pelo, compra botas a lo Jane Jackson..); parece que exagerar el lenguaje extraverbal le ayuda a aclarar el metamensaje. Le gustaría ser como Winnie Huston o Jane Jackson. Últimamente está feliz, porque ha invitado al chico que le gusta a comer a casa.

Parece que desde pequeño estableció una fijación a la madre, como único punto de agarre cuando sintió que nadie le quería y que estaba solo. Se identifica a si mismo como objeto de amor, se cuidará a él como cuidó a su madre. La madre parece consolarse con el alcohol, se basta a si misma. El marido acaba separándose, después de mucho tiempo de intentar limitarla. Su nuevo compañero, también es agresivo, paranoide, ambos padres son autoritarios pero incapaces junto a la madre de articular acuerdos, normas, reglas entre ellos.

Caso B

El paciente tiene 9 años, acude por ser muy movido, tener conductas extrañas, rechaza los juegos de niño por ser bruscos, se muestra seductor y amanerado; le gusta cambiarse de vestido y tener otro pelo, ser admirado. Tiene miedo a los cambios. Bruxismo nocturno. Se calma oliendo un trozo de bata o bailando (objeto transicional o identidad sexual gestual femenina).

Muestra dificultades, desde los dos años hasta la actualidad, en separarse de algunos objetos, como el chupete o los trozos de bata de su madre, que desde los 8 meses guarda y lleva siempre consigo, que ensucia y huele reiteradamente (placer anal-retentivo desplazado al olfato). Esta incorporación olfativa, parece sustituir a la incorporación oro-degustativa del comer-llenarse (pues no come y se adelgaza); disfruta chupando, pero no comiendo. Parece haber un clivaje entre la necesidad de comer (sentimiento de hambre y llenado) y el goce de oler y chupar. No puede incorporar, pero no puede poner freno al autoerotismo oro-olfativo. El fetiche o amuleto le sirve más para desmentir la separación que la castración. La masturbación olfatoria a veces se acompaña de noche de pequeñas emisiones de orina.

El trapo que la madre va recortando de su vieja bata conservada sin lavar en el armario, es un resto de objeto transicional que le da seguridad, le sirve de amuleto, y, como el fetiche, es un objeto desangustiante, seguro, que proporciona goce sexual parcial olfativo anal. Esta relación de objeto nace en el proceso de la separación (la angustia de separación dura un año en la guardería, comenzando a los dos años), es un objeto táctil, pero sobre todo olfatorio; el olfato es un sentido donde el dentro y fuera se confunden más fácilmente. El trapo retiene al objeto materno, conjurando parcialmente la angustia de separación, representa a las heces que se pierden como objeto interno o parte misma del cuerpo que se desprende, que se despeña, recuperando olfativamente las emisiones del cuerpo; el trapo es una esponja (de sudor, orina, suciedad del cuerpo y de lo que toca..). La erótica anal recupera al objeto que se pierde como resto no metaforizado (no puede metaforizar la separación, debido a esa fijación parcial; no puede tragar porque no metaforiza el tragar-llenarse de comida en tener plenitud; de forma que lo real y lo imaginario se solapan). Este goce anal retentivo es la fase previa a la fálico-uretral, de ahí los comportamientos obsesivoides que le defienden, junto con el fetiche, de la angustia de castración, que se evita. El fetiche desmiente la separación (reconoce que la hay pero se niega a percibirla, colocando el sistema simbólico en un nivel de transicionalidad). Por eso, incorporar la comida puede significar destruir al otro, devorarlo, poseerlo y en este proceso aniquilarlo; una fuerte pulsión oral incorporativa parece revelarse en que de bebé, si no le daban lo que quería o se lo quitaban, se golpeaba continuadamente la cabeza. En el único dibujo que espontáneamente hace la figura humana masculina, dibuja a Drácula. Lo masculino se identifica con una agresividad oral, mientras que lo femenino con lo olfatorio anal-retentivo. La sirenita tiene rostro y pechos de mujer, pero cola de pez, cola que oculta el tener o no tener cola.

Caso C

Se trata de una niña de 10 años que acaba de ingresar en un Centro de protección del menor, debido a una negligencia crónica de parte de su madre. A pesar de la deficiencia en los cuidados maternos, la niña añora con una intensidad extraordinaria a su madre, de forma que en las visitas que quincenalmente le permiten, se pasan ambas llorando toda la entrevista, sin poder hablarse, más que de imprecisas promesas de volver a estar juntas en casa.

La niña acude a la consulta porque presenta conductas de rebelión y protesta, inadaptación al Centro, a la escuela, sordera que luego se comprobó que era un síntoma conversivo, llanto, dificultades para dormir; todo ello se enmarcaba en un sentimiento de negación de que su lugar de vida actual no era su casa. Posteriormente ha mostrado conductas de tipo sexual con las chicas mayores y de cuidado maternal con los niños pequeños. Además, a raíz de que le tienen que cortar el pelo por tener piojos, dice que prefiere tenerlo corto como un chico, porque ella quiere ser un chico. Sus aficiones son el baloncesto, la bicicleta y el fútbol, no le gustan las muñecas, aunque sí cuando era más pequeña. Tiene dificultades actuales para mantener cualquier juego que le requiera pararse y pensar, aunque se comunica bien a través de dibujos que comenta y le interesa que sean interpretados. Hasta el momento aparece una dificultad por separar lo bueno de lo malo, el ángel del demonio, quienes se transforman rápidamente entre si (como ocurre con sus conductas), se articulan con dificultad, como dos influencias contrarias. Su casa aparece cerrada, despoblada, habitada por sus objetos transicionales o de juego, como son la bicicleta, el balón y un objeto que condensa a tres, es una cesta de básquet, que al mismo tiempo es la calavera, el balón y el bebé; veremos como se despliega esa condensación a lo largo del tratamiento.” (García, 2003, p.41-43)

Es increíble como en estos tres casos presentados anteriormente se ven evidenciados las teorías antes planteadas, son esclarecedoras, y nos dejan listos para generar nuestras conclusiones.

Conclusión

En primer lugar diremos que nuestros casos clínicos revelan la importancia del contexto en que se desenvuelven los sujetos, que este define junto al rol de los cuidadores prácticamente en su totalidad la conducta homosexual de los individuos.

A continuación diremos que lo que esta a la base de esta “elección” y también del psicoanálisis en general es el complejo de Edipo o Castración, este marca tanto a los individuos desde su etapa infantil que va generando conductas que reforzadas por el contexto generan una sexualidad definida, con un genero determinado en cada individuo, así como este complejo es innato-aprendido, ya que el narcisismo primario es prácticamente una conducta refleja, que posteriormente va evolucionando, pasando por una relación diádica, que ya depende de un cuidador (parte de un contexto), hasta llegar al complejo de castración donde la conducta del niño será determinada por el contexto en que el infante se desenvuelva, por ende diremos que la condición sexual es determinada en el momento en que desarrollamos nuestros genitales en el vientre materno.

Pero esto lo innato no basta para determinar nuestra orientación sexual, ya que desde el momento en que vemos la luz estamos siendo vulnerables ya al contexto que nos rodea, todos los estímulos presentes en el entorno, modifican nuestras conductas y decisiones, este caso no es la excepción, y nos llevara a ver si somos o no invertidos, y si estas conductas son ocasionales, o no hay una preferencia definida por ningún sexo (bisexualidad), si somos totalmente homosexuales llegando a repudiar al sexo contrario, o tenemos una vida heterosexual “normal”.

Con estos datos podremos responder una de las interrogantes planteadas en un principio, esta elección de orientación sexual, ¿es de carácter innato o aprendido?, es de carácter innato-aprendido, cada una de estas áreas por si solas no bastan para generar una respuesta, ya que ambas se potencian en el transcurso del tiempo, no se pueden evitar, el sujeto esta obligado a convivir con ambas, no hay sujeto que no este expuesto a estas dos áreas, por tanto todos estamos sujetos a modificaciones principalmente del contexto, ya que este es el dinámico a lo largo de nuestro ciclo vital, pero así como es dinámico también tiene rasgos genéticos innatos, que no se pueden cambiar, que están a la base de nuestra personalidad

Y ahora podremos responder la otra interrogante planteada en un principio: ¿en la infancia se estructura formalmente nuestra orientación sexual?, si, es en la infancia donde se define formalmente la orientación sexual de los individuos, ya que como vimos en las teorías y en los casos clínicos estas nos determinan es ese ámbito de la personalidad, y ocurren en los primero años de vida, y lo planteaba Anna Freud en los factores que propuso (tendencias de la constitución, mantenimiento de esquema narcisista primario, erotización de fase anal pasiva, fijación anaclítica, envidia del pene, sobreestimación del pene en fase fálica, complejo edípico negativo), todos estos nos llevarían a la conducta homosexual, y los factores que nos llevarían a la heterosexualidad serian: complejo edípico y fálico positivo, miedo a la castración y asco frente a la fase anal.

Así, aunque algunos traten de ocultar en ocasiones estas conductas homosexuales que se les puedan presentar en una etapa posterior, lo mas seguro es que esas dificultades en sus inicios, sean irrefutables a la hora de generar una respuesta en base a un estimulo de ese tipo, mientras que otros aceptaran su condición y llevaran una vida en muchas ocasiones muy normal, inclusive mejor que el promedio de la gente. Y es importante entender que estas conductas no deben tratar de reprimirse, ya que al ser reprimidas lo mas seguro es que se genere algún cuadro patológico en el sujeto, el que posteriormente no tiene solución.

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