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POTENCIACIÓN COMUNITARIA INTERVENCIÓN COMUNITARIA Y EDUCACIÓN POPULAR I


Enviado por   •  7 de Mayo de 2017  •  Ensayos  •  1.685 Palabras (7 Páginas)  •  258 Visitas

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UNIVERSIDAD DE GUAYAQUIL[pic 1]

“FACULTAD DE CIENCIAS PSICOLÓGICAS”

INTERVENCIÓN COMUNITARIA Y EDUCACIÓN POPULAR I

TRABAJO AUTÓNOMO:

POTENCIACIÓN COMUNITARIA

ALUMNA:

STEFANY LÓPEZ AVILÉS

SEMESTRE:

VII N1

DOCENTE:

PS. CL. MARÍA FERNANDA VIVAR GARCÉS, MSc.

AÑO – LECTIVO:

2016 – 2017

¿De brazos cruzados?

Cuán fácil es delegar tareas a otras personas porque es más cómodo “confiar” en que lo tienen que hacer bien porque es su trabajo y no el nuestro; pensamos que con sólo hablar las cosas van a venir por sí solas.  Es una verdadera pena palpar lo pobres que solemos ser de pensamiento al momento de actuar y proponer alguna solución ante un evento.  Pero, ¿por qué caemos en esto? ¿Por qué no nos decimos a actuar y hacer un cambio? ¿Por qué esperamos a que alguien haga algo antes que nosotros? ¿Por qué el cambio tiene que venir de afuera y no por uno mismo? ¿Por qué nos quejamos tanto sin hacer algo que cambie esa realidad? ¿Por qué? Tan sólo son algunas de las interrogantes que suelen ser muy frecuentes últimamente.

Como se sabe, el ser humano es un ente social, lo que implica su constante interacción con sus pares.  Al interactuar, hace aportes importantes al grupo social con el que está en ese momento, y así mismo, recibe información de dicha organización, pues es una dinámica de doble vía.  Pero, no basta con que sea un solo sujeto el que genere o proponga cambios, y es aquí en donde entra el concepto de comunidad; con esto no desmiento el hecho de que el cambio empieza de manera individual para que así llegue a posteriori al colectivo, simplemente quiero recalcar el hecho de que un solo individuo no es suficiente, pues siempre va a necesitar de la labor de otros.

He mencionado el término comunidad, pero ¿qué es una comunidad? Según Maritza Montero una comunidad es un conjunto de individuos que se encuentran constantemente en transformación y desarrollo y que tienen una relación de pertenencia entre sí, con una identidad social y una consciencia de comunidad que lo llevan a preocuparse por el resto de los que forman parte de aquel grupo. Dentro del grupo los problemas y los intereses se comparten y el espíritu de cohesión y solidaridad es el que permitirá afrontarlos y mejorar como grupo.  Tomando de referencia este concepto, ¿podemos decir que en la actualidad vivimos en una verdadera comunidad teniendo en cuenta la adopción del espíritu de cohesión y solidaridad para afrontar las problemáticas de nuestro medio? ¿Acaso todos hemos adquirido ese sentido de comunidad al punto de “ponernos la camiseta” por nuestro barrio y sacarlo adelante pensando en el bien común? ¿Nos damos tiempo para convivir con nuestros vecinos y saber qué tipo de personas viven a nuestro alrededor?

Suena inverosímil pero, ciertamente en el mundo que vivimos, el cual demanda de responsabilidades muy grandes en el trabajo que implica inversión de tiempo, justamente por esto último, ni siquiera sabemos, en muchos de los casos, cómo se llama la persona que vive al lado de nuestra casa, lo que hace remotamente difícil saber cómo sea o a qué se dedica, lo que a su vez complica más aún el hecho de adquirir esa cohesión que nos dará el verdadero valor de comunidad.  Naturalizamos el hecho porque esa situación “en nada nos afecta”, lo legitimamos y lo vemos tan normal, que simplemente dejamos la vida pasar abismados en nuestros propios intereses por nuestro egoísmo.  Pero, ¿qué hacer? ¿Qué podemos hacer para solucionar esta cuestión? ¿Cómo lograr involucrarnos con otros y ver “más allá de nuestras narices”? ¿Seguir de brazos cruzados es la solución a esto o podemos intervenir de alguna manera?

Para explicar con más detalle las interrogantes hechas con anterioridad respecto a qué hacer, haré la siguiente analogía para que se entienda con un poco más de efectividad: cuando un niño de tres años acude por primera vez al centro de educación inicial, en la mayoría de los casos, son escasos los padres que se toman el tiempo de haberles hecho algún tipo de inducción a ciertos vocablos, colores, formas, nociones, entre otras cosas respecto a su alrededor, pues en su mayoría van con la mente en blanco.  Al principio, para la parvularia, suele ser algo complicado porque el niño no ha sido adaptado aún al sistema educativo, y justamente su labor es lograr que se adapte a ese entorno.  Los niños, una vez adaptados, están encaminados a que sus destrezas sean estimuladas y potenciadas por la maestra que está a cargo del mismo.  Contextualizando este ejemplo a lo comunitario, el niño de nivel inicial sería cada uno de los que conforman un barrio, ciudadela, urbanización, los mismos que, tienen destrezas a potenciar y estimular; hay que ser claros con esto, se va a potenciar y desarrollar una destreza, mas no a enseñarla o imponerla.  Entonces, llegamos a la resolución de que hay que potenciar a la comunidad para que se dé la mejora.  Pero, qué es potenciar, ¿está ligado con el sentido de comunidad?

Dentro del contexto de intervención comunitaria, la potenciación aparece como “un proceso intencional centrado en la comunidad local, que implica respeto mutuo, reflexión crítica, participación de grupo y cuidados personales, a través del cual la gente que carece de una igual distribución de los recursos gana mayor acceso y control de los mismos” (Citado en Perkins y Zimmerman, 1995, pág. 570).  Teniendo claro entonces que cuando una comunidad es potenciada, la voz de todos es escuchada, lo que genera ese empoderamiento de identidad para con el barrio, el cual está íntimamente ligado con el sentido de comunidad, que no es otra cosa que hallarse identificado con ese grupo social logrando luchar por los fines en común que tengan, es un sentimiento que mueve a cada sujeto a saberse parte de y sentir orgullo de ello.  La práctica de intervención pone de manifiesto que el sentido psicológico de comunidad, la participación ciudadana y la potenciación psicológica funcionan como procesos entrelazados, cuando se genera una dinámica de cambio social. Más concretamente: existe una interdependencia y una potenciación mutua entre estos tres procesos. La evolución de las personas que asumen un papel de liderazgo comunitario ilustra lo que queremos decir.  Hasta aquí todo suena bien, ya sabemos que una comunidad potenciada es una comunidad “sana”, pero, ¿todas están potenciadas? En caso de no estarlo, ¿cómo lograrlo? ¿Cómo intervenir para lograr un óptimo y efectivo proceso de potenciación?

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