PSICOLOGÍA SOCIAL DEL TRABAJO Significado Del Trabajo

INTRODUCCIÓN

En el presente texto me dispongo a hablar sobre un aspecto de la psicología social del trabajo como es el constructo del significado del trabajo.

Éste constructo fue introducido en 1987 por el MOW (Meaning of Working)- International Research Team, un equipo de trabajo constituido para definir y dar respuesta a las cuestiones inherentes al significado que las personas atribuyen al trabajo y variables

relacionadas con el mismo, además de analizar cuáles son los condicionantes y consecuencias de

determinados patrones del significado del trabajo. Se puede considerar como un “constructo psicológico multidimensional que ayuda a entender el valor que las personas dan al trabajo” así como un “conjunto de creencias y valores hacia el trabajo que los individuos van desarrollando antes y durante el proceso de socialización (proceso de adquisición de valores, actitudes, creencias y normas que la sociedad (agentes: familia, instituciones educativas, organizaciones laborales...) transmite a sus miembros) en el trabajo y también el conjunto de cogniciones flexible y sujeto a cambios y modificaciones en función de las experiencias personales y los cambios en aspectos situacionales y contextuales”.

El modelo que subyace en este estudio está basado en la concepción de que el significado del trabajo está determinado por las elecciones laborales y vocacionales, por las experiencias del individuo y por los contextos organizacionales y ambientales en los que vive y trabaja. Los autores del MOW realizaron un modelo teórico en que se pueden observar los antecedentes y consecuentes del significado del trabajo.

Históricamente, el trabajo se ha considerado de múltiples maneras, aunque siempre como parte importante de la estructura social e individual del ser humano.

Podríamos distinguir diferentes estilos en el significado del trabajo a lo largo de la historia:

En las precivilizaciones, no se diferenciaba entre trabajar o no trabajar, el trabajo era el medio para la supervivencia.

En las culturas clásicas de Grecia y Roma, el trabajo se veía como una maldición que impedía disfrutar de los placeres de la vida. Imperaba el hedonismo. Así pues, el trabajo físico estaba reservado para los esclavos mientras que otras tareas como la investigación y el descubrimiento del funcionamiento de la naturaleza, la filosofía, era considerada como un placer.

Dentro de la tradición judeo-cristiana, el trabajo significaba un producto del pecado original y algo con lo que el ser humano estaba obligado a cargar, a su vez era también un vehículo de expiación .

En el islamismo se consideraba una obligación social y un importante medio de desarrollo.

En la Edad Media el trabajo se concebía como algo indigno dependiendo de la clase social. Así, los plebeyos se veían obligados a trabajar, mientras que la nobleza se dedicaba al ocio y el clero a la oración y a tareas intelectuales.

Con la llegada del Renacimiento, vuelven algunos ideales clásicos respecto al significado del trabajo y se considera un placer y el medio para la realización de uno mismo. Fruto de tal pensamiento es el gran avance que se llevó a cabo en muchos campos, en contraposición a los ideales medievales.

Durante la Reforma Protestante, el trabajo se vio como una obligación y un deber de la construcción del reino de Dios.

En la Revolución Industrial el trabajo constituía el medio para obtener bienes y servicios. Ésta visión es el germen de la visión contemporánea en la que el trabajo en sí se puede considerar otro objeto de consumo más: “El control de la producción y la estandarización de lo producido facilitaron la accesibilidad de la mayor parte de la población a los bienes producidos, lo que propició la aparición de la sociedad de consumo abriendo el camino hacia la postindustrialización. Todo esto ha supuesto en las últimas décadas una profunda transformación de las relaciones entre la producción y la productividad y entre las empresas, las personas y, sobre todo, los ciudadanos en su papel como trabajadores y consumidores.” (Apuntes y reflexiones. Curso 2012-13. Ismael Quintanilla Pardo)

Hoy en día el trabajo se ha definido de múltiples maneras en base a las nuevas consideraciones y connotaciones que el término encierra, pero una definición integradora podría ser la siguiente:

“Conjunto de actividades humanas, retribuidas o no, de carácter productivo y creativo, que mediante el uso de técnicas, instrumentos, materias o informaciones disponibles, permite obtener, prestar o producir ciertos bienes, productos o servicios.

En dicha actividad la persona aporta energías, habilidades, conocimientos y otros diversos recursos, y obtiene algún tipo de compensación material, psicológica o social.”

(Peiró, 1989)

Ésta definición nos lleva a delimitar una serie de funciones no sólo materiales sino psicosociales del trabajo, que fundamentarían en buena medida el constructo psicológico del “significado del trabajo”.

Dichas consecuencias serían tales como:

Integrativa o significativa, es decir, dar sentido a la vida, propiciar la autorrealización y la autoestima.

Proporcionar estatus y prestigio social (reconocimiento).

Función de identidad personal y laboral (quiénes somos).

Función económica (dinero).

Fuente de oportunidades para la interacción y los contactos sociales.

Estructurar el tiempo (ciclo vital).

Actividad obligatoria: regular y con propósito, es decir, servir a la sociedad.

Fuente de oportunidades para desarrollar habilidades.

Transmitir normas, creencias y expectativas sociales (rol socializador).

Proporcionar poder y control.

Comodidad o confort (condiciones físicas, seguridad, horario).

MODELO HEURISTICO DEL SIGNIFICADO DEL TRABAJO (MOW, 1987)

VARIABLES

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