Paradigmas De La Educacion
uvijindia17 de Mayo de 2012
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de carácter formador, las llamadas escuelas o
academias donde germinaba a paso agigantado el conocimiento, muchos pasaron
dejando su huella por estas y muchos de ellos luego encaminaron sus pasos por la
masonería, que en sus inicios en Francia proclamo sus ideales de Libertad Igualdad y
Fraternidad.
La masonería y la educación en Chile
Creo que cuando se instala la Masonería operativa a partir de las Constituciones de
Anderson, la educación se confundía con el librepensamiento, es decir, no era
verdaderamente libre quien no sabía o, viceversa, el ignorante era un esclavo,
prisionero de una falsa conciencia y de un sentido de realidad anómalo.
Antes de la fundación de la Gran Logia de Chile, hubo educadores masones. La
masonería moderna, como se dijo, nace en el Siglo de la Razón que tiene como sector
protagónico a las clases burguesas y pequeño burguesa, que tienen como posibilidad
cierta de ascenso social la educación formal. Por tal razón los Hermanos Masones han
entendido que si la Orden tenía que tomar una acción política esta tenía que orientarse
al desarrollo de la “luz de la razón” –el saber y el cultivo de la inteligencia o educar y
formar en y para la libertad– por lo que pusieron su empeño en múltiples tareas, mas
siempre la educación de las masas jugó un rol central. “Masas” aquí son los sectores
burgueses ilustrados –que adoptarán el papel de vanguardia intelectual–, la burguesía
en ascenso, la pequeña burguesía y el incipiente proletariado, según el país y la época
de que se trate. Miranda, Bolívar, San Martín y O’Higgins, Garibaldi, Washington,
Franklin o Pedro Aguirre Cerda son ejemplos de personalidades comprometidas con la
“redención de la humanidad” por medio de la educación.
El interés por la educación arranca de la esencia misma de la Francmasonería, se trata
de una institución eminentemente docente, y de su compromiso con la tolerancia y la
libertad de pensamiento. Como buenos modernos, los masones creemos que el
10conocimiento hace más buena o ética a las personas. Del conocimiento se derivan
otros compromisos de nosotros los francmasones, como son: los derechos humanos
políticos y sociales –donde está el derecho a la educación y a una que sea de calidad.
De ahí nuestro interés por fomentar una educación libre, no confesional ni dogmática,
formadora de la conciencia, emancipadora, respetuosa de la diversidad y formadora en
la convivencia escolar y democrática; para ello concebimos desde los comienzos de los
Estados nacionales modernos a la educación como gratuita, laica y de responsabilidad
de toda la sociedad a través del Estado.
Examinemos brevemente cómo las anteriores expectativas fueron llevadas a cabo por
los miembros, en otras palabras si la historia nacional muestra a los masones que nos
han precedido como personas comprometidas y buenos ciudadanos, con una
intervención decisiva en la vida fuera de los muros de los talleres –en los ámbitos
sociopolítico y económico- con tolerancia y respeto aunque firmes en sus propósitos.
Luego de las luchas por la independencia latinoamericana, los países experimentaron
diversos procesos antes de constituirse como Estados en forma, en Chile hubo un
proceso de anarquía luego de la abdicación de O’Higgins que desembocó en una
especie de restauración del ancien régime aunque sin rey y cuya principal figura fue
Diego Portales. Para no entrar en detalles, señalemos simplemente que durante la
Colonia la educación no fue una prioridad y que si bien en los albores de la
Independencia hubo hechos significativos para la educación y la cultura, hacia 1830 la
situación había retrogradado bastante. Para nosotros los masones el principal actor
del despertar intelectual de Chile será el H.: José Victorino Lastarria.
El I.: H.: José Victorino Lastarria Santander nación Rancagua en 1817, abogado y
profesor del Instituto Nacional en materias de derecho desde 1839 –la Universidad de
Chile se creará recién en 1842– hasta 1851, tuvo el cargo equivalente a Subsecretario
del Interior, perteneció al círculo literario apadrinado por José Joaquín de Mora y fue el
primer discípulo de Auguste Comte, de gran influencia en el pensamiento racional
chileno. Perteneció a la R.: L.: Union Fraternelle de Valparaíso e integró el Capítulo
Rosa Cruz de ese Oriente. En 1842 llegan a Chile un grupo de intelectuales argentinos
que huían de la dictadura de Juan Manuel de Rozas en Argentina, entre los que
destacan: Juan Bautista Alberdi, Domingo Faustino Sarmiento, Bartolomé Mitre,
Vicente Fidel López, Gabriel Ocampo, casi todos masones, que se encuentran con
Andrés Bello y otros intelectuales latinoamericanos avecindados en el país. Hacia
1842 se crea la Sociedad Literaria en donde coincide la flor y nata de la inteligencia
juvenil y donde la Orden tiene una influencia poderosa, aunque no todos los
integrantes pertenecen a la Francmasonería. A los anteriores hay que añadir a
Francisco Bilbao, Eusebio Lillo y Domingo Santa María, entre otros. El Presidente de la
Sociedad fue Lastarria.
A partir de esta fecha se comenzará a resquebrajar la unidad nacional de carácter
hispánico, católico y aristocrático, basado en el orden agrario y la subordinación de
clases. Ante este proyecto se levantará uno de naturaleza racional, laica, urbana y
basada en la industria y el esfuerzo personal. La escuela será la palanca para
despertar a Chile de la “siesta colonial” y no dejarlo permanecer más “bajo del peso de
la noche”. Se configurarán dos bandos, el uno laico masónico y el otro católico
ultramontano, que se enfrentarán en varios campos, pero la educación será el campo
de batalla favorito. Quedará instalado un conflicto entre el “Estado docente”, posición
11de la Orden, y la “Libertad de Enseñanza”, el punto de vista católico. Pero el conflicto
antes de derivar a la escuela se habrá dado en otros tópicos: el haberse inmiscuido
jueces laicos en conflictos eclesiásticos en los que se quiso probar fortaleza y obligar a
los clérigos. Sin duda esto enrareció el ambiente e impacto en la Educación, muchos
años más tarde abonó el camino para que la escuela fuera abandonada por el Estado.
El interés de la Augusta Orden por la educación data en concreto de 1862, cuando se
funda la Sociedad de Instrucción Primaria Sede Valparaíso que, de nueve miembros,
tiene a tres masones en su directorio. Nuestro hermano Blas Cuevas trabajó en esa
ciudad por crear una escuela laica a cargo de la R.: L.: Progreso Nº 4, no lo logró
conseguir; fue su sucesor Ramón Allende Padín quien la inauguró en 1872 con el
nombre de su antecesor. En Valparaíso también se unirá a la Orden y sus
preocupaciones educacionales varios misioneros protestantes.
En esos años había tres posiciones sobre educación: La presidencial, que aspiraba a
una escuela por encima de sectarismos de cualquier carácter y centrada en el progreso
material, esto es, preparar para el trabajo y para proseguir estudios secundarios y
superiores; la de Lastarria, que pretendía hacer de la educación un instrumento de
renovación política y moral de la nación y la católica que concebía ala educación como
un escudo contra el vicio y la falta de fe, efectuar a través de ella la evangelización y, al
final, preparar para el trabajo. Esta última postura se denomina libertad de enseñanza.
Tal vez lo impopular de la definición católica era que las clases bajas no tenían derecho
a la misma clase de educación que el resto de la sociedad o, sencillamente, que los
pobres no tenían para qué estudiar.
En realidad, el conflicto fue de carácter social antes que educativo, ya que el
catolicismo no separaba lo educativo de una concepción integrada católica,
aristocrática, misionera y conservadora. Ante esta, e inspirada por la filosofía
positivista y las ciencias naturales y sociales, un nuevo grupo de masones lucha por
dos objetivos: la preparación del magisterio y la actualización de los contenidos de la
enseñanza. Es la época de Valentín Letelier, Eduardo de la Barra, y otros no masones
de similar pensamiento como Vicuña Mackenna o Barros Arana. Pero el conflicto
quedará en suspenso con motivo de la Guerra del Pacífico y, más tarde, por la Guerra
Civil de 1891, esta última es una guerra intraclase, por lo que la oligarquía se divide y
tiene a masones en ambos bandos. Los sucesos que van hasta la separación de la
Iglesia y el Estado siendo abundantes en conflictos anecdóticos esto no significa la
aparición de nuevos argumentos. Los temas van por la “crisis moral” y la “cuestión
social”, nombres para designar las luchas por la incorporación a la sociedad de los
excluidos y, sobre todo, los obreros de la naciente industria, especialmente minera.
Aparte
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