Pedagogía
agustinagd26 de Septiembre de 2013
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LOS PARADIGNAS DE LA INVESTIGACION EDUCATIVA*
Juan Carlos Tedesco**
INTRODUCCION
En el punto de partida de la reflexión actual sobre el problema de los paradigmas de la
investigación socio-educativa, es necesario plantear algunos aspectos generales. En
primer lugar, es posible sostener que los paradigmas teóricos vigentes en las últimas
décadas están mostrando evidentes síntomas de agotamiento en su capacidad
explicativa. En este sentido, la teoría educativa estaría enfrentando un serio problema de
fertilidad ya que los aspectos más significativos o más peculiares de la realidad
educacional contemporánea caerían fuera del alcance explicativo de las teorías vigentes.
Un segundo elemento en el punto de partida de esta reflexión —complementario del
anterior— radica en la escasa capacidad de los paradigmas vigentes para orientar y
producir acciones destinadas a modificar la realidad en el sentido propugnado por la
teoría. Dicho en otros términos, los paradigmas de la teoría educativa enfrentan un serio
problema de eficacia para generar estrategias que orienten las decisiones de los distintos
actores que ocupan el espacio educativo (el Estado, los diferentes sectores sociales, los
docentes, los estudiantes, etc.).
En la literatura actual sobre la investigación educativa es posible apreciar un alto grado
de consenso alrededor de la necesidad de un replanteo de los paradigmas teóricos y la
débil incidencia de los resultados de la investigación en la práctica educativa sistemática1.
Esta situación parecería particularmente vigente en el ámbito de las teorías educativas
más globalizadoras.
En niveles más específicos, en cambio, ciertos paradigmas han probado su
consistencia (teorías del aprendizaje, explicaciones sobre fenómenos tales como el
fracaso escolar, la efectividad de ciertas metodologías, etc.). En este sentido, uno de los
aspectos más complejos de este problema deriva de la coexistencia de dos niveles
diferentes de análisis, con grados de disociación que han llegado a asumir niveles muy
significativos: la educación como fenómeno social y como objeto de políticas sociales por
un lado y la educación como fenómeno individual y como actividad de aprendizaje, por el
otro.
La disociación entre ambos conjuntos de paradigmas se expresa generalmente por el
hecho que los paradigmas generados en torno a la educación como fenómeno social han
subestimado e/problema de la especificidad del proceso de aprendizaje (subsumido
dentro de categorías tales como socialización, inculcación o imposición ideológica,
culturización, etc.) y los paradigmas diseñados para explicar el fenómeno del aprendizaje
* La responsabilidad de este documento es de su autor exclusivamente y no compromete a la institución en que éste trabaja. Fue
originalmente preparado para el Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (CIID) del Canadá y publicado
posteriormente en el No. 38 de Contribuciones. Programa FLACSO - Santiago de Chile.
** Director Regional de la Unesco.
1 Véanse, entre otros muchos ejemplos, los siguientes trabajos: Guiomar Namo de Mello, “A Pesquisa Educacional no Brasil”, en
Cuadernos de Pesquisa No. 46, agosto de 1983. Joseph Novack. Teoría y Práctica de la Educación. Madrid, Alianza, 1982.
UNESCO, Colloque International. Recherche et Pratique et Education: comment renforcer les liens entre la recherche et la pratique
en vue de l’amélioration de l’enseignement général. ED-8/Conf. 8 16.2 París, mai 1981.
no han logrado brindar una explicación consistente del proceso de aprendizaje como proceso
social efectuado a través de un sistema político-institucional2.
En cierta forma, cada paradigma ha intentado superar esta disociación de alguna
manera, por la negativa a considerar su relevancia. Sin embargo, la disociación es un
hecho innegable que obliga a un análisis también relativamente disociado.
El replanteo teórico y el escepticismo acerca de la significación social de la
investigación educativa no implican, obviamente, que no existan problemas que deban ser
investigados o que haya un debilitamiento de la capacidad investigativa de los científicos
de la educación. Las carencias en el conocimiento son significativas y numerosas y la
actividad de investigación —a pesar de la falta de recursos, los problemas institucionales
y todos los elementos que comúnmente se encuentran en los diagnósticos de la situación
de la investigación educativa— es muy intensa.
La ausencia de paradigmas fértiles provoca, sin embargo> un alto nivel de atomización
en los esfuerzos que se realizan y una baja capacidad de acumulación en los
conocimientos que se producen. De esta forma, los resultados generados en el marco de
paradigmas conocidos no agregan elementos significativamente novedosos al
conocimiento ya acumulado y los resultados (o los problemas) que se apartan de estos
paradigmas quedan dispersos y carentes de una estructura teórica que los integre en
forma coherente3.
Obviamente, la carencia o la producción de paradigmas científicos no es un problema
individual, ni sujeto a la voluntad de los científicos. El conocimiento se genera socialmente
y el conocimiento educativo no se aparta de esta regla.
Los paradigmas de la investigación socio-educativa y su vigencia en América Latina
Existe un consenso relativamente amplio en considerar que el desarrollo de la
investigación socio-educativa estuvo enmarcado históricamente en tres grandes
paradigmas dominantes en diferentes momentos históricos: el paradigma de la teoría
educativa liberal; el paradigma economicista (capital humano, recursos humanos, etc.) y el
paradigma de los enfoques crítico-reproductivistas.
En el marco del paradigma liberal, los problemas educativos básicos eran la
contribución de la acción educativa formal y sistemática (la escuela) a la consolidación de
los estados nacionales y a la vigencia de un orden político democrático-liberal. Dicha
contribución se ponía de manifiesto a través de la homogeneización de la población en
torno a cierto cuerpo básico de valores y códigos comunes y a su diferenciación de
acuerdo al lugar que ocuparan en la estructura social (dirigentes o dirigidos, propietarios
de medios de producción o productores, etc.). Las características de este paradigma han
sido analizadas en múltiples oportunidades y no parece pertinente repetir aquí dichas
explicaciones4.
2 Un ejemplo del primer tipo lo constituye el análisis del vínculo pedagógico como un vínculo de violencia e imposición cultural que
se encuentra en la obra de P. Bourdieu y J.C. Passeron. La Reproducción. Un ejemplo del segundo tipo aparece en la obra de Joseph
Novack, op. cit.
3 Si bien puede resultar aventurado aplicar a los paradigmas de la investigación educativa los conceptos y características derivados de
la práctica científica en las ciencias naturales, es posible caracterizar la actual situación de la investigación educativa en los términos
en los que Kuhn ha descrito las crisis en las ciencias en general. En este sentido, la actividad de “ciencia normal” habría perdido su
carácter acumulativo y estaríamos en un momento de crisis y emergencia de nuevos postulados. T. J. Kuhn. La estructura de las
revoluciones científicas. México, Fondo de Cultura Económica, 1980.
4 La obra de Dukheim representa, probablemente, la exposición más orgánica de esta propuesta. Su análisis y la crítica a estos
postulados pueden verse en numerosas obras, por ejemplo, G. Snyders, Pedagogie Progresiste.. París, .P.U.F., 1973. Demerval
Lo peculiar de este momento teórico, sin embargo, consistió en la existencia de un
fuerte énfasis en la investigación didáctico-pedagógica. Los problemas de la función social
de la educación y de la organización escolar más apropiada para cumplirla fueron objeto
de un debate más claramente político que científico. El problema que preocupaba desde
una perspectiva científica era cómo lograr dichos propósitos y las discusiones educativas
giraron fundamentalmente en torno al modelo pedagógico y los métodos de enseñanza.
Las versiones directivistas de esta corriente generaron toda una serie de investigaciones
sobre el proceso de aprendizaje y los métodos didácticos, inspiradas en el positivismo,
mientras que las corrientes no directivistas produjeron el movimiento de la “Escuela
Nueva”, con sus correspondientes propuestas metodológicas5.
Hacia mediados de siglo y en el marco de la reconstrucción de postguerra, el
paradigma liberal estaba agotado. Desde el punto de vista político, la convicción iluminista
según la cual la expansión cuantitativa de la educación constituiría la garantía del orden
democrático-liberal sufrió un serio cuestionamiento a partir de las experiencias del
autoritarismo antiliberal europeo. Desde el punto de vista más específicamente
pedagógico, el debate entre las concepciones de la llamada “pedagogía tradicional” y la
“pedagogía
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