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Psicoanalisis

susanapsicologia9 de Mayo de 2015

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ESPECIFICIDAD EPISTÉMICA DEL PSICOANALISIS

Para conocer los orígenes del psicoanálisis resulta importante conocer la biografía de Freud y contextualizar el surgimiento del mismo psicoanálisis, para conocer la ideología, creencias y tendencias que se encontraban en “boga” en la época en que surgió el mismo, mismos aspectos que fueron los que permearon a Freud durante ese camino de creación y descubrimiento.

Sigismund Schlomo Freud nació el 6 de mayo de 1856 en Freiberg, Moravia, en el seno de una familia judía. Fue el mayor de seis hermanos (cinco mujeres y un varón). Tenía además dos hermanastros de un matrimonio anterior de su padre. En 1860, cuando contaba con tres años de edad, su familia se trasladó a Viena, esperando el padre recobrar la prosperidad perdida de su negocio de lanas.

A pesar de que su familia atravesó grandes dificultades económicas, sus padres se esforzaron para que obtuviera una buena educación y en 1873, cuando contaba con 17 años, Freud ingresó en la Universidad de Viena como estudiante de medicina en un ambiente de antisemitismo creciente. En 1881 se graduó como médico.10 Freud trabajó bajo la dirección de Theodor Meynert en el Hospital General de Viena entre los años 1883 y 1885.

En 1886, Freud se casó con Martha Bernays y abrió una clínica privada especializada en desórdenes nerviosos. Comenzó su práctica para tratar la histeria y la neurosis utilizando la hipnosis y el método catártico que su colaborador Josef Breuer había aplicado con Bertha Pappenheim (Anna O.) obteniendo resultados que en aquel momento parecían sorprendentes, para posteriormente abandonar ambas técnicas en favor de la asociación libre, desarrollada por él entre los años 1895 y 1900, impulsado por las experiencias con sus pacientes histéricas. Freud notó que podía aliviar sus síntomas animándolas a que verbalizaran sin censura cualquier ocurrencia que pasara por su mente.

En 1923 le fue diagnosticado un cáncer de paladar, probablemente a consecuencia de su intensa adicción a los puros, por el cual fue operado hasta 33 veces. El 23 de septiembre de 1939, muy deteriorado físicamente e incapaz de soportar el dolor que le producía la propagación del cáncer de paladar, le recordó a su médico personal, Max Schur, su promesa de sedación terminal a fin de ahorrarle el sufrimiento agónico. Freud murió después de serle suministradas tres inyecciones de morfina.

La sociedad Austriaca en la que Sigmund Freud vivió, era una sociedad en constantes procesos de cambio en todas sus esferas sociales, inmersa en una condición político-social capitalista, misma condición que generaba una distribución de la riqueza desproporcionada, situación que afectó directamente a Freud y su familia imponiéndole una vida de pobreza, esto aunado al hecho de que provenía de una familia Judía, condición que más adelante será motivo de conflictos. Cuando Freud nació, en 1856, Europa atravesaba una serie de problemáticas tales como como las altas tasas de mortalidad, analfabetismo, austeridad, hambre, enfermedades como el cólera, poca asistencia pública, etc. y en Viena específicamente (donde Freud vivió), se reprimían brutalmente los derechos de los pobres por parte del gobierno.

Fue en 1900 que el panorama social comenzó a cambiar en Europa, los salarios mejoraron así como las condiciones de vivienda y la educación; hubo grandes avances tecnológicos como la electricidad lo cual posibilitó el alumbrado en la ciudad, los trenes y el tranvía, el telégrafo, el teléfono y la imprenta la cual desarrolló nuevas técnicas de impresión las cuales permitieron la proliferación de los libros y las bibliotecas. Cuestión que vino a favorecer bastante puesto que en aquella época los descubrimientos y las invenciones estaban a la orden del día, debido a que a partir de la transformación radical de las condiciones materiales de existencia; se instaura un nuevo orden, el cual pone al hombre en la necesidad de rehacer conceptualmente al mundo, lo cual genera y da como resultado una efervescencia intelectual que se manifiesta en el terreno filosófico, científico y artístico.

Europa se encuentra pues, en un momento crucial para el desarrollo tanto de la razón como de la industria, ésta y la ciencia avanzan vertiginosamente, el auge de la física, de la química y de la biología son temas centrales en el mundo científico, la literatura y el arte en general, van dando muestras de un acercamiento a los sentimientos humanos, ahí no podemos olvidar el papel jugado por el humanismo y el romanticismo, movimientos artísticos importantes con los cuales Freud mantiene un estrecho contacto (Aguado, s/a).

Cabe destacar la gran influencia que Freud tuvo por parte del romanticismo, misma que se ve plasmada en su trabajo haciendo referencia a las dualidades de instintos, polaridades sujeto-objeto, placer-displacer, activo-pasivo; ya que Freud vivió con una constante tendencia hacia las ideas dualistas (Ellenberger, 1976 en Aguado, s/a). Otra importante influencia que cabe ser mencionada, referida al ámbito artístico fue Shakespeare, ya que sus tragedias aparecen a lo largo del trabajo de Freud.

Siguiendo la línea de las influencias que Freud tuvo en su trabajo, también se encuentran importantes influencias pero que fueron de manera más directa, es decir al entrar en contacto con las personas responsables de dichas influencias, mismas que guiaron en ciertos momentos el trabajo de Freud , estos son : Jean Martin Charcot, J. Breüer y Wilhem Fliess, si bien no fueron ellos los únicos con quienes Freud tuvo relación a lo largo de su vida y del desarrollo del psicoanálisis, son ellos quienes dejaron mayor impacto en Freud y su teoría.

Se comenzará a explicar la relación Freud-Charcot, este último, psiquiatra francés quien fuera famoso por el uso de la hipnosis en sus pacientes con histeria, a quien Freud conoció cuando obtuvo una beca en 1885 para ir a estudiar a Paris a La Salpetrieré, durante sus estancia ahí, asistió a muchas demostraciones en las cuales las palpaciones de los médicos de ciertos puntos del cuerpo del paciente desencadenaban distintas reacciones; así aprendió que los trastornos funcionales de los histéricos eran psicógenos, es decir, que pueden ser provocados por sugestión y viceversa. De esta experiencia en La Salpetrieré, pueden rescatarse 3 ideas fundamentales; la primera es el cuestionamiento de la etiología de los padecimientos histéricos, al encontrarse con la hipótesis de que la histeria no es exclusiva de la mujer, lo que contraviene a la concepción clásica de ella y de la misma raíz etimológica del término; la segunda hace referencia a la articulación de la palabra como creadora de síntomas o bien su poder para remitirlos, basta con que un estado hipnótico se ordene a un paciente que remitan sus síntomas o que aparezcan diferentes para que ello surta efecto; y finalmente le es mostrado a Freud la existencia de un saber sobre el que nada saben las pacientes, pero que se encuentra en estrecha relación con sus síntomas. Contenidos escindidos de la conciencia y expulsados de su campo será la primera formulación que sobre ellos se realice; apuntalamiento del concepto freudismo de lo inconsciente (Aguado, s/a).

Al volver a Viena, Freud expuso todas estas ideas ante la sociedad médica Vienesa, misma que recibió con burla todos sus planteamientos, motivo que llevó a Freud a desplazarse a una lógica y un saber cada vez más alejado y diferente a aquel sobre el que se sostiene el discurso médico.

J. Breüer, médico judío con alto prestigio a quien Freud conoció en el Instituto de Fisiología de Viena se convirtió en su objeto anaclítico, tutor, guía, maestro y sostén económico, de acuerdo con Aguado (s/a), Breüer se convirtió en el punto de apoyo que Freud requirió para ingresar en el círculo médico, pero también en aquel interlocutor que le mostró el umbral que él mismo no se atrevería a cruzar y que abre ahí en donde la sexualidad y la transferencia asientan sus dominios. Fue con una paciente de Breüer que Freud desarrolló y retomó la cura por la palabra para hacer desaparecer los síntomas de la paciente. La relación Freud-Breüer se mantuvo hasta que Freud formuló sus ideas respecto a la sexualidad como etiología de la histeria, ideas que Breüer no compartía y por tal motivo se dio una separación entre ellos.

En 1887, Breüer le presenta a Freud a quien se convertiría en su alter ego, Wilhem Fliess un otorrinolaringólogo berlinés que se hallaba realizando una residencia en Viena. Al conocerse se agradaron tanto que comenzaron a escribirse y precisamente las cartas se convertirían el medio por el cual llevarían su relación. El intercambio de cartas con él se convirtió gradualmente para Freud en un sustituto de la correspondencia amorosa con su prometida Martha.

La relación con Fliess resulta sumamente importante puesto que es durante esta que Freud realiza su autoanálisis (mal llamado autoanálisis) y como producto de este descubre y desarrolla una serie de conceptos fundamentales en el hoy conocido discurso psicoanalítico. Es entonces Fliess, quien se constituye en el objeto de identificación narcisista de Freud, su otro yo, su yo ideal al que le transfiera un saber que le es propio, le supone un saber sobre sus ideas, deseos y pensamientos. Fliess por su sola existencia hace posible movilizar el deseo inconsciente y con ello la producción de lo que hoy conocemos como psicoanálisis. En este marco es en donde podemos ubicar la producción de un saber sobre lo inconsciente que da lugar a un discurso que tiene como objeto teórico lo inconsciente. A partir de un acto analítico que deviene a su vez en acto epistémico (Aguado, s/a).

Hasta ahora se tiene presente

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