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Psicologia Autocritica


Enviado por   •  21 de Diciembre de 2012  •  1.492 Palabras (6 Páginas)  •  666 Visitas

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La cultura nos ha enseñado a llevar un garrote invisible, pero doloroso, con el que nos golpeamos cada vez que equivocamos el rumbo o no alcanzamos las metas personales. Hemos aprendido a echarnos la culpa por casi todo lo que hacemos mal y a dudar de nuestra responsabilidad cuando lo hacemos bien. Si fracasamos, decimos: “dependió de mí”; si logramos el éxito: “fue pura suerte”. ¿Qué clase de educación es ésta, donde se nos enseña a hacernos responsables de lo malo y no de lo bueno? La autocrítica es buena y productiva si se hace con cuidado. A corto plazo puede servir para generar nuevas conductas, pero si se utiliza indiscriminada y dogmáticamente, genera estrés y es mortal para nuestro autoconcepto. El mal hábito de estar haciendo permanentemente “revoluciones culturales” interiores, es una forma de suicidio psicológico.

Algunas personas, por tener un sistema de autoevaluación inadecuado, adquieren el “vicio” de autorrotularse negativamente por todo. Se cuelgan carteles con categorías generales. En vez de decir, “me comporté torpemente “, dicen, “soy torpe”. Utilizan el “soy un inútil”, en vez de, “me equivoqué” en tal o cual cosa. El autocastigo ha sido considerado equivocadamente, una forma de producir conductas adecuadas.

¿Cómo se llega a tener un autoconcepto negativo?

Una forma típica es a través de la autocrítica excesiva. Los humanos utilizamos estándares internos, esto es, metas y criterios internalizados (aprendidos) sobre la excelencia y lo inadecuado. Estos estándares se desprenden del sistema de creencias, valores y necesidades que se posee. Una elevada autoexigencia producirá estándares de funcionamiento alto y rígido. Sin embargo, si bien es importante mantener niveles de exigencia personal relativa o moderadamente altos para ser competente, el “corto circuito” se produce cuando estos niveles son irracionales, demasiado altos e inalcanzables. La idea irracional de que debo destacarme en casi todo lo que hago, que debo ser el mejor a toda costa y que no debo equivocarme, son imperativos que llegan a volverse insoportables. Colocar de manera absoluta la felicidad en las metas, es sacarla afuera de tu dominio personal. Así, si la meta no se alcanza, se acaba el mundo. El poeta Rumbe dijo alguna vez: “la felicidad no es una estación a la cual hay que llegar, sino una manera de viajar”.

Las personas que hacen del éxito un valor, que son extremadamente competitivas y manejan estándares rígidos de ejecución, viajan mal. Se han montado al vagón que no es. Quizás la felicidad no esté en ser el mejor vendedor, la mejor mamá, o el mejor hijo, sino en intentarlo de manera honesta y tranquila, disfrutando mientras se transita hacia la meta. Un nivel exagerado de autoexigencia genera patrones estrictos de autoevaluación.

Si posees criterios estrictos para autoevaluarte, siempre tendrás la sensación de insuficiencia. Tu organismo comenzará a segregar más adrenalina de lo normal y la ansiedad interferirá con el rendimiento necesario para alcanzar las metas. Entrarás al círculo vicioso de los que aspiran cada día más y tienen cada día menos.

Tomado de: “Aprendiendo a Quererse a sí mismo” Walter Riso

Los estándares irracionales harán que tu conducta nunca sea suficiente. Pese a tus esfuerzos, las metas serán inalcanzables. Al sentirte incapaz, tu autoevaluación será negativa. Este sentimiento de ineficacia y la imposibilidad de controlar la situación, te producirá estrés y ansiedad, la que a su vez afectará tu rendimiento alejándote cada vez más de las metas.

Las personas que quedan atrapadas en esta trampa se deprimen, pierden el control sobre su propia conducta e indefectiblemente fracasan. ¡Precisamente lo que querían evitar! Para colmo, esta situación de “no escape”, de frustración e incontrolabilidad, las lleva a autocriticarse y auto castigarse despiadadamente; se convierten en víctimas de su propio invento. La consecuencia de esta especie de licuadora en corto circuito, es la pérdida del auto concepto y la depresión. Cuando más hagas del “ganar” un valor, paradójicamente más destinado estás a perder.

A veces las personas pueden mostrar metas racionales para un observador desprevenido. Sin embargo, la auto exigencia exagerada se mide en función a las posibilidades de cada uno. Si no posees las habilidades o los recursos necesarios para alcanzar las metas, la aspiración más simple se vuelve inalcanzable. En estos casos, la resignación y la reevaluación objetiva y franca de tus metas y recursos, es la solución. Desgraciadamente si no ganamos, empatamos.

Si eres demasiado autoexigente y autocrítico, utilizarás un estilo dicotómico.

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