Psicologia Social Comunitaria
rocio168713 de Mayo de 2014
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MATERIA: PSICOLOGÍA SOCIAL II
PROFESORA ADJUNTA REGULAR A CARGO: MARGARITA ROBERTAZZI
FECHA: 1º CUATRIMESTRE DE 2007
PSICOLOGÍA SOCIAL LATINOAMERICANA: UNA RESPUESTA
NEOPARADIGMÁTICA
AUTORA: MARGARITA ROBERTAZZI
Introducción
La Psicología Social Comunitaria, la Psicología Social Crítica y la
Psicología de la Liberación pueden pensarse como tres líneas articuladas e
interrelacionadas respecto de cómo pensar la Psicología y sus cursos de acción.
Estos tres enfoques constituyen tres modos de hacer una “psicología
socialmente sensible” y pueden incluirse en el denominado paradigma de la
construcción y transformación críticas, según Montero (2004b, p.26).
Estas líneas de la psicología tienen originen en el continente latinoamericano, es
decir que surgieron en el mismo ámbito geográfico y sociocultural, intentando
responder a las problemáticas propias de sus sociedades, por lo tanto, la
perspectiva histórico-social constituye un aspecto insoslayable.
Si se analizan las cinco dimensiones del paradigma mencionado1, se encuentran
afinidades con una Psicología Social histórica y psicoanalítica, desarrollada en
Argentina a partir de la década del ‘60, que sostiene que los efectos subjetivos
de los procesos sociales responden a producciones colectivas y que también
manifiesta una clara vocación teórico-práctica2.
En el marco de una corriente mundial de transformación de la ciencia,
característica de su etapa de crisis, es del mayor interés considerar el tipo
1 Véase el trabajo de Montero (1996) “Ética y política en Psicología: dimensiones no reconocidas”, el
que forma parte de la bibliografía obligatoria del programa de la materia.
2 Para ampliar este aspecto puede consultar el capítulo de Robertazzi (2005) “Aporte de autores
argentinos a la Psicología Social. El psicoanálisis en ámbitos colectivos”, que está incluido en la
bibliografía obligatoria del programa de la materia
particular de respuesta neoparadigmática que se produjo desde América Latina
-y en especial en Psicología Social- a partir de mediados de los años ‘80.
La Psicología Social Latinoamericana se propuso el desafío de enfrentar la
realidad del subdesarrollo, los efectos que producía sobre las personas y sobre
las relaciones que establecían, enfocando de manera directa la cuestión del
poder y las posibilidades de transformación de las situaciones de desigualdad e
injusticia.
En este artículo se presentan brevemente esos tres enfoques teórico-técnicos
que pueden pensarse como una respuesta neoparadigmática propia del
continente latinoamericano.
Una perspectiva histórica
Hasta bien entrados los años ‘60, la Psicología Social en América Latina tendía a
reproducir teorías, métodos y técnicas de estudio imperantes en USA y en
Francia. Pero, ya en la década del ‘70, esa dependencia comenzó a cambiar. En
tal sentido pueden distinguirse distintas fases en la evolución de la Psicología
Social en América Latina que van desde una “una protopsicología social” hasta
la “fase de desarrollo propio de la Psicología Social Latinoamericana” (Montero,
1994, p. 19), atravesando distintos períodos y, obviamente, uno de crisis. La
citada autora indica que fue hacia 1976, en Venezuela, que los psicólogos y las
psicólogas sociales comenzaron a manifestar malestar en relación con la escasa
utilidad que aportaba su trabajo para la sociedad. ¿Qué tipo de psicología social
era aquella incapaz de ocuparse de los problemas psicosociales existentes que
aquejaban a las personas y a la sociedad?
Para ese momento, 1976, junto con otros colegas, José Miguel Salazar propuso
de idea de escribir un libro, el que finalmente se denominó Psicología Social y
que intentaba aportar a la enseñanza de la disciplina, dado que los textos
habituales representaban el estado del arte adecuado para su lugar de origen,
pero nada decían sobre la realidad que se vivía en Latinoamérica. Al mismo
tiempo, nuevas prácticas y concepciones teóricas comenzaban a introducirse.
De ese modo, la Psicología Social fue acercándose cada vez más a las ciencias
sociales, fue perdiendo su sesgo individualista, comenzó a encontrar nuevos
enfoques metodológicos, mientras que a la vez adquiría relevancia social.
La disciplina buscaba un nuevo paradigma y, en síntesis, postulaba lo siguiente:
apertura metodológica, carácter histórico de los fenómenos a estudiar,
preferencia por la investigación en contextos naturales, rechazo a la hegemonía
del modelo que se quería imponer desde las ciencias naturales, argumentando
sobre el carácter activo de los sujetos de la investigación como productores de
conocimientos que asumen un compromiso político y social, así como el
carácter dinámico, dialéctico y simbólico de la realidad social.
La Psicología Social Latinoamericana se convertía en un campo “reconocible y
reconocido” (Montero, 1994, p.23), pero con fronteras difusas, en la medida en
que estaba generando permanentemente nuevas áreas: comunitaria, política,
ambiental, a la vez que desarrollaba otras de carácter interdisciplinario: salud,
educación, trabajo.
Páez (1994) la caracterizó como una Psicología Social sobre América Latina,
dado que abordaba los problemas que la aquejaban: la pobreza, la represión y
la dominación, entre otros tópicos no menos importantes. Se trataba de una
Psicología Social mucho más social y crítica que la europea y la de USA, pues
sostenía una defensa de la diversidad cultural y una lucha contra la imposición
de un único modo de hacer ciencia.
Modalidades de la Psicología Social en América Latina
La Psicología Social Comunitaria, la Psicología Social Crítica y la
Psicología Social y Política de la Liberación constituyen tres expresiones
que atienden a las particulares configuraciones del poder que se instalan en
América Latina, a la vez que pretenden contribuir a la transformación de las
sociedades, los grupos, los individuos y sus relaciones, es por eso que cada una
influye sobre las otras.
El análisis de Montero (1996a; 2004a) sobre el paradigma de la
construcción y transformación críticas fundamenta a estas tres
manifestaciones de la psicología y pone de manifiesto las dimensiones ética y
política que explicitan los valores que lo orientan teórica y prácticamente, sin
dejar de prestar atención a las tradicionales dimensiones ontológica,
epistemológica y metodológica, reconocidas habitualmente. Las características
más relevantes consisten en presentar una visión del ser humano como sujeto
activo, de la sociedad en la que vive -y en la que sería deseable que viviera- así
como del tipo de relación necesaria para la producción de conocimientos.
1. La Psicología Social Comunitaria
Fue definida hace ya tiempo como el estudio de los factores psicosociales que
permiten desarrollar, fomentar y mantener el control y el poder que los
individuos pueden ejercer sobre su ambiente individual y social para solucionar
sus problemas y producir cambios en el ambiente y en la estructura social
(Montero, 1982). Este enfoque aborda los procesos de cambio y transformación
situando el origen en la propia comunidad o grupo, al considerar que sus
integrantes son sujetos activos, o actores y actrices capaces de conducir y
modificar sus vidas. Además no atribuye a los agentes y las agentes externas la
función de ser rectores de tales transformaciones, sino sólo agentes de cambio
y facilitación en una comunidad o grupo que es preexistente a sus
intervenciones (Hernández, 1996; Montero, 1982, 2003; 2004a; Sánchez,
Wiesenfeld y López, 1998; Sánchez, 2001; Serrano-García y Rosario-Collazo,
1992).
Esta psicología ofrece un marco que permite problematizar la cuestión del
poder, la desigualdad, las transformaciones del ambiente y la constitución de
una comunidad, aunque no sea sencillo delimitar los conceptos de comunidad y
sentido de comunidad, porque el criterio geográfico no siempre resulta
adecuado para tal definición (Giuliani, García y Wiesenfeld, 1994). Es decir que
se trata de facilitar los cambios desde las propias comunidades, porque sus
miembros son considerados sujetos constructores y transformadores de la
realidad, capaces de reflexión y conscientización, a partir de una historia previa
que no puede obviarse (Giuliani y Wiesenfeld, 1997; Quintal de Freitas, 1997;
Sánchez, Wiesenfeld y López, 1998)
El objeto de la psicología comunitaria coloca a la comunidad o al grupo -y su
autodelimitación- como ámbito y sujeto de la acción psicosocial comunitaria y
de sus transformaciones
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