Resumen Psicología del Desarrollo II Latencia Temprana y tardía
LumiBassiResumen5 de Noviembre de 2019
8.307 Palabras (34 Páginas)1.354 Visitas
Latencia Temprana y tardía. Características. Logros específicos de la etapa. El trabajo psíquico de la latencia. -Gilli, Edgardo. “Latencia: características propias”. - Urribarri, R. Cap. II: Planteando la latencia.
a) ¿Qué apreciaciones y consideraciones mantiene el autor respecto de la “latencia”? ¿En qué sentido difiere de lo propuesto hasta el momento por Freud?. Explica.
El autor postula que el periodo de latencia formulado por S. Freud ha sido el menos estudiado psicoanalíticamente y esto ha dado lugar a formulaciones ambiguas. Este periodo se fue definiendo más por su lado negativo que positivo, planteándolo como un periodo de espera para el gran periodo de cambios de la adolescencia.
Por lo tanto propone que hay que enfocarse también en los procesos de cambios y de reordenamiento psicodinámico, caracterizando los procesamientos de la latencia, sus modificaciones respecto de la primera infancia y qué implicancias tiene para la adolescencia.
Estima inapropiada la denominación de la latencia como periodo.
Freud para latencia utiliza el vocablo periodo, que remite a un lapso acotado por un comienzo y un fin, en este caso el periodo es más temporal y no se centra en las modificaciones de la estructura psíquica. El autor propone por lo tanto establecer una descripción sistemática, una generalización teórica, tomando diversos aportes e ideas propias.
b) ¿A qué se refiere el autor con la denominación el “trabajo psíquico de la latencia”? ¿Qué quiere acentuar? ¿Qué es lo característico?
Con respecto al trabajo psíquico de la latencia, el autor refiere a enfocarse en un trabajo y no en un periodo, es decir, se va a centrar en las modificaciones y neogénesis en el aparato, y no tanto en lo cronológico. Su trabajo va a centrarse en el esfuerzo por la organización, diferenciación, complejización y ampliación del aparato psíquico.
De esto deriva que el trabajo de latencia se da en dos planos:
-Intrasubjetivo: se complejiza y amplia el aparato psíquico en sus aspectos tópico, dinámico y económico.
-Intersubjetivo: se trabajan la problemática edípica y fraterna, además de ampliarse las relaciones con pares y adultos.
c) ¿Cómo describe la organización psíquica del sujeto latente?.
Freud a lo largo de su obra postuló a la latencia tanto como resultante de las defensas puestas en juego por el Yo y culturalmente incitadas como promovida por la herencia y disminución fisiológica de los impulsos.
La fisiología y la endocrinología no dan cuenta de este fenómeno, por lo tanto, este enfoque no posibilita dar cuenta de los cambios psicológicos y sociales de este periodo. Por otra parte, si hubiera una disminución del impulso biológicamente predeterminado, a la vez que operan las defensas establecidas a partir del desenlace edípico ¿cómo se explica, por ejemplo, la lucha contra la masturbación, los deseos incestuosos, entre otros?
En relación con la “disminución fisiológica” de la pulsión, se tiende a presentar al latente como un ideal de evolución armoniosa y calma, ligada al niño dócil y estudioso, en una vertiente adaptativa. Se desconocen así las inquietudes, inseguridades, desequilibrios y angustias que abordan al niño, en especial por la pujante pulsional que atormenta el precario equilibrio de su aparato psíquico e la búsqueda de descarga.
La organización psíquica de la latencia se caracteriza según el autor por su configuración dinámica, su reorganización operativa, su peso relativo y el balance intersistémico, determinados por el intenso y sutil trabajo de la latencia.
d) Describe la latencia temprana y tardía a partir del singular modo de organización intersistémica, actividades y conductas manifiestas del sujeto en la latencia.
Latencia temprana y tardía
El autor concuerda con B. Bornstein en la discriminación de dos momentos diferentes, ubicando aproximadamente en los 8 años el cambio que se ha dado en llamar latencia temprana y tardía, aunque no concuerda con sus conceptos teóricos de por qué se diferencian.
La latencia temprana se caracteriza por la fragilidad del equilibrio intersistémico, con la consecuente emergencia de angustia frente a lo impulsivo. La lucha del Yo está ligada a controlar lo pulsional y a limitar la descarga mediante el freno represivo recurriendo a otros mecanismos.
La amnesia infantil que se instala a partir del desenlace del Edipo produce en el niño un efecto de perplejidad con él mismo, puesto que lo inconscientizado deja para el Yo consciente como un desajuste interno con sensaciones de incomodidad, angustia y vagas señales de peligro. Esto puede afectar la conducta del niño y sus relaciones, aparejando retraimientos y reclamos diversos.
Al principio, este carácter como de cuerpo extraño con el que vivencia el Superyó el infantil sujeto hace que, por momentos, dude de si la “voz que ordena” viene de adentro o de afuera, inquietud que se refuerza con las órdenes y prohibiciones que le imparten las nuevas figuras de autoridad.
Es notable la ambivalencia frente a los mandatos del Superyó, que se traducen en una oscilación entre acatamiento y rebeldía. El latente temprano tiene escasa tolerancia tanto para su crítica como parta la crítica externa que, le provoca angustia, pérdida de autoestima y a veces desborde afectivo.
El poder posponer se transforma en una meta anhelada, ya que mediante la renuncia a la acción directa que evite la descarga inmediata puede armonizar al Superyó. Esta capacidad se dirige, en principio, al control de la motricidad, es el punto de partida para, a través de la acción conjunta defensiva, acceder al aprendizaje por la vía sublimatoria, se instala para coartar la tendencia a la acción masturbatoria y a la descarga desorganizada. Implica una parcial vuelta hacia adentro del niño, que lo torna más reflexivo, incrementándose el dialogo interiorizada y el fantasear; se nota la creciente ampliación de lo verbal. Este logro psíquico está ligado con la capacidad para estar a solas.
Viéndolo desde el análisis de los factores operantes en el aprendizaje, se asienta en las nuevas capacidades intelectuales propias de la edad y una maduración neurobiológica. La prohibición superyoica recae sobre los deseos incestuosos y, consecuentemente, sobre la masturbación; esto implica redirigir el impulso ocupando sus manos en otra actividad. La inhibición de la meta, la operancia del aislamiento y la desafectivizacion posibilitan la atención, la concentración y la inserción escolar. La escuela como agente de la sociedad, refuerza el mandato represivo.
Otro aspecto destacable de la primera etapa es lo referido a las prohibiciones que, derivadas del Superyó e impuestas desde las instituciones sociales, lo constriñen.
Se puede ver que los niños a esta edad comienzan ellos a establecer prohibiciones, a veces, a pares, hermanos o niños menores, esta modalidad implica una cierta dificultad para aceptar las normas, adecuarse a las prohibiciones e incorporarlas, suscitando comúnmente rabia y humillación por la subordinación, buscando revertir y descargar con la acción sobre otros.
Las graduales posibilidades que la maduración brinda, las nuevas capacidades intelectuales, las facilitaciones del entorno social y la instrumentación provechosa de estos elementos que pueda lograr el Yo, le posibilitan la ampliación de recursos y junto a la estabilización de lo intersistémico y la sublimación en la organización de la descarga pulsional inaugural la latencia tardía, a partir de aproximadamente los 8 años.
Categorizan la organización de la latencia tardía una mayor fluidez, autonomía, continuidad y equilibrio de la conducta, un menor sufrimiento consciente del temor al desborde y del surgimiento de angustia, así como una progresiva tolerancia del principio de la realidad en la determinación de la conducta. Se incrementa el fantasear, aparece con nitidez el ensueño diurno, se amplía el distanciamiento de los padres y lo familiar y adquiere mayor importancia el grupo de pares.
El autor no concuerda con las afirmaciones de B. Bornstein de que este cambio se debe a que:
-Los requerimientos sexuales se tornan menos pujantes. Según el autor, nada permite fundar dicha aseveración, ni presumir que el Ello pierda, imprevistamente pujanza o valor.
-El Superyó se ha vuelto menos rígido. No ocurrió nada en la organización anterior que explicara la menor rigidez o severidad del Superyó, por lo tanto, puede admitirse que pierda importancia frente al Yo en cuanto a sus exigencias, debido al paralelismo con la parcial declinación del valor de los padres para el niño, además el Superyó se ve forzado por los externos mandatos de la sociedad.
-El Yo se encuentra expuesto a conflictos menos severos. El autor postula que esta apariencia de Superyó más permisivo, conflictos menos severos o debilitamiento pulsional, se deben a la consolidación de un Yo más efectivo en su accionar, dada la operancia fluida de descargas sublimatorias que redirigen la pulsión, implicando una menor presión superyoica y por consiguiente decrece la emergencia de angustia.
También puede observarse un cambio respecto de la fantasía, de ciertos juegos y angustias, así como el contenido manifiesto en los sueños.
En la temprana latencia aparecen los monstruos amorfos y fantasmas; mientras que en la tardía toman formas humanas, tratándose de brujas, magos, ladrones, etc.,
...