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Realidad Y Juego

gaburendon26 de Marzo de 2012

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REALIDAD Y JUEGO

D.W. Winnicott

Prólogo

Agradecimientos

Introducción

1 Objetos transicionales y fenómenos

2 Sueños, fantasía y vida

3 El juego, exposición teórica

4 El juego, actividad creadora

5 La creatividad y sus orígenes

6 El uso de un objeto y la relación

7 La ubicación de la experiencia cultura

8 El lugar en que vivimos

9 Papel de espejo de la madre

10 El interrelacionarse aparte del impulso

11 Conceptos contemporáneos

Apéndice

Referencias

Encontrar, acoger, reconocer lo ausente.

Esa capacidad poco común... de transformar en terreno

de juego el peor de los desiertos.

Michel Leiris.

(prefacio a Soleils bas de Georges Limbour).

But tell me where do the children play.

Las dificultades con que tropieza el traductor en muy raras ocasiones son suscitadas por

los pasajes o las palabras que, por sí mismos, por su complejidad o su carácter ambiguo,

constituirían un problema para el autor. Por el contrario, lo que la mayoría de las veces

hace dudar al traductor es aquello que para el autor resulta obvio pues se impone a él

como una evidencia enraizada tanto en su lengua materna como en la base de su pensamiento.

La distancia entre las dos lenguas, el encuentro con una dificultad de traducción

—operación que siempre supone una pérdida— contribuye a poner de manifiesto la presencia

de un punto sensible y señala una zona particularmente investida, cargada de sentido

dentro del universo personal del autor.

En nuestro caso, la dificultad aparece ya en el título: la palabra "juego" no es, sin duda alguna,

el equivalente de playing. En primer lugar porque el francés no dispone, a diferencia

del inglés, de dos términos para designar los juegos que comportan unas reglas determinadas

y aquellos que no las comportan; tanto si nos referimos al adulto comprometido en

un partido de fútbol o de go o al niño que infunde un movimiento a su sonajero o parlotea

con su osito de felpa, hablamos indistintamente de juegos. Y quizás no estemos del todo

equivocados, pues la ausencia de reglas explícitas y reconocidas no implica obligatoriamente

la ausencia de toda regla, por más que ésta escape a menudo a la atención del observador

o incluso del mismo jugador. El hecho de que un niño dé la impresión de estar

haciendo "cualquier cosa" no nos autoriza a concluir que se esté entregando a una "pura

actividad lúdica" y que no esté precisamente constituyendo una regla por medio de su juego.

El famoso juego de la bobina que Freud percibió en una ocasión y más tarde interpretó,

constituye una prueba sorprendente de ello. Ahora bien, de haber sido testigos del hecho,

cuántos observadores ni siquiera habrían reparado en la más mínima secuencia.

Esto no quiere decir, sin embargo, que el autor de este libro, inglés, e incluso diría muy inglés

(lo cual es menos frecuente de lo que uno pudiera creer entre los psicoanalistas de

las islas Británicas), no considere esencial la distinción entre el juego estrictamente definido

por las reglas que ordenan su curso (game) y aquel que se desarrolla libremente

(play). Basta pensar en la emoción, próxima al pánico, que nos asalta, tanto a niños como

a adultos, cuando esas reglas son ignoradas —no tanto transgredidas como dejadas a un

lado; no tanto "haces trampa" como el "así no se juega"— para que, junto con el autor,

descubramos efectivamente en los games, con todo lo que comportan de organización y

voluntad de dominio, un intento de evitar lo que la ausencia de reglas en el juego tiene de

enloquecedor.1

Una segunda razón, más singular y reveladora de la orientación de Winnicott, hace que la

traducción de playing por juego resulte inadecuada. "Es evidente —escribe— que esta

1 Cf. en especial el cap. II de este libro.

blezco una distinción entre el significado de la palabra "play" y el de la forma verbal "playing2.

Se podría afirmar, sin excederse, que todo el libro está destinado a que el lector detecte

dicha "evidencia" y extraiga las consecuencias. En primer lugar, el lector psicoanalista;

pues no cabe la menor duda, al menos desde mi punto de vista, que la creciente insistencia

que Winnicott concede a la función del playing, insistencia que le haría consagrar a

ésta su última obra publicada en vida, deriva tanto de la apreciación critica que mantiene

acerca de una determinada concepción de la práctica analítica como de todo lo aprendido

a través de la "consulta terapéutica" con los niños3. Es precisamente su experiencia personal

del análisis la fundamenta, en definitiva, la doble diferencia entre game y play por

una parte, y play y playing por otra. Porque para Winnicott no se trata únicamente de simples

matices lingüísticos. Si el psicoanálisis no fuera más que un game, no le hubiera interesado

nunca; y si pudiera reducirse a un play, entonces él hubiera sido un kleiniano. Pero

para comprender mejor todo esto es preciso ceder una vez más la palabra al traductor y a

sus sufrimientos.

Una de las cosas que nos ha sorprendido a lo largo de la lectura de este libro es la frecuencia

con que aparecen los participios substantivados. Playing es sólo uno entre ellos.

Es cierto que la lengua inglesa no solamente autoriza su empleo sino que encuentra en

ellos un fácil recurso. Pero en este libro figuran en el enunciado de numerosos capítulos y

aparecen sobre todo cada vez que el autor intenta ,apartarse de los conceptos en uso:

fantasying, dreaming, living, object-relating, interrelating, communicating, holding, using,

being,... etc. Es decir, cuantos términos indiquen un movimiento, un proceso que se está

realizando, una capacidad —no necesariamente positiva, como en el caso de fantasying,

por ejemplo, en el que Winnicott observa una actividad mental cuasi compulsiva, casi

opuesta a la imaginación— y no el producto terminado. Es así como la existencia de sueños

y su manipulación mental no prueban necesariamente la capacidad de soñar.

Y en un cierto momento, Winnicott se encuentra atrapado en las redes de lo que él mismo

denunciaba y el haber tomado conciencia de ello es, a mi entender, lo que le lleva a escribir

este libro. ¿Qué ocurrió exactamente? En 1951, Winnicott publica un artículo que atrae

rápidamente la atención y es muy pronto considerado como un clásico. En él describe un

tipo de objeto que, si bien no escapaba a la observación de las madres, nunca había recibido

hasta entonces ni designación ni lugar en la literatura psicoanalítica. El autor —en

este caso podríamos hablar del inventor— lo denomina objeto transicional. A pesar de que

no dedica más que una parte del artículo a la descripción de este objeto, de su advenimiento

y de sus modos de utilización, a pesar de que habla al mismo tiempo —ya en el titulo—,

de fenómenos transicionales, que orienta toda su demostración hacia la existencia

de un tercer área, la cual asegura una transición entre el yo y el no-yo, la pérdida y la presencia,

el niño y su madre, y que subraya finalmente que el objeto transicional no es mas

que el signo tangible de este campo de experiencia, a pesar de todo esto, el descubrimiento

de Winnicott se vio rápidamente restringido, por aquellos mismos que lo adoptaban,

al descubrimiento de un objeto. ¡Otro objeto más! Destinado a constar como precursor

de los objetos parciales, a lo sumo, próximo al objeto fetiche, un objeto cuyas muestras

convendría enumerar de manera más precisa, fechar y circunscribir su empleo, cuando

lo que ante todo interesaba a Winnicott, pero le interesaba en primer lugar clínicamente,

y lo que constituye el mérito de su descubrimiento para todo psicoanalista, se ocupe o

2 Ibid., pág.

3 En este sentido, el titulo que ha dado a uno de sus libros De la pédiatrie a la psychanalyse es equívoco. De hecho, el

movimiento es de ida y vuelta.

no de niños, es el área intermedia: área que el psicoanálisis no sólo ha descuidado sino

que en cierto sentido sus instrumentos conceptuales —teóricos o técnicos— le impiden

percibir y, a resultas de esto, de hacer advenir.

Mi opinión es que, para aclarar este malentendido, Winnicott toma aquí como punto de

partida su artículo de 1951. Punto de partida: el autor, esta vez sin ambigüedad posible,

va a proceder del objeto al espacio transicional asegurando al mismo tiempo en el lector

este movimiento de transición... Tenemos, pues que el libro se inicia con este artículo ya

viejo. Sin embargo, ciertos pasajes han sido suprimidos en esta nueva versión (entre otras

cosas la comparación

...

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