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Seminario Sobre Psicosis


Enviado por   •  16 de Junio de 2014  •  4.588 Palabras (19 Páginas)  •  200 Visitas

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“SEMINARIO SOBRE LA PSICOSIS”

DE Charles Melman.

Lección IX.

14 de febrero de 1984

Seminario Central

PLUS

Juan José Soca.

(18 de octubre de 2005)

Quisiera empezar con lo primero que señala Melman en esta lección: “Es extraño que no nos interroguemos más sobre las relaciones del Nombre-del-Padre con el discurso psicoanalítico. Quiero decir que si nosotros afirmamos que la psicosis es el efecto de su forclusión ¿Qué lugar le reservaría al Nombre-del-Padre, un discurso que puede parecérsele particularmente antipático? ¿Por qué es que el discurso psicoanalítico puede parecer particularmente antipático respecto al Nombre-del-Padre?”.

A continuación, Melman aclara que “….el discurso psicoanalítico se sostiene del objeto a, puesto en posición de agente” (en el discurso psicoanalítico). Entonces ¿que función cumpliría el Nombre – del –Padre en relación al objeto a? Melman subraya y aquí recojo textualmente lo que nos dice: “…es la intervención tercera del Nombre – del –Padre que vino a intervenir entre la madre y el niño para inscribir, como irreductible y definitivo, la pérdida de este objeto, de este objeto a, para atestiguar que ya no era un juego, que ya no era para reír. Este objeto se encontraba ahí de ahora en adelante prohibido…es este Nombre-del-Padre que va a sustituir a este objeto a, el falo. …A propósito de este falo que el Nombre – del – Padre viene entonces a sustituir así al objeto a, podemos señalar de manera incidente que no habría intercambio posible….”

Esto último lo podemos encontrar en el esquema R, que ven ustedes aquí:

¿Qué podemos apreciar en este esquema planteado por Lacan?

La Metáfora Paterna en su esencia produce un movimiento estructural y topológico en el sujeto, diría un desplazamiento de lugares justamente por la prescripción simbólica. En otras palabras, el sujeto renunciaría a identificarse con el objeto del deseo de la madre y reconocer al padre no sólo como el que tiene el falo sino también como el que lo otorga. Con esto, el sujeto pasará por los avatares de la castración.

En el lugar inicial que se había situado la madre, ahora por efecto de la mediación del Nombre – Del – Padre, se constituye una representación imaginaria del objeto fundamental del deseo de la madre (imagen especular) (i). En cuanto al lugar ocupado por el niño, dará lugar una representación imaginaria (m) (moi). En el otro polo se instala el Ideal del Yo (I). Este puede solo advenir en relación con la incidencia simbólica. Sabemos que a partir de las anticipaciones que realiza el Ideal del Otro, se constituye el Ideal del Yo. Tenemos entonces, por un lado el predominio de lo Imaginario (i – m). El vector (i M) metaforiza las diferentes figuras del otro imaginario bajo la expresión general de la imagen especular = i (a) y eso dará la oportunidad de inscribir al otro (a) en el lugar de M. En el lado opuesto, se van a inscribir en el vector (mI) las identificaciones imaginarias formadoras del yo sujetas a la identificación paterna del Ideal del Yo (I). Por otra parte, (P) solo simboliza el Nombre – del – Padre en relación con una operación significante inaugural que es metáfora.

Un significante tal sólo puede situarse, en el lugar del Otro donde el niño encuentra el significante de un padre. Como consecuencia, el símbolo (A) encuentra su lugar lógico en el lugar (P). Es decir, el P en A sólo si se produce la metáfora Paterna. Les pido que retengan esto último.

Como podemos apreciar, tenemos la banda de lo Real (MimI) que separa el triángulo imaginario del triángulo simbólico. Forma, tal, que se asemeja a la banda de Moebius; ya que es posible unir un punto con otro. Si unimos (i) a (I) y (m) a (M), obtenemos una estructura moebiana. De esta manera, se ligan entre sí lo Simbólico y lo Imaginario por lo Real, pasando de uno a otro lado de un modo continuo. Justamente, lo edipico daría cuenta de este logro, al mostrar que un registro remite al otro. Es decir, lo Simbólico a lo Imaginario.

Continuemos con lo que nos plantea Melman en esta lección: “…este objeto a que funda el discurso psicoanalítico, podemos señalar ciertamente que es a la vez real, real puesto que tiene una materialidad que puede serle propio y que le incumbe a él mismo….Este objeto a es real”. Detengámonos aquí. Deseo recordar que el propio Melman en su otro seminario sobre neurosis obsesiva, y más precisamente en la lección XVI (segunda parte) nos plantea una lógica de lugares topológicos. Va a expresar: “…el objeto a no es un concepto, no es un significante, no es un acercamiento al objeto”. Lo que interesa es “como es el objeto mismo. Es decir, señalar el lugar que le es propio, es decir lo Real”. Al parecer, estaríamos ante una lógica topológica, en que cada cosa tiene un lugar propio, pero que necesariamente se entrecruza y articula con los otros lugares (simbólico e imaginario).

En esa lección, Melman señala que el objeto a es esa parte del cuerpo del sujeto hablante que participa en su relación con el Otro, dando prueba de un posible funcionamiento pulsional y por que no del establecimiento del goce del cuerpo. En otras palabras, el objeto a daría consistencia al cuerpo. Siguiendo con esta lógica, podríamos decir que el objeto a no es representable como tal, no puede ser identificado sino bajo la forma de esquirlas, fragmentos brillantes, aspectos parciales del cuerpo reducibles a cuatro: seno, heces, voz y mirada. A su vez, su función es la de soportar la falta en ser, que define al sujeto del deseo. Lacan presenta al objeto a como un punto de encaje entre lo Simbólico, Lo Imaginario y Lo Real. Este objeto se trata siempre de una escritura. El objeto a es la letra en tanto se distingue del significante. Es por esta razón, que Melman precisa que el lugar propio del objeto a es en lo Real.

Pero volvamos a la pregunta inicial planteada por Melman; es decir: “¿Por qué es que el discurso psicoanalítico puede parecer particularmente antipático respecto al Nombre del Padre?” En páginas posteriores refuerza esta idea con lo siguiente:

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