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Sindrome De Estocolmo

jesusmata24 de Febrero de 2014

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INDICE:

- Introducción

- Desarrollo

- Percepción de amenaza a la supervivencia física o psicológica de la persona

- Percepción de los “Pequeños Gestos de Amabilidad”

- Aislamiento de Cualquier Otra Perspectiva Diferente de la Captor:

- Percepción de la Incapacidad de Escapar

- Casos más famosos

- Conclusión

INTRODUCCION:

El término Síndrome de Estocolmo fue creado por Nils Bejerot, un psicólogo y criminalista que se dio a la tarea de explicar las razones que motivan a los secuestrados a defender a sus secuestradores.

De acuerdo a la Psicología, este padecimiento es una respuesta emocional que puede manifestar el secuestrado o plagiado a raíz de la vulnerabilidad y extrema indefensión que produce el cautiverio. Se le ha denominado Síndrome de Estocolmo, debido a que en 1973, 4 personas fueron tomadas como rehenes (durante un asalto al Banco Kreditbanker en Estocolmo, Suecia), a quienes liberaron después de 6 días, pero una de las prisioneras se resistió al rescate y a testificar en contra de los captores. Otras versiones indican que esa mujer fue captada por un fotógrafo en el momento en que se besaba con uno de los delincuentes. Este acontecimiento sirvió de base para denominar a las conductas extrañas de afecto entre secuestradores y víctimas, además desencadeno profundos estudios psicológicos que describen el vínculo emocional que puede surgir entre cautivo y raptor al convivir durante varios días. Según Nils Bejerot, es más común que una persona que ha sido víctima de algún tipo de abuso llegue a experimentar simpatía por sus captores, podemos decir que este caso se presenta en: rehenes, miembros de sectas, prisioneros de guerra, víctimas de incesto, niños con abuso psicológico y mujeres con violencia intrafamiliar.

Desarrollo:

Aunque el trastorno psicológico que se produce en las situaciones de la toma de rehenes comenzó a conocerse como el “Síndrome de Estocolmo”, debido a la publicidad de los medios, el “vínculo” emocional con los captores era un tema familiar en el campo de la psicología. Ya había sido reconocido muchos años antes, y se había hallado en otros estudios de situaciones con rehenes, prisioneros o relaciones abusivas, tales como:

* El abuso infantil

* Las mujeres golpeadas o abusadas

* Los prisioneros de guerra

* Los miembros de un culto

* Las víctimas de incesto

* Las situaciones de toma de rehenes por parte de delincuentes

* Los prisioneros de campos de concentración

* Las relaciones intimidantes o controladoras.

Los vínculos emocionales con los abusadores son, de hecho, una estrategia de supervivencia de las víctimas de abuso e intimidación. La reacción del “Síndrome de Estocolmo” en situaciones de toma de rehenes y/o situaciones abusivas son tan conocidas en la actualidad que los negociadores de rehenes policiales ya no las ven como reacciones inusuales. De hecho, frecuentemente se alienta este tipo de reacción en situaciones delictivas porque aumenta las posibilidades de supervivencia de los rehenes. El lado negativo de esto es que también asegura que aquellos rehenes que experimenten el “Síndrome de Estocolmo” no colaborarán mucho durante el rescate o la prosecución penal. El personal de cumplimiento de la ley local ha reconocido este síndrome, a lo largo de mucho tiempo, en el caso de mujeres golpeadas que deciden no presentar cargos contra el abusador, pagan la fianza de su esposo o novio golpeador para que sea liberado de prisión, y hasta han llegado a atacar físicamente a la policía cuando ésta acude a rescatarlas de un ataque violento.

El Síndrome de Estocolmo, también puede encontrarse en las relaciones familiares, románticas e interpersonales. El abusador puede ser el esposo o la esposa, el novio o la novia, el padre o la madre, o cualquier otra persona con un rol que le permita al abusador adoptar una posición de control o autoridad.

Es importante comprender los componentes del Síndrome de Estocolmo, ya que se relacionan con las relaciones abusivas y controladoras. Una vez que se comprende el síndrome, es más fácil comprender por qué las víctimas apoyan, aman, e incluso defienden a sus abusadores o controladores.

Cada síndrome tiene síntomas o conductas, y el Síndrome de Estocolmo no es una excepción. Aunque no se ha determinado una lista precisa de características, debido a la diversidad de opiniones entre los expertos y los investigadores, muchas de las siguientes características se encontrarán presentes:

* Sentimientos positivos por parte de la víctima hacia el abusador o controlador

* Sentimientos negativos por parte de la víctima hacia sus familiares, amigos, o hacia las autoridades que intentan rescatarla o apoyarla o conseguir su liberación

* Apoyo a las razones y las conductas del abusador

* Sentimientos positivos por parte del abusador hacia la víctima

* Conductas de apoyo por parte de la víctima, a veces, ayudando al abusador

* Incapacidad de colaborar mediante conductas que pudieran ayudar a su liberación o desapego.

El Síndrome de Estocolmo no sucede en todos los casos de toma de rehenes o situaciones abusivas. En otro asalto a un banco que involucró una toma de rehenes, después de aterrorizar a los clientes y empleados del banco durante muchas horas, un policía francotirador le disparó e hirió a ladrón de bancos que aterrorizaba a las víctimas. Luego de caer al piso, dos mujeres lo recogieron y lo sostuvieron físicamente contra la ventana para que le dieran otro disparo. Como pueden ver, la cantidad de tiempo que una persona es expuesta al abuso o al control, y estos factores adicionales, ciertamente juegan un rol importante.

Se ha encontrado que existen cuatro situaciones o condiciones que sirven como base para que se desarrolle el Síndrome de Estocolmo. Estas cuatro situaciones pueden encontrarse en relaciones abusivas, casos de abuso severo y toma de rehenes:

* La presencia de una amenaza que se percibe como un riesgo contra la supervivencia física o psicológica de la persona y la creencia de que el abusador cumplirá con esa amenaza.

* La presencia de pequeños gestos de aparente amabilidad por parte del abusador hacia la víctima.

* El aislamiento de cualquier otra perspectiva diferente de la del abusador.

* La percepción de la incapacidad de escapar a la situación.

Al tener en cuenta cada una de estas situaciones podemos comprender cómo se desarrolla el Síndrome de Estocolmo en las relaciones románticas, al igual que en las situaciones de delincuentes y rehenes. Al analizar cada situación, encontramos lo siguiente:

Percepción de amenaza a la supervivencia física o psicológica de la persona:

La percepción de una amenaza puede formarse a través de métodos directos, indirectos o como testigo. Las parejas antisociales o con patrones de delincuencia pueden amenazar directamente su vida o la de sus amigos y familiares. Sus antecedentes de violencia nos llevan a creer que el captor o controlador cumplirá con su amenaza de una manera directa si no satisfacemos sus demandas. El abusador nos asegura que solamente será nuestra colaboración lo que mantenga a salvo la vida de quienes amamos.

Indirectamente, el abusador o controlador hace amenazas sutiles para que usted nunca lo abandone o tenga otra pareja, recordándole que, en el pasado, otras personas han pagado las consecuencias por no satisfacer sus deseos. Ofrecen pistas o indicios tales como: “Conozco personas que pueden hacer desaparecer a otras”. Las amenazas indirectas también pueden provenir de historias contadas por el abusador o controlador - cómo se vengaron de quienes se enfadaron con ellos en el pasado. Estas historias de venganza se cuentan con el propósito de recordarle a la víctima que si abandonan al abusador, es posible que éste se vengue de ella.

Presenciar actos de violencia o agresión también se percibe como una amenaza. Ser testigo de un temperamento violento dirigido al aparato de televisión, hacia otros conductores en una carretera o hacia una tercera parte, envía claramente el mensaje de que podríamos ser el próximo blanco de dicha violencia. Ser testigos de los pensamientos y las actitudes del abusador o controlador es amenazador e intimidante, porque sabemos que podríamos ser el blanco de esos pensamientos en el futuro.

Percepción de los “Pequeños Gestos de Amabilidad”

En situaciones amenazantes y de supervivencia, buscamos una evidencia de esperanza - algún signo menor de que la situación podría mejorar. Cuando un abusador o controlador le muestra a la víctima algunos pequeños gestos de amabilidad, aunque de todos modos sean para beneficio de los abusadores, la víctima interpreta esos pequeños gestos de amabilidad como una característica positiva del captor. En las situaciones delictivas o de toma de rehenes durante la guerra, permitirle a la víctima continuar con vida es, con frecuencia, un gesto suficiente. Algunos actos mínimos, como permitirle ir al baño o proporcionarles agua o comida, son suficientes para reforzar el Síndrome de Estocolmo en los casos de rehenes tomados por delincuentes.

En una relación con un abusador, una tarjeta de cumpleaños, un pequeño regalo o presente (habitualmente ofrecido luego de un periodo de abuso), o un tratamiento especial, no sólo se interpretan como algo positivo, sino como una evidencia

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