TEORÍA DE LA MENTE
Helen1A22 de Enero de 2014
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APLICACIONES DEL ABORDAJE DE LA TEORÍA DE LA MENTE A LA EVALUACIÓN E INTERVENCIÓN DE NIÑOS CON AUTISMO.
Juan Carlos Gómez, Beatriz López y Enrique López
School of Psychology, University of St. Andrews, St. Andrews KY 16 9JU, UK
Equipo PAUTA
Centro PAUTA, c/Patrocinio Gómez 1 bis, Madrid 28022
Traducción: María José Prieto (Argentina)
INTRODUCCIÓN
En este escrito exponemos algunos resultados preliminares de un poryecto cuya intención es explorar algunas implicancias prácticas del abordaje de la teoría de la mente para la evaluación e intervención de personas con autismo. Durante los últimos años este abordaje ha producido avances importantes en la comprensión teórica del autismo (ver Frith, 1989; Baron-Cohen, Tager-Flusberg y Cohen, 1993; Happé, 1994). De acuerdo con ello, las personas con autismo sufren de una alteración en su habilidad para entender la naturaleza de las representaciones mentales y su papel en la determincación del comportamiento de la gente. Este abordaje ha generado una riqueza de hallazgos empíricos y debates teóricos en relación al autismo. Sin embargo, su posible impacto en los asuntos prácticos de la evaluación e intervención en personas con autismo ha recibido menos atención. El proyecto expuesto en esta presentación fue concebido como una colaboración entre la teoría y la práctica. Fue llevado a cabo en PAUTA, una escuela para niños con autismo y trastornos generalizados del desarrollo. El objetivo general fue desarrollar técnicas nuevas o modificar las existentes para ambas: la evaluación y la intervención en niños con autismo que asistían a este centro. El proyecto estuvo focalizado en tres áreas principales del trastorno relacionadas con la teoría de la mente:
a) La comprensión de que el comportamiento depende de representaciones mentales, i.e., que la gente actúa en base a sus creencias y deseos. Esta habilidad es generalmente diagnosticada por medio de tareas de "falsas creencias" (Baron-Cohen, Leslie y Frith, 1985), en las cuales los niños con autismo tienden a fallar al predecir el comportamiento de gente con representaciones inexactas de la realidad. Éstos parecen encontrar extremadamente difícil el entender que otra gente pueda tener una represetación errada del mundo y actuar en concordancia con esa mala representación. En el desarrollo normal, esta habilidad típicamente aparece alrededor de los 4 años de edad y se estima que involucra la capacidad de formar metarrepresentaciones.
b) Simulación e imaginación. La gente con autismo tiende también a tener grandes dificultades en el juego de simulación e imaginación en general. El juego de simulación generalmente se presenta tan temprano como al año y medio de edad en los niños de desarrollo normal. Por ejemplo, ellos simulan que un bloque de madera es algo diferente (e.g., un auto) o imaginan un objeto que no existe (e.g., que sostienen un vaso con "agua"), o atribuyen una propiedad inexistente a un objeto (e.g., la mesa está "mojada" porque se derramó el "agua" del vaso). El abordaje de la Teoría de la mente defiende que el mismo mecanismo cognitivo básico es usado para entender la simulación y la falsa creencia, puesto que en ambos casos es un asunto de comprensión de la diferencia entre representación y realidad. Indudablemente, en el caso de la simulación, lo que el niño hace al jugar con esta habilidad.
c) Comportamientos de atención conjunta. Antes del juego de simulación, los niños de desarrollo normal son capaces de comportamientos comunicativos tales como mostrar o requerir cosas por medio de gestos (e.g., señalamiento con el dedo). Estos comportamientos
implican alguna comprensión de que uno puede hacer que otra gente note los deseos de uno o note el interés de uno en cosas particulares del mundo. Y es por esto que se considera generalmente que su conducta implica alguna clase de teoría de la mente o un precursor de ello. Muchos de estos comportamientos están típicamente ausentes o son raros en niños con autismo.
El proyecto fue dividido en dos fases. En la primera fase, desarrollamos y aplicamos técnicas para evaluar el nivel de desarrollo de los niños en cada área. En la segunda fase, se desarrollaron y aplicaron a los niños técnicas nuevas de intervención o modificaciones de procedimientos ya existentes.
En este informe vamos a concentrarnos en un ejemplo de evaluación y un ejemplo de intervención.
LA ATENCIÓN CONJUNTA EN LA COMUNICACIÓN
Tradicionalmente se ha considerado que la gente con autismo tiene más problemas en la comunicación protodeclarativa (e.g., señalar con el dedo para mostrar cosas) que con la comunicación protoimperativa (e.g., señalar para pedir cosas) (ver Curcio, 1978; Baron-Cohen, 1989). Sin embargo, se mostrado que cuando los componentes de la atención conjunta de la comunicación protoimperativa son tomados en cuenta, la mayoría de los niños con autismo tienen también problemas al requerir. (Gómez, Sarriá y Tamarit, 1993; Phillips et al., 1995). Las respuestas buenas de demanda consisten no sólo en producir gestos a lo cuales otros pueden responder, sino también el verificar y manipular los estados atencionales de la gente que se espera respondan a esos requerimientos.
El enseñar a hacer demandas es un componente importante de intervención en los niños con autismo. Algunos grados de control de la atención visual son generalmente incluidos como parte de la enseñanza. Sentimos que fue necesario crear un procedimiento sistemático para evaluar el grado de comprensión del papel jugado por la atención de otros en situaciones de demanda. ¿Toman en cuenta los niños la disponibilidad atencional de otros cuando hacen sus demandas? Si es así, ¿cuáles son las claves que usan para evaluar atención e inatención?
El escenario de la evaluación fue el siguiente. En una habitación pequeña un adulto estaba sentado tras un mesa. Los objetos deseables (escogidos de acuerdo con las preferencias conocidas de cada niño en particular) estaban disponibles en un estante a la izquierda del adulto. Ni el estante ni el adulto estaban directamente accesibles a los niños (aunque podían tocar las manos del adulto cuando estas estuvieran sobre la mesa).
Registramos las estrategias espontáneas, si había alguna, usadas por los niños para requerir objetos, notando si era o no usado el contacto visual. Luego de unos pocos ensayos normales en los cuales el adulto estaba atentamente respondiendo al intento del niño, empezaron los ensayos experimentales a ser intercalados entre los normales. En estos ensayos experimentales el adulto adoptaba una variedad de posturas de "inatención" que le impedían ver los gestos usados por el niño.
Esta es una lista de las condiciones de "inatención" utilizadas:
a) El adulto sentado dando la espalda al niño
b) La cabeza del adulto girada hacia una esquina
c) La cabeza hacia el niño pero con los ojos cerrados
d) La cabeza y ojos orientados hacia el objetivo.
e) El adulto orientado hacia el niño pero fallando en responder por un rato.
Puesto que la forma favorita de demanda para algunos niños con autismo involucra el tomar las manos del adulto y llevarlo hacia el objeto (lo cual podría intrínsecamente hacer de función de llamado de atención del adulto aun si ésta no fuera la intención del niño), sistemáticamente controlamos la accesibilidad de las manos del adulto, manteniéndolas bajo la mesa en algunos ensayos críticos.
Los objetivos de la situación fueron, primero, confrontar a los niños con una situación inusual según las condiciones en que fueron enseñados en el colegio (la posición del adulto detrás de la mesa con la correspondiente limitación en el acceso directo no era lo usual para los niños); y segundo ver si los niños eran sensibles a las diferentes señales de inatención y si eran capaces de modificar sus procedimientos de demanda recurriendo a alguna clase de comportamiento para obtener atención. Esto podría darnos una idea del grado en el cual los niños han dominado el componente de la atención conjunta de los comportamientos de demanda o si ellos estaban sólo usando gestos efectivos sin ningúna conciencia de la conexión entre éstos y la respuesta del adulto.
Todos los ensayos fueron filmados y subsiguientemente analizados. El total de estrategias de demanda de los niños cuando los adultos estaban atendiéndolos puede ser clasificado en las sigueintes cuatro categorías:
a) Sin demanda: el niño trata de usar medios físicos para obtener el objeto.
b) Toma y usa la mano de la otra persona sin hacer contacto visual.
c) Uso de gestos distales y vocalización sin contacto visual.
d) Uso de gestos distales y vocalización con contacto visual
Ninguno de los niños se apegó al uso de la primera estrategia la cual involucraba el ignorar completamente a la persona. Aunque algunos inicialmente trataron de obtener el objeto por sí mismos, todos ellos eventualmente recurrieron a la persona de una u otra manera. Cuatro de los niños evaluados utilizaron la mano sin prestar atención alguna al rostro de la persona. Dos de ellos usaron la mano pero miraron al rostro del adulto. Tres niños usaron gestos distales y vocalizaciones sin mirar al rostro y siete lo hicieron mirando al rostro de la otra persona.
Las reacciones de los niños a las situaciones diferentes en las cuales los adultos no estaban atendiendo fueron las siguientes:
- La misma estrategia que en el ensayo anterior. Ninguna señal de haber detectado la falta de atención del adulto. Esta reacción fue mostrada por cinco niños.
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