ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Teoría De La Mente

julia199128 de Abril de 2014

18.654 Palabras (75 Páginas)341 Visitas

Página 1 de 75

La Teoría de la Mente y sus alteraciones en el espectro autista

Daniel Valdez

La Teoría de la Mente y sus alteraciones en el espectro autista (1). Daniel Valdez (2)

1. “Las otras personas se hablan con los ojos”

Nos recuerda Uta Frith que sin estados mentales, el lenguaje de los ojos no existiría. Ese lenguaje de los ojos o “mirada mental” está íntimamente vinculado con nuestra competencia social y con la posibilidad de compartir dichos estados mentales. En diferentes situaciones de interacción y de manera más o menos conciente, el intercambio de miradas supone una forma de intercambio social, al servicio del contacto afectivo, la comunicación y la intersubjetividad.

Buenos o malos lectores de las acciones o las interacciones de los demás, somos en fin, “compulsivos” lectores. Acciones, gestos, caras, miradas, diálogos; son vías regias para atribuir y descifrar la intencionalidad que a ellos subyace.

Hans Asperger (1952) en su Heilpädagogik subraya la relevancia de la mirada en la expresión humana.

Hay otros dos fenómenos especialmente ricos en expresión anímica: la mirada, que solo en el hombre ofrece sus tan complejas posibilidades, y el lenguaje, exclusivo éste del ser humano.

Es imposible describir con palabras científicamente exactas todo lo que ‘dice’ la mirada de una persona. Podemos indicar algo acerca de la variable posición del globo ocular, del ensanchamiento de la abertura de los párpados y de la dilatación de la pupila, y sobre todo de la irrigación de la conjuntiva, o de la turgencia de las inmediaciones del ojo. Mas, con todo ello, no queda descrita en manera alguna la riqueza de posibilidades de expresión que puede entrañar la mirada humana. En este respecto, pueden informarnos mejor los poetas que los científicos. Describen aquéllos la ‘cálida mirada del amor’, la ‘fría mirada del odio’, la ‘oblicua mirada de la envidia’, la ‘punzante mirada de la hostilidad’ mucho mejor que los fisiólogos. La familiaridad y autenticidad del contacto y de la relación con las personas y las cosas, se expresa también esencialmente en la mirada. En lo que llamamos ‘expresión individual’, la mirada desempeña papel primordialísimo. De ahí que no en vano se denomine al ojo ‘espejo del alma’. Piénsese solamente con qué intensidad pueden mirar precisamente los niños muy pequeños, y con qué apasionado interés buscan la mirada de las demás personas. (p. 41)

“Las otras personas se hablan con los ojos” comenta un adulto con autismo citado por Hobson, extrañado ante el fenómeno y lo suficientemente agudo para notar esa capacidad que para él era tan misteriosa (Frith, 1989).

También resulta sugerente un testimonio aportado por Michael Rutter sobre el lamento de un adolescente con autismo: “…no podía leer la mente. Las demás personas parecían tener un sentido especial que les permitiría leer los pensamientos de los otros y anticipar sus sentimientos y respuestas; él sabía que esto ocurría porque los otros se las arreglaban para evitar molestar a la gente, mientras que él siempre metía la pata. Sólo se daba cuenta de que decía o hacía algo mal, cuando la otra persona se enfadaba o se molestaba.”

Ante esta situación cabe preguntarse: ¿Qué ocurre que algunas personas son más expertas que otras para realizar estas lecturas? ¿Qué sucede que otras son apenas novatas o no aciertan en la lectura o son "analfabetas" o "ciegas" a esos particulares "grafismos", "garabatos" y "dibujos" mentales? En el presente capítulo procuraremos dar cuenta de esta capacidad humana para “leer la mente” de los semejantes y de manera más general, interpretar sus acciones e interacciones.

La “Teoría de la Mente”, tal como la llamaron Premack y Woodruff (1978) ha sido en los últimos años objeto de diversas investigaciones en el campo de distintas disciplinas científicas. Destacaremos en particular los estudios realizados en el marco de la psicología y especialmente en el contexto de los trastornos del desarrollo. Realizaremos una revisión de los estudios sobre teoría de la mente en los que participan sujetos con trastornos del desarrollo, focalizando en la población de personas con Síndrome de Asperger.

2. Relaciones interpersonales y lectura mental

Participamos del supuesto siguiente: las acciones humanas son guiadas por representaciones, creencias y deseos internos. Suponemos interioridad en nuestros semejantes, isomórfica con nuestra propia interioridad. Poseemos un mundo experiencial susceptible de ser compartido con nuestros congéneres. Desde muy temprano compartimos experiencias. Comparte experiencias subjetivas quien dialoga o discute con otra persona; aquél que mediante un sobreentendido crea complicidad con su interlocutor o mediante una ironía comparte un mundo de cosas no dichas. También comparte experiencias emocionales un bebé que le señala a su mamá un objeto con el fin de mostrárselo, con gestos que llamamos protodeclarativos (Bates, 1979; Belinchón, Igoa y Rivière, 1992). Con menor o mayor nivel de complejidad, todo aquel que comparte experiencias, necesariamente le atribuye al otro un mundo experiencial. ¿Qué sentido tendría si no el hecho de compartirlas?

Cierto es que aquello que aparece como evidente, claro y natural nos puede dar la idea -falsa- de que implica un proceso sencillo y simple. Pero a decir verdad, la complejidad que entrañan las comunicaciones humanas, las sucesivas y múltiples intuiciones y/o inferencias que se realizan en cada actividad interpersonal exige de nosotros una serie de competencias que nos permitan penetrar en los mundos mentales ajenos y propios.

Es precisamente el "ojo interior" del que nos habla Humphrey (1986), la "mirada mental" referida por Rivière y Núñez (1996) la que nos abre las posibilidades de desvelar la opacidad de la conducta de los otros, “leer” sus mentes, organizar el caos en el que nos sumiría la "ceguera mental" (Baron Cohen, 1995). Nos permite dar alguna interpretación a las conductas de las personas y realizar predicciones acerca de sus cursos de acción. Comprender que poseen deseos, creencias, intenciones, un mundo de emociones y experiencias diversas.

Son los psicólogos los que tratan de comprender las conductas humanas; de explicar por qué la gente hace lo que hace de la manera que lo hace y predecir lo que las personas harán en el futuro, qué planes seguirán, qué estrategias pondrán en marcha. Astington (1993: 2) afirma que en ese sentido todos somos psicólogos.

Por su parte, señala Humphrey (1986) que quince años atrás en ningún libro sobre el tema de la evolución humana se hacía referencia a la necesidad del hombre de hacer psicología: “sólo se hablaba de la construcción de herramientas, del lanzamiento de dardos y de encender el fuego: es decir, de una inteligencia práctica más que social." (p. 42)

Resulta significativa esta cita, por un lado porque revela que los intereses de algunos estudiosos de la evolución humana se dirigían hacia otros campos que los implicados por el desarrollo de las capacidades interpersonales y la teoría de la mente; por otro, porque después del año 2000 son muy numerosos los trabajos acerca del desarrollo de habilidades mentalistas y los déficits que supone su trastorno y que se refieren a una capacidad humana relativa a la inteligencia social, interpersonal o emocional (Baron Cohen, 2000a) o al concepto de inteligencia maquiavélica (Whiten y Byrne, 1997) .

A este respecto, puntualizaba Hans Asperger (1952: 31):

“En realidad, aun en el caso de que se quiera analizar únicamente la inteligencia, se encontrarán ‘en juego’ al mismo tiempo los demás elementos de la personalidad. De modo que el resultado no será sólo la medida de la inteligencia en sí. Reflejará también el modo individual de trabajar y sus perturbaciones, el tipo de contacto personal, el vigor de la espontaneidad, el talante, la facilidad de mecanización… en fin, la originalidad del sujeto. No se terminaría tan pronto si se quisieran enumerar todos los factores de la personalidad que intervienen en las actividades de la inteligencia, ya que se llegarían a establecer casi tantas posibilidades como individuos.”

Veía Asperger, sin enunciarlo explícitamente en ese momento, esta otra forma de inteligencia vinculada con las capacidades mentalistas –el tipo de contacto personal, el vigor de la espontaneidad, el talante-, que bien podría relacionarse con lo que Bruner llamó “modalidad narrativa de pensamiento”. La conceptualización de esta forma de inteligencia interpersonal es fundamental para comprender las características diagnósticas de las personas con Síndrome de Asperger.

Cuando decimos que el nivel de inteligencia impersonal, “paradigmática” o “lógico-matemática” es normal pero se encuentran alteraciones en la inteligencia social o interpersonal, nos estamos refiriendo a esta gama de capacidades más o menos sutiles que supone el convertirse en un hábil mentalista. Rivière, Sarriá y Núñez (1994) lo expresan con meridiana claridad: “Sí, podemos decir que el hombre es un ‘animal mentalista’. ¿Y qué quiere decir eso?: sencillamente que para predecir, manipular y explicar su propia conducta y la de los demás se sirve de conceptos mentales, tales como los de ‘creencia’, ‘deseo’, ‘pensamiento’, ‘percepción’, ‘recuerdo’, etc. La atribución a otros y la autoatribución de los referentes de estos conceptos, no sólo proporcionan al hombre instrumentos muy poderosos de competición y engaño, sino también

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (122 Kb)
Leer 74 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com