TRASTORNOS GENERALIZADOS DEL DESARROLLO
flaquischarito15 de Noviembre de 2012
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TRASTORNOS GENERALIZADOS DEL DESARROLLO
INTRODUCCION
Los Trastornos Generalizados del Desarrollo o TGD (en inglés Pervasive Developmental Disorder o PDD) engloban a un grupo de trastornos neuropsiquiátricos que, en términos generales, se caracterizan por:
Alteraciones específicas de la conducta.
Deterioro cualitativo del desarrollo cognitivo.
Deterioro de las habilidades de la comunicación.
Serias dificultades para la interacción social.
También es habitual que los niños posean un repertorio de intereses y de actividades restringido, estereotipado y repetitivo, les cuesta mucho salirse de la monotonía diaria.
Son trastornos que se desarrollan en los primeros años de la vida y van evolucionando a lo largo que el sujeto crece. Están presentes en todas sus acciones provocando ciertas limitaciones en su actividad diaria.
La CIE (Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas de Salud) en su décima versión establece que dentro de los TGD destacan cinco categorías. Todas ellas con características comunes, pero que a su vez se diferencian también entre ellas de manera más específica. La premisa principal que justifica la división depende de la severidad de los síntomas en cada paciente.
Las cinco categorías son:
DSM-IV CIE-10
F84.0 Trastorno Autista
F84.0 Autismo Infantil.
No especifica F84.1 Autismo Atípico.
F84.2 Trastorno de Rett
F84.2 Síndrome de Rett.
F84.3 Trastorno Desintegrativo infantil
F84.3 Otro Trastorno Desintegrativo de la infancia.
No especifica F84.4 Trastorno hipercinético con retraso mental y movimientos estereotipados.
F84.5 Trastorno de Asperger
F84.5 Síndrome de Asperger.
No Especifica F84.8 Otros trastornos generalizados del desarrollo.
F84.9 Trastorno generalizado del desarrollo no especificado
F84.9 Trastorno generalizado del desarrollo sin especificación.
Precisamente este orden determina la mayor severidad de los síntomas, comenzando con el autismo como categoría más grave o severa y terminando con el TGD no especificado como categoría más leve, ya que en muchas ocasiones este desorden apenas presenta dos de los síntomas comunes (incluso es habitual que se presente un solo síntoma).
TRASTORNO DESINTEGRATIVO DE LA INFANCIA
(F84.3 DSM-IV Y CIE-10)
También conocido como síndrome de Heller o psicosis desintegrativa, es una enfermedad caracterizada por una marcada regresión en varias áreas de funcionamiento, después de al menos, dos años de desarrollo normal, describiéndose como un deterioro a lo largo de varios meses de funcionamiento intelectual, social y lingüístico en niños de 3 y 4 años con funciones previas normales.
Está incluido dentro del trastorno del espectro autista junto con el autismo o el síndrome de Asperger pero se suele observar un periodo aparente de desarrollo bastante normal antes de aparecer una regresión (o serie de regresiones) en las habilidades. Muchos niños ya se encuentran con algo de retraso cuando la enfermedad se hace patente, pero estas demoras no son siempre obvias en los niños más pequeños.
La edad en la cual sobreviene esta regresión varía, y puede ocurrir entre los 2 y los 10 años.
La regresión puede ser muy repentina, y el niño puede expresar incluso su preocupación sobre lo que está sucediendo, para sorpresa de los padres. Algunos niños describen o parecen estar reaccionando ante alucinaciones, pero el síntoma más obvio es que las habilidades adquiridas aparentemente se pierden. Muchos escritores la han definido como una enfermedad devastadora, que afecta tanto a la familia como al futuro del individuo.
ETIOLOGÍA
Se desconoce, pero se ha asociado a patologías neurológicas, como trastornos convulsivos, encefalitis y esclerosis tuberosa. No se ha identificado ningún marcador o causa neurobiológica específica. Se ha informado acerca de estresores psicosociales o médicos significativos en asociación con el inicio o empeoramiento del trastorno desintegrativo de la infancia, pero su significación etiológica continua poco clara.
DESCRIPCIÓN CLÍNICA
El trastorno desintegrativo de la infancia se establece sobre la base de síntomas que se ajustan a una edad característica de aparición, cuadro clínico y curso. Tienen un inicio que varía entre 1 y 9 años, pero en la inmensa mayoría se produce a los 3 o 4. Puede ser insidioso a lo largo de varios meses o relativamente abrupto, y producir la disminución de las capacidades en días o semanas.
En algunos casos el niño se muestra inquieto, hiperactivo y ansioso por la pérdida de las funciones.
Puede iniciarse con síntomas conductuales, como ansiedad, ira o rabietas, pero en general la pérdida de funciones se hace extremadamente generalizada y grave. El deterioro lleva a un síndrome que es sintomáticamente similar al trastorno autista, excepto que el retraso mental (típicamente, de rango a profundo) tiende a ser más frecuente y pronunciado. Con el tiempo, el deterioro se hace estable, y aunque algunas capacidades pueden recuperarse es en un grado muy limitado. Aproximadamente el 20% recupera la habilidad de hablar construyendo frases, pero sus habilidades de comunicación seguirán deterioradas. La mayoría de los adultos son completamente dependientes y requieren cuidado institucional; algunos de ellos tienen una vida corta.
CARACTERISTICAS
Presencia de un desarrollo aparentemente normal hasta al menos los dos años, seguido por una clara pérdida de las capacidades previamente adquiridas, la cual se acompaña de un comportamiento social cualitativamente anormal.
Suele presentarse una regresión profunda o una pérdida completa del lenguaje, una regresión de las actividades lúdicas, de la capacidad social y del comportamiento adaptativo.
Con frecuencia se presenta una pérdida del control de esfínteres y a veces más control de los movimientos.
Suele presentarse una pérdida de interés por el entorno, por manierismos motores repetitivos y estereotipados y por un deterioro de la comunicación e interacción social.
Por lo general no se presenta una falta o daño cerebral identificable.
PAUTAS PARA EL DIAGNOSTICO
Desarrollo aparentemente normal durante por lo menos los primeros dos años posteriores al nacimiento, manifestado por la presencia de comunicación verbal y no verbal, relaciones sociales, juego y comportamiento adaptativo apropiado a la edad del sujeto.
Pérdida clínicamente significativa de habilidades previamente adquiridas (antes de los 10 años de edad) en por lo menor dos de las siguientes áreas:
Lenguaje expresivo o receptivo.
1. Habilidades sociales o comportamiento adaptativo.
2. Control esfinteriano.
3. Juego.
4. Habilidades motoras.
Anormalidades en por lo menos dos de las siguientes áreas:
1. Alteración cualitativa de la interacción social: alteraciones de comportamientos no verbales, incapacidad para desarrollar relaciones con compañeros, ausencia de reciprocidad social o emocional.
2 .Alteraciones cualitativas de la comunicación: retraso o ausencia del lenguaje hablado, incapacidad para iniciar o sostener una conversación, utilización estereotipada y repetitiva del lenguaje, ausencia de juego realista variado.
3. Patrones restringidos de comportamiento, intereses y actividades repetitivas y estereotipadas, entre ellas, estereotipias motrices y manierismos.
4. Pérdida global de interés por los objetos y por el entorno en general.
•El trastorno no se explica mejor por la presencia de otro trastorno generalizado del desarrollo o esquizofrenia.
En algunos aspectos el síndrome se parece a las demencias de la vida adulta, pero se diferencia por tres aspectos claves: hay por lo general una falta de cualquier enfermedad o daño cerebral identificable (aunque puede presumirse algún tipo de disfunción cerebral), la pérdida de capacidades puede seguirse de cierto grado de recuperación, el deterioro dela socialización y de la comunicación tiene rasgos característicos, más típicos del autismo que del deterioro intelectual.
Incluye:
Psicosis desintegrativa.
Síndrome de Heller
Demencia infantil.
Psicosis simbiótica.
Excluye:
Afasia adquirida con epilepsia (síndrome de Landau-Kleffner) (80.3).
Mutismo selectivo (F94.0).
Esquizofrenia (F20.-)
Síndrome de Rett (F84.2).
TRATAMIENTO
No existe una cura permanente. El tratamiento implica
Terapia conductual:
Su objetivo es enseñar al niño a aprender de nuevo, el cuidado personal y social los conocimientos lingüísticos, a base de Reforzadores.
Fármacos:
Antipsicóticos y Anticonvulsivos.
ABORDAJE EN EL AULA
•Estructurar el ambiente, organizando el aula estableciendo límites visuales claros que le permitan al estudiante que se espera de él en cada área.
•Cada vez que inicie una actividad estar seguro de que el estudiante está prestando atención y de que comprende las instrucciones.
•Establecer metas a corto plazo que puedan ser alcanzadas por el estudiante.
•Alabar con frecuencia al estudiante.
•Evaluar continuamente los progresos, dificultades que se presentan durante el proceso de integración y comunicárselo
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