Trabajo Escrito Etica
mariac8778 de Abril de 2014
3.040 Palabras (13 Páginas)379 Visitas
Analisis del libro zonas Erroneas
La regla de la Confidencialidad
El psicólogo debe guardar secreto de todo tipo de información privada durante la relación psicológica. Relacionamos el concepto de Confidencialidad con términos como: Confidencia, confesión, confianza, respeto, seguridad, intimidad y privacidad entre otros. En un sentido estricto, se define como el derecho que tiene cada persona de controlar la información referente a sí misma, cuando la comunica bajo la promesa implícita o explícita de que será mantenida en secreto. Surgen interrogantes acerca esta norma de ética, nos preguntamos si la confidencialidad es un deber absoluto o se puede romper bajo algunas circunstancias y cuál sería el beneficio? ¿Quién tienen propiedad de esa información y cuales personas puedes utilizar esa información?
Podemos decir que hay dos situaciones principales en que entran en oposición los derechos de las personas y los deberes de los psicólogos o psiquiatras a propósito del secreto. En la primera divulgar una confidencia, en contra de la voluntad de la persona. En la segunda seria la misma persona la que solicita al psicólogo que divulgue una información que está en la historia clínica.
En contra de la voluntad del interesado:
• Cuando el psicólogo considera que tiene razones válidas para divulgar información considerada confidencial. En casos tales como el conocimiento de enfermedad genética grave que la persona esconde de su pareja actual o futura esposa, Adicionalmente perjuicios a la descendencia.
• Cuando las empresas de trabajo exigen información sobre la persona para facilitar el posicionamiento laboral.
• Cuando los agentes de gobierno, la policía, los abogados o las compañías de seguro, necesitan obtener datos que consideran esenciales para sus cometidos legales o de seguridad pública.
• Posibilidad o riesgo de suicidio.
• Amenaza grave a la vida de otros.
• Amenaza grave para la dignidad de los terceros indefensos o inocentes. (Maltrato de niños, violaciones sexuales, explotación económica o maltrato físico de ancianos.)
• Amenaza de danos estructurales pertenecientes a la sociedad. (Destrucción de obra de arte, de una biblioteca entre otros.)
De acuerdo con la voluntad del paciente:
En este caso el paciente considera la opción de liberar datos confidenciales y hacerlos públicos o revelados (Tests, informes, análisis).
• Motivos económicos (para justificar una conducta ante la compañía de seguro o ante su jefe de trabajo)
• Motivos legales (acusar al mismo psicólogo tratante, defenderse ante otros, declaración de competencia por haber firmado ciertos documentos)
• La decisión del paciente de revelar un secreto que el mismo ha confiado, en general, debe respetarse.
La regla de la confidencialidad puede tener doble justificación. Existen dos teorías que pueden ser aplicadas.
Teoría Deontológica:
Argumentación que sostiene que aunque la confidencialidad favorece la intimidad interpersonal, el respeto, el amor, la amistad y la confianza, su valor no proviene de que esta norma permita alcanzar dichas buenas consecuencias, Al contrario el derecho al secreto es considerado por la tradición deontológica como una condición derivada directamente del derecho de las personas a tomar las decisiones que les competen.
Por eso se les considera personas consientes y autónomas y debería considerarse como un derecho humano básico. Esta postura sostiene que la relación terapéutica implica por sus mismas características un acuerdo implícito de secreto que si se rompe es inmoral.
En ese sentido la confidencialidad se derivaría del principio de respeto de la autonomía personal firmado en el acuerdo implícito que se establece al iniciar la relación psicológica.
No existiría autonomía si la persona no es libre de reservar el área de intimidad o privacidad que desee.
Teoría Utilitaria:
• Punto de vista: Provee los medios para facilitar el control y proteger las comunicaciones de cualquier información sensible de las personas.
• Valor: Instrumental (contribuye a lograr las metas deseadas, tanto por el psicólogo como el paciente)
• El razonamiento utilitarista considera que esta norma podría ser usada para buenos o malos propósitos.
En conclusión, sea desde una perspectiva utilitarista, o deontológica, ambas posturas están a favor de la confidencialidad y enfatizan su importancia en toda persona-profesional, la única diferencia es el grado de respeto que merece dicha norma. Por parte de los autores del libro, consideran que el deber de guardar los secretos confiados no es una obligación absoluta, como lo afirma el Código de Ética de la Asociación Médica Mundial. Mencionan el concepto de “Primera Fascie” que quiere decir que para plantear la necesidad de una violación a tal derecho al secreto, hay que justificarlo razonablemente. Sostienen la mentalidad que la confidencialidad no es un deber absoluto, consideran situaciones riesgosas como excepciones para romper el secreto.
La regla de Veracidad y el Consentimiento Válido
Históricamente, no sólo el decálogo judeo-cristiano prescribe en su octavo mandamiento el deber de no mentir, sino que prácticamente todas las culturas y civilizaciones han considerado un valor humano fundamental, el decir la verdad. Pero también es una experiencia ética universal la afirmación de que este deber no es absoluto, sino que, determinadas circunstancias justifican su subordinación a otros principios más importantes. Entre los filósofos griegos, Platón defendía que la falsedad tenía que ser un instrumento de los médicos para beneficiar a sus pacientes, para curar las enfermedades.
En ese mismo sentido, justificaba que las leyes autorizaran al estado la posibilidad de mentir a los ciudadanos, siempre que fuera en el beneficio de ellos. La norma de veracidad para Platón estaba subordinada al principio de beneficencia.
Noción y justificación de la veracidad
Tradicionalmente, se ha definido la mentira como la palabra dicha, que no corresponde a lo que se piensa. En la moral clásica no se ha justificado nunca la mentira de forma directa, pero sí, a través del artilugio de la restricción mental. Este procedimiento se da, cuando la persona se expresa de tal manera, que las afirmaciones utilizadas son objetivamente verdaderas, pero pueden inducir a error en la persona que las escucha; ya sea porque se utilizan términos ambiguos, o porque se revela parcialmente la verdad. La restricción mental no constituirá, para la moral clásica, ninguna perversión de la esencia de la palabra, puesto que la expresión verbal es fiel al contenido que está presente en la mente del que habla. Por otra parte, se argumenta, el error en el que cae quien escucha no sería buscado directamente por quien habla puesto que éste usa correctamente su facultad de locución, sino que se debe a la mala interpretación del mensaje emitido, por parte de quien lo recibe.
Según los autores contemporáneos, Beauchamp y Childress, según ellos habría dos definiciones diferentes del concepto de mentira que, a su vez, implicaría dos nociones correspondientes de la regla de veracidad.
Según el primer concepto, mentira sería una disconformidad entre lo que se dice y lo que se piensa con la mente, pero con la intención consciente de engañar a otro. Por consecuencia, la regla de veracidad consistiría en el deber de decir activamente lo verdadero. A diferencia de la mentira, el concepto de falsedad se referiría a toda afirmación que es portadora de datos falsos pero que se hace sin la intención de engañar ni perjudicar a nadie. Según este primer concepto, la regla de veracidad se rompería por un acto de comisión, es decir, de afirmación de un dato falso.
El segundo concepto de mentira, según los autores antes citados, sería el acto de ocultar la verdad que otra persona tiene legítimo derecho a saber. La regla de veracidad se transgrediría, no solo por decir algo falso, sino por la omisión de la información merecida.
Ross argumenta que el deber de veracidad se deriva del de fidelidad a los acuerdos de no romper las promesas hechas. Cuando se entabla la relación profesional-persona se establece un acuerdo implícito de que la comunicación se basara sobre la verdad y no sobre la mentira. De hecho, la actuación del hombre en la sociedad está basada en esa implícita aceptación de la verdad como punto de partida a cualquier tipo de interrelación.
En la línea planteada por Ross y por Veatch creemos que la fundamentación ética de la norma de veracidad, está en el principio de respeto por la autonomía de las personas. No defender el derecho de las personas a tomar decisiones sobre sus vidas, seria violar su derecho a la autonomía. Y las personas no pueden tomar decisiones sobre si mismas si no reciben la información veraz para hacerlo. Todos los argumentos anteriores en relación a los conceptos de verdad y mentira, así como las justificaciones hechas del deber de decir la verdad, están fundamentados en argumentos de tipo deontológicos. Sin embargo basándose en una argumentación consecuencialista, también los utilitaristas defienden la regla de veracidad. Ellos postulan que, de aceptarse la mentira, se resquebrajaría la relación de confianza que debe existir entre el profesional y la persona, dificultándose así, la misma relación contractual. Los utilitaristas dirían que un mundo basado en la mentira sería un mundo
...