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Violencia simbólica contra las mujeres. La mujer como objeto hipersexualizado


Enviado por   •  30 de Octubre de 2019  •  Ensayos  •  3.158 Palabras (13 Páginas)  •  217 Visitas

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La Violencia Simbólica

     Cuando se habla del concepto de violencia inmediatamente se suele asociar a la agresión física, sin embargo esta puede actuar de diversas maneras, y una de las más significativas para el presente ensayo es la violencia simbólica. De acuerdo a Peña (2009) la violencia simbólica es un término acuñado por el pensador francés Pierre Bourdieu y puede comprenderse como una acción de violencia indirecta e implícita que se ejerce sobre un grupo de individuos con la propia complicidad inconsciente de éstos, y se relaciona directamente con la idea de grupos dominantes y grupos dominados, en la que los primeros ejercen la violencia simbólica sobre los segundos, quienes son cómplices al perpetuar los actos y costumbres opresoras ejercidas por el grupo dominante. De esta manera el fundamento principal de la violencia simbólica es el poder otorgado al grupo dominante lo que lleva al grupo dominado a ejercer relaciones de dominación sobre sí mismos, aceptando y perpetuando su condición de sometidos.

     Peña (2009) profundiza en que el concepto de Bourdieu refiere a un tipo de violencia más significativa incluso que la de carácter físico, ya que genera estructuras duraderas, aumentando su fuerza y complejidad.

     Considerando lo expuesto con anterioridad, es posible identificar diferentes maneras en las que la violencia simbólica es ejercida contra las mujeres, a través de la emisión de mensajes y pautas que reproducen y naturalizan relaciones de dominación, desigualdad y subordinación. Estos mensajes son transmitidos y perpetuados a través de los medios de comunicación y entretenimiento, la publicidad, e incluso a través de la divulgación de obras filosóficas que encierran una fuerte inclinación sexista (Martínez, 2011).

     Según lo expuesto por Martínez (2011) la violencia simbólica de la que son víctimas las mujeres puede identificarse en diferentes dimensiones, como por ejemplo la tendencia a la burla respecto de lo que hacen las mujeres, cuestionando y ridiculizando sus decisiones, o la justificación y confirmación de los actos de violencia y subordinación contra las mujeres. De esta manera se puede notar que la violencia simbólica posee una gran influencia en nuestros patrones culturales, aumentando la fuerza de esta al invadir múltiples aspectos de nuestra sociedad y también cultura, perpetuando y justificando patrones perjudiciales y negativos hacia las mujeres.

Referencias:

-Martínez, J.E. (2011). Violencia simbólica contra las mujeres. Revista Pueblos. Recuperado de http://www.revistapueblos.org/old/spip.php?article2290

- Peña Collazos, W. (2009). La violencia simbólica como reproducción biopolítica del poder. Revista Latinoamericana de Bioética, vol 9. 62-75. Recuperado de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=127020306005

La mujer como objeto hipersexualizado

La mujer es componente principal en los medios de comunicación, en específico en la comunicación publicitaria, su imagen aparece estereotipada en los roles tradicionales asignados a la mujer y manteniendo los del hombre. Se pueden identificar distintos ámbitos que reflejan  su imagen, tales como: una publicidad estereotipada en los roles tradicionales del hombre y la mujer; la publicidad que idealiza la belleza femenina, la publicidad que cosifica la sexualidad femenina.

Tradicionalmente hasta bien entrados los 70’ la mujer ha aparecido en roles como de subordinación al hombre, como madre/esposa o compañera complaciente, sin embargo en los últimos años y dada, entre otras cosas, la emergencia del feminismo y su incorporación al mundo laboral han abierto nuevos estereotipos publicitarios de mujer triunfadora, superwoman, que en los últimos años ha demostrado también efectos negativos.

En la actualidad, no es difícil encontrarse a diario con publicidad orientada a hombres y mujeres que tengan en ella la imagen de una mujer apelando a una simbología sexual. Hoy en día casi no existen filtros para determinar lo que se puede y no se puede mostrar en una publicidad abierta, o sea, que todos podemos ser los observadores. Basta con subirse al Metro de Santiago y ver las campañas de temporada de cada año de “Intime”, dentro de  los vagones de mujeres en ropa interior, u observando en la televisión o youtube la publicidad de perfumes y licores, asociados a la sexualidad de la mujer o al mensaje con connotación sexual que el uso y manipulación de su cuerpo puede comunicar. Todas estas estrategias apelan a una dimensión simbólica del consumo. En otras palabras, la dimensión simbólica del consumo radica en el valor agregado, o en el estatus que te puede dar el hecho de consumir un producto, además de la satisfacción del consumo mismo o valor de uso.


Es posible ver, en distintas publicidades de diversos productos, la flexibilidad en el uso de la mujer como estrategia de marketing. Estas apelan a distintas características de las mujeres, desde el sexo y la liberación, hasta, paradójicamente, la domesticidad. 

En el siglo XX especialmente, ha ocurrido un proceso de transformación de la mujer en cuanto a sus roles y su posición ante la sociedad y el mundo. Como apreciación personal, sugiero que, dado el tiempo relativamente corto en que se ha vivido este proceso tan dinámico (en comparación al estancamiento o uniformidad del rol de la mujer durante siglos enteros, antes del siglo XX), la sociedad ha asumido un amplio rango de posibilidades en cuanto a estos roles. Dicha transformación ha sido tan dinámica, que la mujer ha adoptado múltiples roles, algo así como una “superwoman”[1] o multi-mujer que se ha impuesto sobre los hombres como el género que “puede hacer más de una cosa a la vez”; ocuparse del hogar, criar y enseñar a los hijos, ser madre soltera, trabajar remunerada y voluntariamente en uno o más trabajos simultáneos, ser jefa laboral y de hogar, además de entrar cada vez más en diversas fuerzas laborales que antes eran consideradas exclusivamente de hombres, entre otras ocupaciones. Todos estos logros de la mujer han sido fuertemente influenciados por la lucha por parte del Movimiento Feminista iniciado a fines del siglo XIX y principios del siglo XX. 

Sin embargo, me parece paradójico que, considerando este enorme avance para el género femenino en cuanto a igualdad frente al género masculino, se de un paso atrás al polarizar estos roles, por un lado, como objeto o símbolo sexual, y por otro lado como esclava doméstica, ambas figuras vacías de contenido.

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